Las siglas de RASA: que a ciencia cierta no sé que identifican, y ahí mi
especulación de ¿Róger Ayala Sociedad Anónima?, corresponden a un partido
establecido en Puerto La Cruz (Municipio Sotillo del estado Anzoátegui) que
es liderado por un avieso personaje: Róger Ayala, arquitecto por más señas,
figura emblemática de lo que fue la grotesca corrupción política
adeco-copeyana en esta región, y político que en su momento fue
determinante en periodos del último gobernador adeco: Dennis Balza. Y hablo
de Róger Ayala y su Arrasa, Rasa, ¿o que sé yo? porque dicho personaje al
igual que la mayoría de líderes del otrora partido blanco en Anzoátegui,
son personajes de ingrata recordación y memoria de ese pasado reciente,
corrupto y perverso de la Acción Delincuencial (blanca y verde) en mi
estado natal, la cual me permito traer a colación para fijar algunas ideas.
Al respecto una anécdota grotesca ha quedado en mi memoria. La refiero
brevemente. A principios de los 90 visité con un amigo el Palacio
Legislativo de Anzoátegui en Barcelona. Mi amigo vendía (en esa época)
medicamentos cubanos, PPG, por más señas, y en los pasillos altos de la
tristemente célebre ALA se enlazó en la venta del medicamento de marras a
un señor que era máximo legislador adeco, quien aceptó comprarle unas cajas
del específico. Pero el principalísimo legislador adeco (un hombre flaco,
alto, de ademanes afeminados) no tenía en sus bolsillos el dinero: más o
menos ocho mil bolívares que costaba el preparado, y dijo que bajáramos al
estacionamiento porque en su carro tenía efectivo. Y en efecto allí se
encontraba. Descendimos las escaleras. Cruzamos bajo el sol de la canícula
hasta el estacionamiento. Abrió el maletero del auto y encontramos una
bolsa negra de plástico, de esas que se usan para depositar la basura,
repleta hasta reventar de no sé qué. El máximo legislador adeco hurgó con
parsimonia en la bolsa y extrajo, para nuestro estupor, un grueso fajo de
billetes de cinco mil. Sacó dos, y con sonrisita de muchacho travieso los
alargó a mi perplejo amigo: "Guárdate el cambio", dijo. La bolsa quedó
ligeramente entreabierta. Por el agujero asomaron, dispuestos en pilas
desordenadas, lo que eran montones de millones de bolívares. "Eso es pa' la
campaña", expresó ante dos rostros marcados por el asombro, y cerró de
golpe el cofre.
Y la anécdota viene a cuento, porque uno no se explica por qué
honorables burgueses anzoatiguenses, de presunta y digna catadura, como
Gilberto Román, John La Casa, Omar González Moreno, Gustavo Marcano,
y tantos más, de improviso (sin mediar ninguna norma ética o moral) hacen
causa común con sujetos deleznables, emblemáticos rufianes de la corrupción
política regional, como es el caso del señor Róger Ayala. Un personaje de
una incultura atroz, capaz de confundir el nombre de Hemingway con una
nueva marca de jabón, y que utiliza (sin conocer) frases incoherentes, de
un analfabetismo funcional impresionante: "La fundamentación de la solución
para Sotillo, estriba en la creación de oportunidades para que todos los
ciudadanos y ciudadanas puedan disfrutar de una vida decente y próspera".
Dice el señor Ayala en una cháchara pomposa que pretende ser su programa de
gobierno, pero lo que no sabe el orejudo (por lo burro) es que en términos
de planificación estratégica, la palabra "fundamentación" se refiere al
conjunto de leyes y normas legales que fundamentan el plan, programa o
proyecto (fundamentación normativa), y por otro lado, remite a la
fundamentación objetiva, es decir al diagnóstico de la situación inicial
que se realiza de un problema específico existente en la realidad.
Un señor que al observar que Acción Democrática estaba de capa caída,
que andaba en bancarrota, sin mas ni menos le abandonó en el peor momento
(dando un tremendo ejemplo de lealtad), cogió sus cachachás y se fue a
fundar otra organización política: Róger Ayala Sociedad Anónima, con la
cual continuar con su patología obsesiva de ser alcalde de Puerto La Cruz
(Mcpio. Sotillo de Anzoátegui). Entonces (en plena campaña electoral) le
dio por imitar (oh, triste bufón de la política local) al gobernador del
estado Miranda: Enrique Mendoza, y se vistió muy faramallero con una
chaqueta deportiva a la usanza del político mirandino, una gorra de béisbol
que colocó en su sesuda cabecita con el ala de la visera hacia atrás,
similar al gobernador de marras, en un cambio de atuendo, un nuevo look que
le pareció (en su ignorancia) fenomenal, pero que tristemente (como toda
mala copia) apenas llega a ser el engendro (o el clon bastado) del copeyano
Mendoza.
Y uno no se explica (entonces) por qué estos señores de la oposición al
presidente Chávez en Anzoátegui, hacen causa común con este gángster. Qué
los une que no sea la más auténtica e irracional desesperación. Qué planes
pueden diseñar con gente de esta calaña que no sean acciones donde la
violencia sea el discurso: ejemplo de la vivida durante "El Trancazo" el
pasado 11 de septiembre en El Elevado de Lechería (municipio
Urbaneja-Anzoátegui). Una oposición que anda (en cuanto a valores éticos y
morales) más perdida que enano en procesión del Santísimo, caminando
impávida con estos rufianes de los 40 años de corruptelas, prolongadores de
Gómez, de la Venezuela del anofeles y del paludismo, y eso es el pasado.
Algo que debemos superar.
De niño, recuerdo, mis padres insistían en que uno debe evitar malas
compañías. "Dime con quién andas y te diré quién eres", dice el sabio
refranero popular.