Nixon dice que no ve diferencia entre su vida pasada y la que ahora lleva recluido en la Nunciatura. En entrevista exclusiva para “El Paso de Los Andes” se confiesa tranquilo y sin nervios.
- ¿Qué echas de menos aquí entre estos pasillo y cuartos?
- Nada. Absolutamente nada. Yo antes no hacía nada, ahora tampoco, así que no veo ninguna diferencia.
- ¿No te aturde tanto silencio después de que vivías en Mérida de agite en agite, entre bombas lacrimógenas, tirando piedras, enfrentando a la Policía?
- Siempre me ha gustado descansar. Esa fue una etapa que ya superé, y hubo un momento en que ya no me quedaba nada por hacer. Deseaba más bien dejarle el campo abierto a otras generaciones para que se distinguieran en la lucha. No soy como Chávez que no le quiere dejar chance a nadie para gobernar. Y te confieso algo: eso a mí ya me fastidiaba: siempre lo mismo.
- Sinceramente Nixon, ¿de verdad tú cursaste todas esas materias y honradamente te merecen ese título que te dieron?
- Le puedes preguntar a mis profesores y a mis compañeros de estudio si es cierto o no que me merezco ese título. La lucha política siempre ocupó mi supremo interés, debo confesarlo y por eso me tardé tanto tiempo en terminar mis estudios, pero no dejaba de cumplir con mis deberes de estudiante.
- ¿Conservas algunos de esos cuadernos en los que recogiste apuntes, por ejemplo?
- No creo. Eso no lo conserva casi nadie. ¿Para qué? Los libros que utilicé los regalé y los cuadernos se perdieron, eso es como cartucho quemado.
- ¿Qué haces para no perder tus condiciones de politólogo aquí en este caserón?
- Pensar. Me enfrento a mí mismo todos los días. Me veo en el espejo de la tranquilidad que nunca tuve. Medito en todo lo que pude haber hecho y no hice. Me confieso conmigo mismo. Reconozco ahora que me falta todo aquello que en muchos momentos me sobró.
- ¿Volverás a la refriega política cuando salgas de aquí?
- Lo dudo. Ya te lo dije, uno no bebe del agua pasada ni de la botella vacía. Me dedicaré a asesorías, a tratar de orientar a las nuevas generaciones. Ya el pantalón lo tengo largo.
- ¿Sientes que alguien te traicionó en toda esta espera?
- Imposible que alguien me pueda traicionar, porque mi causa se mantiene intacta y firme. Todos los que me apoyaron en un principio siguen firme enfrentando a Chávez. No han cambiado en nada. Ellos nunca cambiarán. Nacieron para ser lo que son y serán siempre. La comunidad académica y científica toda me ha apoyado de la manera más clara y contundente.
- Por allí se dice en Mérida que unos cuantos zagaletones se quieren distinguir en sus vandalismos para algún día tener el honorable destino tuyo, de poder refugiarse en alguna embajada. Por eso queman buses, cavas y camiones del Aseo Urbano y siguen hiriendo a policías con armas de guerra. ¿No te parece un muy mal ejemplo el que tú has dejado y peor todavía: con apoyo de obispos y del mismo Vaticano?
- Lo que hacen esos muchachos es digno de ser imitado por todas las universidades porque se está luchando por la autonomía, por la libertad, por la democracia, contra la censura y contra una dictadura.
- ¿Tú te llegaste a pintar alguna vez las manos de blanco?
- Para qué, si siempre han sido blancas.
- ¿Pulcras?
- Pulcras
- ¿Rezas todos los días?
- Sí, claro. Ese fue un hábito que me metieron en casa de niño. Me ayuda.
- ¿Te consideras pecador?
- Ni más ni menos que tú.
- ¿Cómo fue lo de Sofía Aguilar?
- Mira, ya se comprobó en el Consejo Universitario de la ULA donde se discutió eso, con expertos morales, jurídicos y humanos de la altura del eminente Consultor Jurídico de la ULA, doctor Marcos Avilio Trejo y de la ex decana (mi madre del alma) Laura Luciani que yo nada tuve que ver con lo que le pasó a esa señora.
- Pero la desnudaron.
- Ah no, eso no es asunto mío. No sé quién lo haría. No me consta. Yo no estaba allí. Yo estaba herido en ese momento.
- ¿Y lo del disparo al policía?
- Menos todavía, porque disparos siempre salen de esos matorrales frente a La Liria, en momentos de protestas.
- ¿Te entregaría a la Justicia?
- Ya lo hice, estoy en las manos de Dios, y a Él le entrego cuentas todos los días.
- ¿A quienes consideras los políticos más valiosos de Venezuela?
- Principalmente a Manuel Rosales, a Maraco y a ese gran amigo, vituperado y calumniado de mil maneras por nuestros enemigos, Óscar Pérez.
- ¿Te refieres a Cabeza e´Motor?
- Por favor, vale, respeta.
- ¿Qué piensas de la Enmienda?
- Que nos cierra el camino a todos.
- ¿En qué sentido?
- En que hay una nueva generación que quiere abrirse paso en el mundo de la política y el presidente no la deja.
- Pero el presidente no tiene por qué ponérselas fáciles; cada cual tiene que labrárselo a pulso. Por ejemplo, nadie se la hizo fácil a Chávez; acuérdate cómo incluso violando todas las normas electorales se unieron en cambote contra él todos los opositores, echando al basurero de la historia a la bella Irene y al propio Alfaro.
- Bueno, en eso tienes razón, pero ya debería apartarse.
- ¿Aunque lo esté haciendo bien para la mayoría?
- Incluso, aunque lo esté haciendo bien para la mayoría.
- Explícate.
- Bueno, chico, queremos ver aunque sea otra cara de otro chavista.
- Pero sería lo mismo, porque no dejaría el camino libre a sus enemigos.
- Pero así, quizá, podría haber un chance por donde entrar la nueva generación porque con este tipo la verdad es que no vemos salida.
- ¿Es decir no tendrían salida, ustedes los que están con Ledezma o con Manuel Rosales, o con Radonsky o con salas Römer
- Quizá.
- ¿Definitivamente no votarías por el SÍ?
- ¿Lo dudas?
José Sant Roz