El poder popular, el poder del pueblo indígena a constituir su propio gobierno, su propia economía y sociedad, le fue arrebatado en los tres siglos de colonización y luego a partir de la independencia y las nuevas repúblicas si bien se producen algunas reivindicaciones esta fueron más producto de intereses económicos o paliativos para evitar luchas políticas.
Así vemos como la esclavitud termina- relativamente- en 1854, 24 años después de la independencia, cuando en las emergentes economías pre-capitalistas el trabajo esclavo salía más costoso que el trabaja asalariado, y como a pesar de la guerra federal y centenares de movimientos es solo a mediados del siglo XX cuando se consigue ciertos derechos políticos, del voto universal, ya que desde la constitución de 1830, solo los hombre mayores de edad, con posesión económica y alfabetos gozaban de este privilegio.
Pero no hay igualdad social ni poder popular solo por ejercer el derecho del voto. Desde 1945 hasta por lo menos 1998 al venezolano se le internalizó la idea de que el voto universal era la representación de igualdad de todos los venezolanos, y se sembró aquella consigna de que el voto del campesino o el obrero era igual que el voto del terrateniente o el empresario.
En la práctica estamos conscientes que ni siquiera esta supuesta libertad electoral fue cierta, ya que entre la manipulación mediática y el manejo que tenían los poderes políticos y económicos sobre los Consejos Electorales hacían de estos procesos una maraña de intereses.
Sabemos que es desde el principio del siglo XX cuando comienzan las primeras asociaciones y gremios, muchos de ellos clandestinos, y que tendrían sus clímax a partir del 1936, con la muerte de Gómez, cuando este pueblo nuevamente toma las calles y exige reivindicaciones históricas. Así lo veremos desde el trágico 14 de febrero de 1936, la huelga petrolera y otras luchas sociales que hicieron posible la caída de la dictadura Pérez Jimenista y la esperanza de un proceso democrático a partir de 1959.
Sin embargo este poder popular que exigía transformaciones radicales fue amordazado y controlado desde el poder central, que a través de una cierta distribución de la abundante renta petrolera logró cierto grado de pasividad y a pesar de los movimientos protestatarios, la guerrilla de los años 60 y 70, a través de manipulaciones como la Reforma Agraria de 1960, pero fundamentalmente a través del populismo, el sistema político tuvo cierto grado de legitimidad, alcanzando un apoyo electoral cercano al 90%.
Todo esto llega a su fin cuando la crisis económica de comienzo de los años 80 pone en evidencia las contradicciones, las debilidades del sistema imperante. En los años 80 veremos como al tiempo que sectores medios de la economía y una clase media se apropian del concepto de sociedad civil y hacen presiones frente al poder central logrando algunas mínimas respuestas en lo que se conoció como La Reforma del Estado (COPRE) al mismo tiempo los sectores populares, ya mas claros políticamente, con mayor consciencia de clase, comienzan a organizarse. En un primer momento actúan espontáneamente y en forma explosiva a partir de los sucesos de 1989 pero luego constituyéndose en la base que permitirían que por la vía pacífica en 1998 llegara al poder un grupo político distinto.
Desde la llegada de Chávez al poder no hay la menor duda de las cantidades de reivindicaciones y transformaciones que desde el punto de vista legal, pero más importante aún, desde lo económico, lo político y lo social han hecho posible el acrecentamiento del poder popular. Desde el reconocimiento de los excluidos (campesinos, indígenas, mujer, niños y adolescentes) en la constitución de 1999, las Leyes Habilitantes, pasando por la lucha contra el latifundio, el desarrollo de las cooperativas, los financiamientos, las misiones educativas, de salud, culturales todos con el propósito de reivindicar a esas grandes mayorías que fueron históricamente no solamente explotadas desde el punto de vista económico sino victimas de un proceso de alienación.
Concretamente en nuestra Constitución de 1999, aparece claramente reflejada el nuevo rango de la Participación Popular, como se explicita en los artículos 62: “... La participación del Pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo…”, y 70: “Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político (...) la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros...”.
Ya no hay la menor duda de que el venezolano es muy distinto al ciudadano de hace una década atrás. Hay un gran avance en la estima del venezolano, en la consciencia social y política. Así mismo son muchos los campesinos, los indígenas, lo obreros a los que hoy sus condiciones de vida han mejorado. De esto no hay la menor duda y por esto el apoyo político que todavía acompaña al gobierno venezolano.