En abril del año 2002, fecha que la oposición pretende olvidar, un grupo de empresarios, políticos y militares llevaron como carne de cañón a varios venezolanos para ser asesinados en un macabro plan, del cual no se sabe todo, ni se han atrapado los culpables. Los medios de comunicación cumplieron el rol más miserable que la historia del periodismo venezolano haya conocido. Y hoy, mantienen la misma estrategia, exacerbar los ánimos con una supuesta calamidad o arbitrariedad que nos llevará al abismo y cuya única solución es desconocer las leyes y resistir violentamente para contrarrestar las decisiones jurídicas del gobierno. Sin embargo, dichas decisiones no solo cuentan con apoyo mayoritario, sino que además están corrigiendo hechos ilegales que se vienen acometiendo desde hace muchos años. Ejemplo, la regulación del espectro radioeléctrico del cual disfrutaban muchas emisoras ilegales. Pues bien, algunos periodistas, locutores, dueños de medios juegan a ignorar la ley y simplificar el debate en una arremetida del gobierno para eliminar la libertad de expresión. Ocultan el negocio del monopolio mediático y ocultan el negocio publicitario que se esconde detrás del mismo. Resulta que no ha salido a la calle una masa laboral que defienda a esos medios, pues la tendencia era que contrataban el mínimo de personal, sin seguro, si salario digno, y a través de programas de computadoras establecían una programación en red, que entre otras cosas estaba orientada a desacreditar al gobierno, a menos, por supuesto, que gozaran de la respectiva publicidad institucional. La oposición pensó que por haber derrotado electoralmente la Reforma Constitucional con marchas estudiantiles, esa era la vía para recuperar espacios, pero equivocó su análisis. Primero la Reforma era muy compleja y el oficialismo se confió en que bastaba ser una propuesta de Chávez para ser aprobada. Eso no es cierto, pues hoy día muchos seguidores de Chávez son más exigentes, quieren los planes de gobierno con más planificación y mayor eficiencia.
Con los medios desgastados y dirigentes políticos desacreditados, la oposición se ilusionó con los estudiantes, pero se equivocó de nuevo, pues no eran estudiantes, sino dirigentes políticos de los partidos tradicionales que hacen vida en la universidad. Hoy día todos ellos son activistas políticos, incluso uno de esa vanguardia era nada más ni nada menos que Nixon Moreno, prófugo de la justicia y acusado por intento de violación y homicidio. Protegido cínicamente por la Iglesia, en lugar de orientarlo espiritualmente a enfrentar sus culpas. La oposición se desmorona porque le resulta estéril sostener unas marchas basadas en mentiras y que niega en todo espacio el debate serio. La pataleta de Ismael garcía con relación a la Ley Orgánica de Educación, fue un ejemplo de lo idiota que puede ser un argumento. El show de “Radio Bemba” solo agrupa una minoría que vive miserablemente de la radio y sueña con ser artista o fotografiarse con “artistas”, que tampoco son artistas, sino bufones de un mercado controlado por los mismos dueños de medios. En las últimas marchas se evidencia la rabia y la impotencia de la oposición. No entienden, no conciben comprender tanto fracaso, pues el orgullo y la prepotencia les impiden la autocrítica y la mínima posibilidad de aceptar que están equivocados, que no son mayoría y que sus argumentos se basan en mentiras de laboratorio. Por eso no leen las leyes, por eso no aceptan razones, por eso se tornan violentos cuando la realidad les demuestra lo equivocados que están.
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