A diario vemos en la prensa y otros medios: “el asesino tiene un amplio prontuario policial, recientemente se le apresó por la matanza de San Antonio en Chivacoa”, y la pregunta es ¿por que un delincuente que tiene 7 muertos en su haber, que presenta un amplio prontuario policial por diferentes causales, que es capturado y vuelto aponer en la calle, vuelve de nuevo a salir a seguir matando? ¿Por qué no paga condena? ¿Qué intereses hay detrás de la libertad de un asesino comprobado? ¿Quién se beneficia de esa libertad? Esas preguntas resuenan en la calle como una sentencia ¿por que los cuerpos policiales son tan efectivos, cuando el delito se comete contra un empresario o un político o contra un funcionario policial, pero son tan pesados cuando de hacer justicia se trata por un pobre o un trabajador normal?
Es indudable que la delincuencia se ha convertido en una herramienta política. Mediante su incentivo e impunidad, se puede debilitar a un gobierno. Pero para ello se necesita la complicidad expresa de los cuerpos policiales, de los órganos del poder moral, de los jueces y de la prensa. Cuando un honesto albañil es asesinado, lo primero que aparece en la noticia es: “en un aparente ajuste de cuentas”. Siempre que es un hombre humilde la victima, el ajuste de cuenta pica adelante en la posible motivación del crimen, de esa manera, se busca evadir la responsabilidad de investigar y dar con el asesino. Pero volviendo a lo político. La explosiva aparición del fenómeno paramilitar en Venezuela, a partir del traslado intencional de su tierra de origen (Colombia), de efectivos aparentemente desmovilizados en ese país, dice de una intencionalidad programada para generar caos y debilitar las estructuras de justicia y políticas del país. Los narcóticos, son la herramienta que complementa la campaña mediática mediante la cual los valores éticos y morales, se sustituyen por la riqueza fácil y el libertinaje inducido. De esa manera, el trabajo, es descalificado y la riqueza fácil estimulada y alabada.
En una sociedad en la cual la integridad moral y ética se desaparece, la esencia misma de la unidad como tal, desaparece. Entonces hace aparición el interés individual con el cual se paga el servicio a la traición y al engaño. La patria, la nacionalidad, el ejemplo digno, la educación; pasan a un segundo plano, la soberanía es tasada y vendida al mejor postor, el estado como ente concentrador de la esencia de un país, es atacado, las leyes, garantes de la estabilidad y del equilibrio social, son manipuladas y usadas en contra de unas clases y en beneficio de otras.
La politiquería clientelista, promueve manifestaciones en defensa de unos delincuentes de comprobado prontuario criminal, para debilitar al estado y las instituciones de justicia en lo que le queda funcional, los presentan como presos políticos, de esa manera, ladrones de carros, asesinos de estudiantes y pueblo, torturadores, capos de clanes, traficantes de droga y paramilitares, violadores de mujeres y de la constitución, son presentados por los canales golpistas al servicio del promotor principal del derrumbe nacional( USA). Como santos rehenes de una dictadura que no se caracteriza por ejercer su derecho a aplicar justicia a los violadores de las leyes. Una dictadura que brinda salud, educación, alimentación, tierras para el trabajo, viviendas, dignificación, soberanía nacional y promueve el respeto a la identidad nacional. Una dictadura que está obligada a convivir con serpientes venenosas engendradas en el seno de los partidos y organizaciones empresariales de la cuarta república, que son a la vez portadoras de corrupción odio y discriminación racial y social. Esas serpientes están enquistadas dentro del aparato del estado, haciendo daño, traicionando al pueblo y al país, robando, obstruyendo, parasitando, odiando, envenenando y consumiendo lo bueno que se hace. Para esas serpientes todo lo que hacen los enemigos de Venezuela es bueno, todo lo que favorece al pueblo es malo. De esa forma: asesinar a otros pueblos es bueno, dar educación al pueblo es malo; invadir naciones es bueno, dar salud al pueblo es malo; imponer dictaduras es bueno, cooperar con otros pueblos es malo; saquear las riquezas de otras naciones es bueno, Alfabetizar a esos pueblos es malo; Contaminar la naturaleza es bueno, defenderla es malo, arrebatar la vida de los pobres es bueno, protegerla es malo, el terrorismo imperialista es bueno, la hermandad de los pueblos es malo; violar los derechos humano es bueno, defenderlos es malo; construir obras de infraestructura es malo, destruirlas y estafar con ellas es bueno.
Como notaran, la pugna entre la libertad y la opresión ha tomado visos de piquete al revés. Los interese en mantener el caos, la delincuencia y la esclavitud, han logrado desfasar la capacidad de raciocinio, desvirtuando la solidaridad, imponiendo en su lugar como bueno: el egoísmo, la avaricia, el individualismo, la malsana competencia y el desprecio a los demás.
javiermonagasmaita@yahoo.es