Debo admitir, que la diputada por el Estado Táchira, Iris Valera, pese no haber tenido el placer de tratarle, goza de mi aprecio. Fundamentalmente porque a lo largo de este proceso siempre ha mostrado rectitud, firmeza y consecuencia con el mismo. Y eso que, pese que en algunas circunstancias, como aquel asunto relacionado con el ex gobernador del Guárico, Eduardo Manuit, pareciera que, por razones que no viene al caso ventilar, no gozó de suficiente respaldo.
Muchos otros, amparados en motivos fútiles, tomaron la de Villa Diego y se fueron a parapetar tras los muros de la oposición. Además, nos agrada el atrevimiento, iniciativa y libertad que suele utilizar al momento de emitir sus opiniones y fijar posición sin transgredir la disciplina y solidaridad
Esta mañana, en su peculiar estilo, que ha motivado a sus amigos llamarle “La Fosforito”, en un programa de Venezolana de Televisión, se dirigió a José Vicente Rangel, y le solicitó meditar o considerar, por lo menos en lo que respecta a los aspectos formales, sobre su persistente llamado al diálogo.
Antes que ella, muchos otros, pese las manifestaciones de Fidel Castro y Hugo Chávez, de estar dispuestos a dialogar con Obama para recomponer las relaciones entre sus respectivos países, o a resetearlas, como dijese el segundo, o lo que es lo mismo, entre el imperio y los disidentes de mayor importancia y trascendencia, viendo el problema a la luz de los últimos acontecimientos políticos, han enfatizado en la inutilidad del diálogo en Venezuela.
Estos críticos de los empeños de José Vicente, coinciden en afirmar que la revolución, el proceso de cambios que camina en Venezuela y el gobierno, no tienen referentes con quienes se podría dialogar.
Nosotros hemos sostenido que, quizás la deficiencia en el planteamiento del veterano periodista, está en no hacer precisiones o, por lo menos señalamientos generales, de los factores con quienes se podría intentar un acercamiento útil para reducir la conspiración y oposición a ultranza. Y por supuesto, dejar explícitamente asentado con quienes no debe perderse el tiempo ni caer en sus trampas. Como por ejemplo, el obispo Porras, quien días atrás, en un intento de confundir, habló de diálogo, mientras la CEV y el Cardenal Urosa Savino, se desataban en inventivas, infamias contra el gobierno y solidaridad automática con quienes recientemente fueron condenados por los asesinatos de abril del 2002.
No por azar, sin fin alguno, Fidel Castro, dijo alguna vez al presidente venezolano, que en este país no hay cuatro ni cinco millones de oligarcas.
Y dijimos que la diputada del PSUV, pidió a José Vicente considerar su llamado, por los menos en los aspectos formales, porque pese que al inicio se manifestó opuesta al diálogo, al final admitió la posibilidad del mismo con sectores opuestos al gobierno.
Dijo la diputada, y conste que hacemos la mención de memoria, que no se puede dialogar con esa oposición “que sale en la televisión”. Entendemos que hizo referencia a los factores que aupan algunos medios, sobre todo Globovisión, en su pertinaz intención golpista.
Pero admitió la existencia de una oposición en universidades, hasta de sectores contratando con empresas del Estado, empleados del gobierno mismo, en las misiones, es decir, en varios ámbitos, con la cual se podría dialogar.
No obstante, tal juicio que la distancia de quienes se cierran a cualquier intento de dialogar, con la ventaja que hace precisiones acerca de con quienes es posible o no hacerlo, la audacia de la tachirense llegó más lejos.
Sin mayor dificultar, ni muchos rodeos, dejó ver que hasta con el ex diputado adeco Henry Ramos Allup, se podría buscar el diálogo; y a favor de eso, señaló que éste, ha hablado de sacar Chávez del gobierno, sin necesidad de ese empeño golpista.
Quienes habían hablado hasta ahora de diálogo, empezando entre nosotros mismos y con quienes apoyan al gobierno sin estar insertos en ninguna estructura organizativa, con factores más allá de la organización partidista y opositores pero en actitud radicalmente opuesta a conspiradores reales, mediáticos, virtuales y ensotanados, no habían pensado en los términos que lo expresó Iris Varela.
Creo que su posición le abre espacio a la discusión productiva, realista y necesaria, que no parte de la absurda connotación que ella significa arrear banderas, vender los principios y tontamente entregarle las trincheras, espacios ganados al pasado, estancamiento y menos a enemigos.
Como dijo recientemente Fidel Castro, “existimos porque creemos en nuestras ideas y no tememos dialogar con el adversario”. Esto es clave y lo es también que el diálogo debe ser procedente. Dialogar, sólo por hacerlo, es tan absurdo como negarse de plano a conversar con el adversario.
Es importante, como Iris Valera, pese a las críticas iniciales a lo expuesto por José Vicente, cree que hay factores en la oposición, con quienes es posible dialogar.
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