El enfoque latino parece descabellado porque los dirigentes políticos desconocen las doctrinas cristianas, provocando ante esta realidad un grupo de temores que acentúa la lucha de clases que se adorna con una conducta laboral intermedia. Hoy, el clientelismo ha venido instalándose en la estructura del Estado para crear ignorancia y una burocracia que no se renueva ante la presión de los cuadros que tienen criticas y propuestas para desarrollar una ideología entre la población que no desea asumir los riesgos y solo cautiva para el mercado agroalimentario, más no para el conglomerado entusiasta que desea luchar por sus propios ideales.
Algunos se han llenado los bolsillos, utilizando el capitalismo como forma de lucha. Pero, ha llegado el momento de las grandes decisiones donde el Estado, luego de un vistazo a La historia, debe adoptarse al partido y expresar las verdades de un afianzamiento de las verdades del poder moral.
Nadie puede enfrentar los problemas de manera aislada y deben defender los espacios que resultan ser muros infranqueables de una realidad que en éste Continente nos dan crueles contrastes que determinan una postura ante los distintos conflictos presentes. Ante estos hechos, una multiplicidad de organizaciones políticas no hace nada y es necesario reducir estos entes de participación popular a una minoría para acabar con el burocratismo.
En Venezuela, estamos suscitando nuevas historias que determinan una enconada lucha de ideas, donde los religiosos buscan especular para llevarnos al espíritu absurdo y de seguida derrumbar nuestra tradicional manera de pensar. La Iglesia hoy, se ha constituido en un residuo arqueológico o folklórico que conserva cierto poder externo, pero, sin nada que aportar porque los sacerdotes han asumido una posición equivocada en cuanto al mundo espiritual, cayendo en contradicciones con el mundo político, cuando la idea es predicar el evangelio hacia una armonía que debe acogerse al llamado de Dios y avanzar hacia el corazón del hombre.
La Reforma se esta produciendo a una velocidad inusitada y, es necesario rehacer todo para lograr estabilizar a la nación y lograr más tiempo para avanzar con sensatez al crecimiento de la nación. La contemporaneidad ha puesto a América Latina en una verdadera encrucijada, ya que la cultura tradicional se esta disolviendo y los procesos modernizadores son cada vez más acelerados, exigiendo reformular la inserción de nuevos pueblos dentro del nuevo orden económico mundial y, este proceso de modernización nace de la crisis del modelo desarrollista que tuvo su colapso en los años 70- 80. A raíz de esto, nuestro continente latino ha sido empujado a modernizarse y avanzar en el campo tecnológico
J. Comblim,( 1987), sostiene que nuestra cultura latina esta marcada por tres impactos: la colonización, ( siglo (XVI), ella coloco las bases sociales y culturales que permitirían el acoplamiento a los impulsos técnicos posteriores, la independencia y constitución de Estados nacionales,( siglo XIX), es la penetración de ideas provenientes de la ilustración y la integración del mercado internacional liderado por Inglaterra y, por último el modelo desarrollista, (XXI), que representa el ideal de la sociedad industrial moderna y que se quiere aplicar al continente. Ahora estamos en la definición del Socialismo del Siglo XXI.
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