Definitivamente, esta oposición apátrida no termina de agarrar mínimo; mientras que, el imperio ha comenzado a reevaluar su conducta hacia Venezuela y la propia “Condolezza” Clinton asume autocríticamente como un error la política de “aislamiento” seguida por su antecesora en el Departamento de Estado; los apátridas insisten en sus campañas desestabilizadoras contra la paz de la República, sus instituciones y pobladores. El libreto sigue siendo el mismo, lo que se conoce como el “Manual del perfecto golpe de estado latinoamericano”, elaborado por un equipo de sociólogos y psicólogos sociales en Estados Unidos, a petición de sus organismos de inteligencia norteamericanos, a raíz de la derrota militar que le infringiera el glorioso pueblo cubano en Bahía de Cochinos. El objetivo último, del plan conspirativo, sigue siendo el mismo, obtener la adhesión de un segmento de la alta oficialidad de las Fuerzas Armada Bolivariana para que atente contra el pueblo y su Democracia Bolivariana, de allí los llamados desesperados del alcalde Ledezma, como el realizado el pasado 28 de marzo, en un acto opositor en San Cristóbal: "Hago un llamado a la Fuerza Armada Nacional a que tenga presente el concepto de la desobediencia de actos ilegales", advirtiéndoles más adelante: "Si ellos siguen avalando actos inconstitucionales, si siguen cometiendo delitos contra los derechos humanos, tengan pendiente que existe el Estatuto de Roma que está vigente en todo el mundo", según reseña la agencia de noticias EFE. Ya, días antes, la iglesia Católica se dedicaba a deslegitimar al Poder Judicial y Legislativo por la sentencia a prisión de los verdaderos pistoleros de Llaguno, los comisarios Vivas, Forero y Simonovis, y a la Asamblea Nacional por las leyes que venía aprobando. Mientras, la oposición apátrida, venía trabajando –intensamente- al interior de las universidades generando zozobra entre sus comunidades con lo del recorte presupuestario del 6%, con el clarísimo objetivo de incentivar la salida a la calle de los estudiantes a protestar contra el Gobierno Revolucionario, no pudiendo haberlo logrado, no le quedó otra a las autoridades universitarias que salir a recorrer universidades, para de esa forma impulsar la desesperanza y desesperación en sus comunidades, y de allí que fueran a parar a Mérida que fue donde lograron su objetivo de manchar sus manos en sangre y quemar las calles de ese pacífico pueblo andino, logrando así su objetivo, en la muerte del camarada Yuban Ortega, dirigente estudiantil del IUT de Ejido.
Si algo ha caracterizado la actuación de los apátridas, en estas últimas semanas, ha sido su conducta regida por lo establecido en el Manual en referencia, el cual receta entre otras cosas el debilitamiento del Estado de Derecho, incidiendo fundamentalmente sobre: La legitimidad Institucional, El orden público y en tercer término, sobre La intangibilidad territorial; y este último punto, tiene que ver mucho con la campaña centrada en el tema de discusión sobre el Golfo de Venezuela, lo que denunció la prensa revolucionaria, valga decir: Aporrea, como el Plan Golfo Turbio, reseñado días después por José Vicente en su programa dominical.
Como vemos, esta marcha del 1º de mayo, entraba en una nueva intentona golpista, la aparición pública de Luis Miquilena, en estos días, deja entrever que se trata de un plan de largo alcance; este tenebroso personaje que aparece cuando se avecinan tormentas en nuestra querida Patria, debe ser investigado a profundidad por los organismos de seguridad del Estado Revolucionario, es más que evidente que para este 1º de mayo había un plan preconcebido que no se limitaría a los hechos de violencia que se desataron en las inmediaciones de Plaza Carabobo; la pantalla partida de Globovisión mostrándonos la forma en que la Policía Metropolitana actuaba para sofocar a los violentos, la ruptura del cordón policial con la finalidad de internar la marcha hacia la Asamblea Nacional, faltó poco para que el incitador de Ledezma dijera en la tarima: “vamos a Miraflores…todos a Miraflores…”, es decir, cualquier semejanza entre lo ocurrido este 1º de mayo y el 11 de abril de 2002, parece que es mucha coincidencia o casualidad dijera un opositor apátrida. Para fortuna de quienes habitamos esta República Bolivariana de Venezuela, la oposición se ha debilitado en extremo y, a diferencia de abril de 2002, la marcha de los trabajadores y trabajadoras revolucionarias era como mil veces superior en número de asistentes que la escuálida marchita que movieron los loquitos opositores, dirigidos por el alcalde Ledezma, quien le ha declarado la guerra a la paz ciudadana de los caraqueños y caraqueñas. Si bien fracasaron en este nuevo intento de llegar a Miraflores por la fuerza, creemos que no hay que bajar la guardia, se trata de conspiradores de oficio que, al culminar sus labores se van de paseo a Margarita a deleitarse de las bondades de las fortunas mal habidas en el ejercicio de los cargos públicos, con razón el afiche que llevaban los asistentes a dicha marcha tenía como consigna única: “Manuel Rosales somos todos…”, si Luis, no ve que ladrones somos todos, justicia es lo que hace falta en este País para acabar con estos sinvergüenzas de la política nacional. ¡¡¡No volverán!!!
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