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Husmeando librerías con el propósito de dar con alguna nueva edición de Auto de Fe, extraordinaria y magistral narración del premio Nobel búlgaro, Elías Canetti, nos encontramos por suerte con la novela de Héctor Bujanda, La última vez, una historia ambientada en los sucesos del 27 de Febrero de 1989, tan bien escrita y tan fascinante que la devoramos de un sólo tirón, sin que ni siquiera nos diera tiempo de salir del centro comercial donde la compramos.
Debemos confesar que no teníamos referencia alguna de esta novela, y que la adquirimos motivados, entre otras cosas, porque el autor de la misma, Héctor Bujanda, fue nuestro compañero de clases en la escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), durante la fatídica y decadente época de finales de los años ochenta, en la que el país sufrió una de las situaciones políticas, sociales y económicas más terribles de su historia.
Publicada por el Grupo Editorial Norma (Marzo-2007) esta historia, que, aunque escrita en el ámbito de la ficción narrativa, es una lectura obligada para abordar y tratar de entender los acontecimientos del 27 de Febrero de 1989, desde otra perspectiva y, sobre todo, desde la concepción y la mirada de un joven periodista que vivió desde muy cerca este hecho que marcó un hito en la historia política contemporánea de Venezuela.
Hemos querido recomendar la lectura de La última vez a propósito de que por estos días se conmemoran los 20 años de este acontecimiento que estuvo signado por la muerte, la violencia gubernamental, las fosas comunes y los desaparecidos. Novela que a través de la trama permite, como dice Luís Barrera Linares, imaginar el derrumbe de un modelo político, y la decadencia y confusión de los sectores sociales medios. Un argumento que sobrepasa lo meramente local y llama nuestra atención acerca de lo posible en cualquiera de nuestros países latinoamericanos
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En esta historia hay un hecho relevante que no debe pasar desapercibido y tiene que ver con la manera como la mayoría de los medios de comunicación que apoyaban al gobierno de Carlos Andrés Pérez, y el status quo, movidos por intereses económicos, trataron de manipular la información y ocultar la mascare que estaba ocurriendo con el pueblo en las calles de Caracas y el resto de las ciudades del país.
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En esta novela escrita al calor de esos años, una familia clase media entra en caída libre cuando el padre de un muchacho que muere de sida decide desaparecer en pleno entierro. A partir de ese suceso, el narrador, que también es periodista, investiga las razones de su fuga y trata de establecer su conexión con extraños acontecimientos que estremecen al país. En el tejido de las diversas intrigas que se desarrollan en esta historia, surgen algunas preguntas ¿cuál es la verdadera identidad del padre? ¿Qué razones habría para que el director del diario donde trabaja este periodista lo saque de una investigación? ¿Chantaje? ¿Complicidad? ¿Intereses económicos?
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Ofrecemos a los lectores algunos fragmentos de la novela que pudieran revelar lo que estaba ocurriendo en aquellos días de sangre y terror, cuando fueron masacrados miles de venezolanos con la complicidad de quienes hoy irresponsablemente acusan de dictador a Hugo Chávez Frías el presidente más democrático que conozca la historia de Venezuela:
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Con la intervención de los bancos - menos mal que tu pudiste sacar tus dólares a tiempo – mucha gente se quedó con los ahorros congelados. ¿Y los banqueros? Todos en Miami y Nueva York. Al Gobierno le costó 8.500 millones de dólares para salvar a esos tránsfugas. Una cagada tras otra, pues. Y el viejo que debe poner orden no controla ni sus esfínteres. Se caga en los pantalones mientras toma la siesta. Hasta los astrólogos, Katty, son noticia de primera página y los detiene la policía porque vaticinan lo que está de cagón: que se muere el viejo y que aquí no hay nadie quien lo pueda remplazarlo. ¿Sabías que la Miss Universo puntea en las encuestas y se dice que podría ser el próximo presidente? La Barbie 90-60-90 quiere agarrar el coroto y se hace asesorar, ahora que es política de oficina, por expertos en cosmética económica, educados en los mejores centros financieros de los Estados Unidos. El país está tan jodido, Katty, que uno de los comandantes de la rebelión del 92 se puso a repartir leche popular. Trabaja para el gobierno ¿Eso no es jalismo? , ¿Dime tú?.Y el nuevo ministro de economía es el tipo ese que fue líder guerrillero en los 60, y ahora viene a aplicar las reformas neoliberales que todo el mundo engavetó . Todo ha cambiado de lugar las mises quieren ser presidentes; los guerrilleros, neoliberales; los militares,, revolucionarios y los astrólogos, subversivos … ¡ Qué te puedo decir!Jhocas10otmail.com