Desde pocos días después del 11 de marzo, cuando la OMS declaró oficialmente como pandemia a la covid-19, en Venezuela vivimos pendientes de la información acerca de su evolución, a través de reportes que diariamente transmiten las autoridades. La rutina incluye la enumeración de nuevos casos confirmados de personas contagiadas, su distribución en el país, su clasificación por sexo, su procedencia cuando se trata de pacientes importados, el número de pruebas realizadas en la víspera y el total acumulado, así como un índice referente al tamaño de la muestra por cada millón de habitantes. Un rasgo particular de estos reportes es que los médicos rara vez opinan ante las cámaras
Sistemáticamente se destaca en tono triunfal, como si se tratara de una competencia deportiva, o como si estuviéramos exentos de que aquí nos pase una calamidad similar, el avance en relación con países vecinos, a los que seguimos atribuyendo el crecimiento exponencial de los casos, aunque desde hace semanas los contagios comunales superan a los de compatriotas que reingresan desde Colombia, Brasil, Perú y otros países del sur.
La ambigüedad del abordaje político permite, no obstante, destacar como logro que Venezuela es el único país del mundo que recibe tantos auto repatriados en tiempos de pandemia.
Como muchas personas, soy asiduo seguidor de Telesur, institución impulsada por el presidente Chávez, y que hoy por hoy, después de 15 años de su fundación, es indiscutiblemente el medio más exitoso y eficaz para hacer conocer en buena parte del mundo, la realidad que vivimos en los países subdesarrollados y en particular en los contestatarios, que rehúsan continuar sometidos en el redil imperial.
Entre tanta información veraz, con sana envidia escucho los informes cotidianos y detallados acerca de la marcha de la pandemia desatada por el virus SARS-CoV-2, emitidos por el Dr. Francisco Durán desde La Habana. Comprendo que las comparaciones pueden ser chocantes, pero como en cada parte diario de la evolución de la covid-19 en Venezuela, tanto el presidente Maduro como la vicepresidenta y el ministro de información, comparan el desempeño nuestro con la debacle que se observa en los países vecinos y otros cercanos, me animo a compararnos con Cuba, porque cuando se trata de mejorar, uno debe medirse con los mejores y no con quienes aparentemente cometen más desaciertos.
En primer lugar, el portavoz oficial de la isla no es el presidente Diaz Canel. Ni siquiera el titular del Ministerio de Salud Pública. Quien habla todos los días es el Director Nacional de Epidemiología, porque sin duda, quienes están por encima de él en el organigrama estatal, están conscientes de que, frente a una pandemia, un inmunólogo debe estar mejor preparado que cualquier político. En nuestro país quienes menos hablan son los médicos, aunque a veces permiten expresarse algunos minutos al responsable del Ministerio del Poder Popular para la Salud, o a personal del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel.
Entonces, el Dr. Durán es el vocero del equipo nacional de salud cubano enfocado en el combate del coronavirus, conformado por el personal médico y paramédico de los centros hospitalarios, y por el de los centros de investigación en biología molecular dispersos entre el occidente, centro y oriente del país. Porque la isla con 11,3 millones de habitantes y más de 60 años de bloqueo económico por parte de los gobiernos estadounidenses, cuenta al menos con siete centros de procesamiento de muestras para PCR distribuidos entre La Habana, Villa Clara y Santiago, que les permiten efectuar miles de análisis diarios. Y son los resultados de esa prueba, la más precisa, los que se difunden a diario a través de los medios de comunicación, junto con respuestas a preguntas formuladas por la audiencia.
Más allá de analizar los cambios en la situación de la pandemia en Cuba, con los consecuentes reclamos a quienes irresponsablemente violan las medidas de precaución para evitar el contagio, los reportes ubican el desempeño de la isla en relación con otros países de "las Américas", y del mundo entero, sin culpar a nadie de lo que les ocurre.
Simplemente la pandemia llegó y hay que controlarla y ese país, al igual que el nuestro, ha formado personal altamente capacitado para enfrentarla. También como Venezuela, Cuba recibe el apoyo de la OPS y de países amigos con mayores recursos tecnológicos, pero la isla puede incluso auxiliar a naciones del "primer mundo", como lo ha hecho a través de la "Brigada Henry Reeves" (Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias), creada en 2005 por el comandante Fidel Castro, como continuación de la tradición internacionalista cubana iniciada en 1960 en apoyo a Chile durante un terremoto.
Pareciera que las diferencias radican en la organización y en el enfoque con el cual se dirigen las acciones para controlar la pandemia. Lo del coronavirus es un problema de salud pública más que un asunto político.