Diciembre de 2001, Argentina arde, gobiernos se suceden uno tras otro a golpe de multitud, ¿a dónde había quedado el modelo argentino elogiado por bancos, banqueros y Washington? El neoliberalismo había reventado, la crisis se hizo insoportable y la gente estalló como cuando la olla a presión comienza incontenible a expulsar el vapor de su interior. Muchos argentinos migramos, muchos vinimos a España, uno de los destinos preferidos por mis conciudadanos. Hoy, 7 años después, la crisis del sistema neoliberal afecta a los principales países. Wall Street se pinchó y con ella arrastró a toda la economía global capitalista. El paro aumenta de manera acelerada y sus efectos sociales comienzan a revelarse, no nos resultan nuevos, ya los hemos visto antes. La xenofobia se dibuja en los rostros cincelados por la crisis del mundo desarrollado. “Los inmigrantes deberían volver a su casa”, musitan muchos. Los partidos políticos racistas comienzan a cosechar más votos y representantes en cargos de elección popular. El paro aumenta, la incertidumbre vino para quedarse, quizás para siempre. Los pobres no pueden pagar sus deudas, no pueden pagar su comida, sus necesidades básicas no están satisfechas. En Palestina siguen cayendo bombas y Hamás es la excusa para matar niños en escuelas de la ONU. Irak o Afganistán persisten en su averno con su Lucifer norteamericano; están condenados por su riqueza petrolera que Exxon Mobil, Halliburton, Shell y otros codician. Miles de africanos mueren ahogados al año, intentando cruzar en frágiles embarcaciones a la dorada Europa. Los siglos pasan y siguen muriendo en el mar como cuando los tiraban de los barcos negreros porque no había suficiente provisiones para todos, así se deshacían del “excedente” aquellos comerciantes europeos. Hoy Guantánamo se cierra, pero ¿cuántos Guantánamos más existen en el mundo desconocidos por la opinión pública?
El hambre de justicia crece desde el fondo de la entrañas de la tierra. Mientras esto ocurre en el mundo, Latinoamérica ha comenzado a transitar un camino abierto por la espada de Bolívar. Es un camino que debemos transitar juntos indios, negros, blancos y todos los seres humanos sin importar credos o razas. Es el camino que marcaron Cristo y el Ché, ellos dieron el ejemplo de compartir, de brindarse solidariamente con los explotados y los débiles aún a costa de sus vidas. Ese camino es revolucionario, porque vivimos en un sistema de valores que promueve la ambición, la competencia, el egoísmo, el individualismo, la codicia.....el american way of life.
Muchos latinoamericanos, europeos, norteamericanos y asiáticos anhelamos que el pueblo venezolano apruebe la enmienda el 15 de febrero y que siga alimentando la llama de la esperanza en un mundo mejor. Es vital para el mundo y no sólo para Venezuela el llamado al referéndum del presidente Hugo Chávez. La importancia excede largamente las fronteras de ese hermoso país caribeño. Entiendo que la vorágine de la vida cotidiana muchas veces no permite ver la magnitud de lo que los venezolanos protagonizan, pero lo que está en juego es mucho más que la simple elección de un candidato, lo que está en juego es la independencia, la justicia, la solidaridad y la unión de los pueblos. Nuestros derechos en Latinoamérica han sido pisoteados, nuestras riquezas saqueadas y nuestros hermanos explotados por casi quinientos años por los imperios de la tierra, no retrocedamos a aquellos tiempos de Caracazos, Corralitos, dictaduras oligárquicas y la guerra entre hermanos patrocinadas por el Imperio.
Venezolanos no os dejéis engañar por los medios de comunicación pagados por los enemigos de vuestro mismo pueblo, o el arrepentimiento será infinito y la historia os lo demandará. Se los dice un argentino, un hermano, un sanmartiniano, un soldado de la causa latinoamericana y de la justicia.
¡Venceremos!
*Emigrante argentino, víctima del neoliberalismo residente en España
albaxxi@gmail.com