No es la primera vez que ante algún artículo crítico de opinión, planteado dentro del marco del chavismo, se desatan desde el mismo bando, respuestas airadas y a veces hasta ofensivas contra los autores(as), porque el proceso aparentemente es perfecto y como tal no admite observaciones. Ese comportamiento defensivo, por lo general se enfoca en algún aspecto particular de la crítica, y suele soslayar el trasfondo, haciendo un magro favor a la causa revolucionaria que requiere y debe valorar la autocrítica. Ello ha ocurrido por ejemplo, cuando se denuncia la existencia de grupos de poder afectos al Presidente, cuyo comportamiento pareciera que se guía más por los cálculos personales de ascenso y posicionamiento, que por el interés de servicio colectivo del cual hace gala a cada rato el primer mandatario.
En estas mismas páginas de Aporrea, el señor Francisco Mejías, quien se identifica como trabajador de Pequiven, hizo un innecesario periplo que pasa por el truculento caso del niño y el globo en Denver, para desmentir a Mariadela Linares por su artículo de opinión del domingo 25-10 en Ultimas Noticias, cuyo titular “Seguimos con el adeco adentro”, lamentablemente no es un globo, sino que encierra una verdad incontestable. En el mismo, la periodista se refiere a un informe presentado en Miraflores, que denunciaba algunos hechos fraudulentos relacionados con una fábrica de pañales y otra de inyectadoras, y que estarían entre las razones que condujeron a la sustitución del entonces presidente de la empresa.
Eso último es un hecho conocido, y que sepamos, nadie es relevado de su cargo porque obtiene resultados excelentes. Mal podría el informe que cita la colega periodista, buscar “defenestrar el papel de PEQUIVEN en su contribución a impulsar una nueva economía…”, como interpreta el camarada Mejías, porque de hecho, con el mismo, que seguramente abarcó también un inventario del no tan avanzado proyecto de las Petrocasas, sólo se sustentó el cambio de jefatura.
Por otra parte, se ve que el funcionario de Pequiven no se ha paseado por la Maternidad Concepción Palacios para constatar su deplorable estado, ni se ha enterado del robo de equipos en hospitales, ni sufre los apagones recurrentes, ni las fallas de Internet, ni la inseguridad en las calles, que también señala Linares en su artículo. Desafortunadamente Sr. Mejías, una revolución no se construye con slogans como ese que usted menciona al final de su texto, por más bonitos que sean. Es difícil que llueva café si no lo sembramos y cuidamos. En una revolución verdadera sólo los resultados tangibles convencen. Sólo los proyectos que se traduzcan en un aumento sostenido de la calidad y nivel de vida de los venezolanos, y en particular de quienes fueron permanentemente ignorados por la Cuarta República, tendrán peso a la hora de sacar las cuentas. Eso lo tiene claro el Presidente, y por ello debe recurrir a la verificación sobre el terreno, para constatar si la información que ofrecen las empresas estatales son realidades o simple publicidad y propaganda. A esto precisamente se refería el informe citado y presentado al Presidente; que las fábricas sí funcionen actualmente es harina de otro costal.
Afortunadamente existe esta página, donde la creciente madurez del colectivo que apoya a Chávez, coloca con frecuencia sus quejas y críticas constructivas, en una labor de contraloría popular que tiene que arrojar cambios favorables.
camilopalmares@yahoo.com