La estupidez de la totuma

Poco a poco nos hemos ido acostumbrando a la vaciedad del discurso político, a la permanente banalización de lo transcendente, a la reversión del sentido real de las cosas y su transformación en chiste y en motivo para una controversia que no conduce a ninguna parte. Padecemos de eso que llaman la "estéril fecundidad de los necios". Somos unos orgullosos idiotas, pues.

Nos hemos cansado de escribir en estas páginas sobre la crisis de valores que padecemos. Vemos como un hecho común que los médicos se roben los equipos de los hospitales y los lleven a su consulta privada, y eso pasa a ser una extendida expresión de la viveza criolla, de la cual tanto nos ufanamos. No es noticia. Nadie pierde tiempo en investigar por qué se desaparecen las cámaras de laparoscopia, los equipos para hacer ecosonogramas, el costoso instrumental indispensable en un quirófano, las inyectadoras y un etcétera muy largo. No se investiga porque habría que ahondar en un sistema de salud que tiene años funcionando sin contraloría; no se averigua porque habría que hurgar en más de una lujosa clínica hasta encontrar lo que se pierde en otro lado.

Tampoco es noticia que el mundo está padeciendo una catástrofe climática y que Estados Unidos sigue sin reconocer su enorme culpa en el asunto. Este año ha llovido menos no sólo en Venezuela, sino en buena parte del continente. Nuestros embalses están secos y eso obliga a un racionamiento. Poca seriedad se le imprime a la necesidad de que la gente esté informada y tome conciencia del asunto.

Se privilegia con mucho más agrado la sorna que produce el estilo presidencial de referirse coloquialmente a asuntos trascendentes. Entonces, la noticia ya no es que no hay agua y que si no tomamos las medidas necesarias, la crisis se extenderá al sector eléctrico y quién sabe adónde más. La noticia es que el Presidente dice que hay que bañarse con totuma.

Nos quedamos allí, en la burla, en la trivialización, una y otra vez. No se interpreta el sentido, y si se hace, se oculta. Prevalece la forma; priva si es de caché o no referirse a la precariedad del líquido haciendo referencia a la totuma. Saltan los creativos publicitarios e inmediatamente algún cerebro "genial" pare el eslogan de que "Venezuela somos tobos". Y se ríen. Y hasta piensan que son graciosos.

El país no se merece esta oposición que tenemos, tan carente de todo, incluso de decencia y hasta de dignidad. Tenemos un vecino que nos está invadiendo, nos está agrediendo, crea caos en nuestras fronteras, establece estados de sitio en poblaciones venezolanas para medir la fuerza paramilitar, y los estúpidos de siempre siguen pendientes de la totuma o de si al concierto del domingo fue un mar de gente o no. Vaya profundidad.

La oposición no se revisa.

Permanece atrapada en su propia red, en sus mismas mezquindades, en su incesante pugna por la figuración mediática, en su ausencia de ideas constructivas, en su enfermizo antichavismo. Son ellos los que tienen una totuma en la cabeza, hueca, vacía, carente de gracia e inútil. No sirven siquiera para que sus seguidores se den un bañito de esperanza.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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