Todos los Venezolanos y Venezolanos, con facultad indelegable para votar, tenemos la inmejorable posibilidad de ampliar exponencialmente el ejercicio de nuestros derechos políticos, especialmente los referidos a los “medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía” consagrados en el artículo 70 de nuestra constitución vigente. La propuesta parlamentaria de enmienda constitucional, apoyada abrumadoramente por el pueblo, es una prueba indefectible del avance positivo de la conciencia democrática de nuestra sociedad y de sus instituciones en la construcción de nuestro socialismo.
La posibilidad de postulación abierta y continua para quienes ejercen mandatos de elección popular y la posibilidad cierta de activar referendos revocatorios de tales mandatos, nos deslastra definitivamente, de aquella sociedad pro-feudal-burguesa y pro-colonialista, que una minoría de la población (la oligarquía y sus lacayos) logró estructurar a partir de la traición a los ideales de libertad, igualdad y paz que nuestro pueblo abrazó y abraza por siempre. La contra-revolución esgrime mentiras como argumentos contra la enmienda, las cuales, la verdad, dan pena ajena por lo exótico y absurdo de las mismas, las cuales considero que no deben ser respondidas sino con la verdad que nos asiste; También echan mano de su pseudo-conocimiento de una historia de Venezuela, además escrita y retorcida por ellos, con una presuntuosa insinuación que descontextualiza consejas de nuestro Libertador expresadas por él en esa maravillosa joya política e ideológica que fue su discurso ante el Congreso de Angostura de 1819, en el cual nos orienta: “… La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un ciudadano el poder…”.
Esta máxima debe significarnos, en primer termino, reflexiones para su renuncia, la cual presentaba ante este Augusto Congreso al mando absoluto que hasta ahora detentaba,; En segundo lugar enfatiza en lo esencial de la consulta popular en los sistemas democráticas y por último, en esta cita, la cualidad de la separación e independencia de los poderes públicos en un Estado democrático.
El mismo Libertador de nuestra América siguió desarrollando su pensamiento y en forma en extremo genial y pedagógica sentenció: “Nada es tan conforme con las doctrinas populares como el consultar a la nación en masa, sobre los puntos capitales en que se fundan los estados, las leyes fundamentales y el magistrado supremo…, yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones y por eso es que siempre he preferido sus opiniones a la de los sabios” (Abril 1826).
Esta tremenda y absoluta fe en el pueblo es la que ahora se hace cotidianidad, cuando hemos protagonizado en un lapso de 10 años al menos una docena de consultas electorales con diversos propósitos, inclusive un referéndum revocatorio presidencial; “cuando lo extraordinario se hace cotidiano, entonces estamos en revolución”. La contra-revolución trata en forma ridícula de hacer un conectivo entre las mentiras e imprecisiones que expresan, en contra de la enmienda propuesta, invocando un supuesto supremo “principio de alternabilidad democrática”; Ésta tal alternabilidad no se corresponde con un principio de la democracia cuando el mismo se interpreta como el derecho de “turnarse en el poder”, lo cual durante al menos 170 años siguientes a nuestra independencia, practicaron las élites gobernantes quienes condicionaron la voluntad popular , empujándola por los derroteros de “a quien le toca el turno” en el usufructo de los recursos de la Patria.
Así pues la voluntad popular nunca fue tal en tanto era utilizada sólo para turnarse en el poder y legitimar ese aberrante estado de cosas. Expresiones de ésta usurpación del poder popular tuvieron su máxima expresión en el siglo XIX, en el periodo inmediato a la muerte del Libertador y cisma de la Gran Colombia, donde la traición a los ideales Bolivarianos llevaron por el camino de las guerras intestinas, como la guerra por la federación o guerra larga, al termino de la cual expresó uno de sus generales “triunfadores”: “… Luchamos cinco años para sustituir ladrones por ladrones, tiranos por tiranos… ”; Con ese desencanto del pueblo, la oligarquía y sus lacayos continuaron usurpando la soberanía popular hasta el punto de “entubarla absolutamente” durante la nefasta etapa histórica conocida por algunos como la epoca del “bienio” donde se convalidó constitucionalmente el que las élites se “turnaran en el poder” disfrazando este “adefesio constitucional” como la alternabilidad democrática.
En el siglo XX, durante los años de la dictadura punto-fijista , disfrazada de democracia representativa, se llego al “súmmum” de la usurpación de la soberanía del pueblo invocando y reivindicando los mismos falsos principios de la etapa del “bienio” y es en este punto donde los herederos de esa oligarquía se quitan las caretas y demuestran su desprecio por la voluntad popular cuando se niegan a que se invoque la misma para decidir sobre este punto capital de la ley fundamental del estado, arguyendo que es materia decidida; Jamás un verdadero (a) demócrata deja de convocar al pueblo para que ejerza su soberanía absoluta decidiendo sobre los asuntos que deben consultársele; Un (a) autentico (a) demócrata no sucumbe a mezquinos intereses ni a la arrogancia propia de los que se creen “regentes” del pueblo. La alternabilidad consagrada en nuestra constitución Bolivariana es la que reivindica el derecho inalienable del poder popular de escoger entre propuestas, con lo que se garantiza la existencia de un estado social de derecho y de justicia sin absolutismos, en la que al pueblo pueden presentarse opciones que el escogerá en ejercicio de su derecho constitucional a votar.
La perfectibilidad de nuestra Revolución tiene en la enmienda propuesta su expresión más refinada en cuanto y tanto “desentuba” la voluntad popular restituyéndole más y más poder al pueblo. En mi opinión las enmiendas o reformas constitucionales por venir deben enfocarse en la Revolución de las estructuras del Estado y sobre todo convertir en deber lo que hasta ahora se consagra como un derecho: ¡VOTAR!
¡Viva Hugo Chávez! ¡UH AH LA ENMIENDA SI VA!