Para muchas personas, el manejo de su masa corporal se convierte en un verdadero problema, bien sea por querer aumentarla o disminuirla en aras de alcanzar lo que creen que es su “peso ideal”. Ese peso ideal es entendido como una combinación óptima entre la masa corporal y la estatura (talla) del sujeto, que generalmente se evalúa a través de las llamadas tablas peso-talla o de índices que relacionan las dos dimensiones, tales como el Índice de Masa Corporal (IMC).
Esa idea ha sido alimentada a través de balanzas colocadas en establecimientos públicos, información en los medios de comunicación e incluso, publicaciones científicas, pero ello no significa que esa sea la forma más adecuada de determinar cuál debe ser la masa corporal adecuada de un individuo, pues la configuración morfológica del ser humano depende de diversos elementos, tanto de índole biológica como medioambiental, por lo que la adecuación de la masa corporal en un sujeto, no puede reducirse únicamente en términos de su relación con el tamaño (estatura) del mismo.
Asimismo, vale la pena destacar que esta estrategia de valoración ignora aspectos relativos a la composición corporal del sujeto, pues considera a la masa corporal como un todo, sin discriminar entre sus componentes (grasa, músculo, hueso, etc.), asumiendo que existen pocas variaciones en cuanto a la estructura corporal de un sujeto a otro. Es decir, bajo este enfoque, existe una norma, un patrón, que hay que alcanzar, muchas veces por vías que comprometen la salud de las personas. A esto no escapan los deportistas, muchos de los cuales, por las características de la disciplina que practican, deben alcanzar o mantener cierta masa corporal.
Una estrategia alternativa para hacer la evaluación de adecuación de la masa corporal tanto en deportistas como en no deportistas, viene dada por la valoración de este parámetro en fracciones o compartimientos, aplicando lo que se conoce como análisis de la composición corporal. De este modo, la masa corporal total puede reconstruirse a partir de la suma de las masas de varios compartimentos, pudiendo realizar esta división en dos, tres, cuatro y hasta cinco compartimentos, todos derivados a partir de las dimensiones corporales del sujeto y realizando las interpretaciones en términos de cuánto representan proporcionalmente cada uno de ellos.
De estos posibles fraccionamientos que pueden hacerse de la masa corporal total, el más utilizado es el de dos compartimentos (masa grasa y masa libre de grasa). Usualmente, la atención la acapara el llamado componente graso, dadas las implicaciones que tiene su exceso tanto para la salud como para el rendimiento deportivo.
En tal sentido, existen multitud de ecuaciones disponibles para estimarlo, la mayor parte de las cuales ha sido construida a través de dimensiones antropométricas como circunferencias y panículos adiposos, aplicables a grupos humanos de la más variada naturaleza, pero también basadas en suposiciones poco realistas, tales como la densidad constante de los tejidos, por citar alguno.
Para superar esta dificultad, los especialistas han recomendado utilizar los panículos y perímetros sin ninguna transformación numérica, sino simplemente haciendo evaluaciones periódicas que den cuenta de los cambios en el esos parámetros. Esto, aunado a una alimentación y entrenamiento adecuados, constituyen la mejor vía para conseguir y/o mantener el peso adecuado.
Del mismo modo, es importante resaltar que toda modificación que se pretenda realizar de la masa corporal (tanto en deportistas como en no deportistas) debe hacerse siempre gradualmente y con el concurso de diversos especialistas (entrenadores, médicos, nutricionistas, antropólogos, etc.), de modo tal que puedan alcanzarse metas realistas, sin que en el proceso, bien sea por asuntos estéticos, presiones competitivas o de otra índole, se ponga en riesgo la salud de las personas.
Dr.
Rector de la Universidad Iberoamericana del Deporte