Compartiendo con mi esposa Greddy Margot sobre el devenir pos enmienda, ella me comentaba que a pesar de lo fácil que era promocionar y defender la gestión social y sus alcances realizados por el Gobierno Bolivariano y la claripensante égida del Comandante Chávez en estos diez años, se percibe un desgano por parte del estamento mediático gubernamental por difundir en su justa dimensión las obras sociales realizadas y todo lo que viene en materia socioeconómica y humana. Me decía mi compañera de aventuras vivenciales, que las familias menos favorecidas tenían más oportunidades de mejorar su situación debido a que las preocupaciones por salud, educación y alimentación, el gobierno socialista se las había aliviado en gran parte (sino en toda).
En esta administración nacional se dignificó el derecho inexcusable y protagónico de los autóctonos pobladores de nuestras tierras y que en los anteriores gobiernos los tenían relegados en “reservas indígenas” y “tomándolos en cuenta” solo en el manido y despreciable “Día de la raza” donde se glorificaba la supremacía racial de los invasores sobre nuestros pueblos originarios. Además, en este gobierno el rol de la mujer venezolana se ha dignificado tanto en el plano legislativo, laboral, profesional, político, materno y hay tanto espacio profesional y leyes que protegen este hermoso género humano, que el hombre ya parece el sexo débil en nuestro país. En fin, hay tantas conquistas y derechos sociales alcanzados e implementados para todos los habitantes de esta tierra bolivariana (ricos, pobres, extranjeros, niños y niñas, mujeres y hombres) por el gobierno y sobre todo por la calidad humana del Comandante Chávez, que los diez años que han transcurridos y que aun no han sido suficientes para solventar la deuda social acumulada, le han dado vida a un pueblo que estaba sumido en la desesperanza. Por eso se ganó la enmienda, por mantener viva la esperanza. Se escogió por una esperanza socialista de igualdad que representa Chávez y se volvió a demostrar que los votos los tiene el comandante, por si algunos “pomarrosas” pretenden adjudicarse el triunfo por su “trabajo político”.
Ahora bien, aprobada la enmienda con votos suficientes que no dejan asomo de dudas sobre lo que quiere la mayoría absoluta del pueblo venezolano, la mísera oposición ya tenían montada su estrategia desestabilizadora, porque sabía que iba a ser derrotada. Esta argucia pretende hacer ver que los “adalides” de la oposición cual “niños Jesús” inocentes y demócratas “reconocen” a Chávez como presidente y desean dialogar con él sobre el futuro de Venezuela. Y podemos ver como “las reporteras” de Globo-micción le meten el micrófono en la cara a cuanto personero del gobierno o partidario del PSUV se encuentran o persiguen para ametrallarlos de preguntas sobre las “buenas intensiones” de los Antonio Ledezma, Capriles, el “Chorro de Babas” de Cesar Pérez Vivas, el pollito Salas, el “hip hip” cura Lukert y Basaltar Porras, por nombrar algunos santos nombres de la fauna golpista venezolana. Los medios de la desinformación y desestabilización escritos, radiales o visuales quieren hacer ver al Presidente Chávez como una persona antidemocrática e irracional. Esta mentira mediática tiene ecos en los Estados Unidos emitidos desde el Departamento de Estado. Todos los días y en todos los horarios desde que se supo el resultado de la enmienda, la vocería desestabilizadora mantiene una campaña provocadora y a la que desafortunadamente se le han “pegado” algunas voces de “este lado”.
Ya el Comandante habló. A estos mercenarios de la política, ni un poquito de espacio. Y así debe ser, ni un milímetro de espacio político que se ha conquistado con sangre, con sudor, con rabia, con esperanza y con mucho amor, pero que este amor no implique una cobarde entrega. Por eso, nuestros voceros políticos y el aparato mediático gubernamental nacional, deben hacer algo que a la oposición irracional les fastidia: mantenernos en una permanente presencia mediática como si estuviéramos en campaña electoral y decirle a la gente que no borre su memoria, ni la histórica ni la reciente. Y me permito contarles algo. Pasando con mi pequeño hijo José Isaac de once años donde habían un grupito de compatriotas que en plena campaña vía la enmienda hacían promoción a favor del NO repartiendo volantes, una señora muy bien maquillada y trajeada (y sudada) se acercó a mi vehículo y me dijo: “Usted quiere a su hijo, usted piensa en el futuro de su hijo” y mi José le contestó: “Si, mi papa me quiere mucho y es por eso que el va a votar SIIIIIIIII”. Yo no dije nada y la señora salió espantada. Ese, amiga y amigo, ese es el mensaje que debemos tener sin temor ni vergüenza y difundirlo con amor y valor estemos donde estemos y sentirnos orgullosos de ello como lo hacen nuestros pequeños.
Estos cuatro años rumbo a la reelección del Comandante Chávez, van a estar signados por la arremetida de la canalla opositora y por algunos traidores que mantienen su latencia para emerger en cualquier momento. Y ante esto no podemos dar espacio de acción a estos renegados, sino ¿De qué vale el reivindicar los muertos del 27-F, la rebeliones del 4-F y 27-N, la defensa popular de la democracia de 13 de abril de 2002 y la resistencia a los paros y sabotajes, las ganancias electorales desde la primera hasta el 15-F, entre otros eventos? Si esto no es suficiente esfuerzo, merecemos que nos jodan y bien jodidos.
Y como yo soy un carajo amplio voy a permitirme tomar el “inteligentísimo” slogan de la derecha “NO ES NO” y si pregunta porque es NO, porque NO. NO vamos a entablar “diálogos” con los sempiternos golpistas. NO vamos a pendejearnos con los mensajitos “bobos” y peligrosos de la reconciliación. NO queremos que sigan envainándonos. NO permitiremos que nos agarren con los pantalones abajo. NO nos quitaran nuestros derechos sociales ampliados. NO pondremos el futuro de nuestros hijos en manos del fascismo. NO sacaran al comandante Chávez del poder dado por el pueblo. NO volverán. En fin NO es NO. Bueno, por lo menos justifique un poquito este NO es NO, por si alguien me reclama y si NO es así, NO puedo hacer mas nada, por ahora.