El presidente Hugo Chávez ha obtenido una clara victoria con la aprobación de la enmienda constitucional, la cual le permitirá no sólo postularse repetidamente a la primera magistratura, junto con alcaldes, gobernadores y diputados nacionales y regionales, sino darle continuidad al proyecto político iniciado hace diez años.
Fue una campaña corta, y durante la misma el Presidente ratificó una vez más su condición de líder, y su capacidad para dar giros políticos cuando la situación lo amerita. Lo demostró al aceptar, contra todo pronóstico, la propuesta de Patria para Todos para ampliar la enmienda a los otros cargos de elección popular. Y también cuando se deslindó, aunque tardíamente para mi gusto, de grupos ultra radicales que terminan haciéndole el juego a quienes dicen combatir.
Pero a la vez fue una campaña que deja un mal sabor por el uso abusivo de los recursos del Estado. Y esto no puede justificarse con el argumento de que la oposición hace lo mismo con el apoyo de los medios privados. Si bien no pocos medios impresos y audiovisuales activaron con todos los hierros contra la propuesta de enmienda, los medios y organismos públicos lo hicieron a favor y de manera abusiva. Y eso, además de ser contrario a la Constitución, a las leyes y a la ética que debe caracterizar a quienes administran al Estado, envilece la política y no se diferencia en nada de los abusos cometidos por adecos y copeyanos cuando tenían la sartén por el mango.
En todo caso, esto no cambia lo esencial. La mayoría del pueblo sigue apostando por el liderazgo del Presidente Chávez, y esta realidad no puede esconderla la oposición venezolana bajo el argumento de que quien vota por Chávez lo hace porque le pagaron o porque es un ignorante. Hay un pueblo que mantiene una esperanza y que, apoyando a Chávez, espera que ahora sí se dé la batalla contra la corrupción, la ineficiencia y la inseguridad, y se domine a la inflación, por citar varios problemas.
Se equivocan quienes creen que lo ocurrido el domingo es un pasaporte seguro hasta el 2013, 2021 o 2050. Los cuatro años que le restan a este período son fundamentales para definir el rumbo del país. Aquí no hay reelección sin buena gestión, y sin un pueblo vigilante que señale al funcionario corrupto, indolente o ineficiente.
Y tampoco se puede ignorar a ese 45 por ciento de venezolanos que no apoya al gobierno, y que hoy ha superado los cinco millones de votos, pese a la exitosa estrategia electoral del Comando del SI, y pese a los errores de una dirigencia que, cuando no delega su tarea en voluntariosos pero inexpertos dirigentes estudiantiles, sigue como perrito faldero a directivos de medios devenidos en vendedores de ilusiones.
Diría que hoy uno de los retos del Presidente Chávez es asumir en serio la necesidad de crear vasos comunicantes con la clase media, sin descuidar los sectores populares, y promoviendo la inclusión sin exclusión. La oposición ha sido derrotada, pero no está fuera de combate. Y un 32 por ciento sigue sin tomar partido, a la espera de un mensaje que no llega.
HERNAN MATA
Después de la muerte de mi padre nunca había sentido un golpe tan duro y certero como el que ha significado para toda la familia Villegas la muerte de Hernán, el esposo de mi adorada hermana Clara. Un accidente de tránsito, en la vieja e insegura carretera hacia Oriente, nos ha arrebatado a este ser humano de corazón inmenso, que en lo particular me tuvo como a uno de sus hijos. Repitiendo a su hermano Diógenes Mata le digo a Hernán que “reposas sobre el ala del sueño de los justos. Hermano, ¡Adiós por siempre!. Mi poema es un llanto. La herida queda abierta”.