Continuar dándole total
soberanía, hermosa soberanía, a una bella nación poblada de gente
bella. Propios y extraños que vieron y encontraron acá, desde hace
años, un mundo de oportunidades. Inclusive quitándoles oportunidades
de trabajo a los venezolanos, hablamos de 4 millones. ¡Bienvenidos
fueron!
Luego de esta temporada
navideña reitero la primera y mayor conclusión de vida: lo más
importante es contar con buena salud. Hacemos votos porque sea un estado
común para todos.
Con crítico análisis,
como trato de hacerlo siempre, en próximo artículo comentaré
mis apreciaciones sobre aspectos de la atención en algunos centros
de salud, públicos y privados, de Anzoátegui ya que mi único hermano,
Guillermo, estuvo a punto de no matricular para este año.
Bien. Al tema. Por asunto
de comodidad y pendiente de todo lo que se refiera a información colectiva,
en especial sobre nuestro desarrollo político, no había ido al cine.
Mis hijos, reunidos por las fechas decembrinas, decidieron que todos
fuéramos a ver una película promocionada como la mejor.
Como la situación del
país está muy mala tuvimos que hacer tremenda cola en un Centro
Comercial de Pto. La Cruz, donde cada núcleo de familia o de amigos
carga con una bandejita llena de perros calientes, grandes cajas de
cotufas, tequeños y bebidas. Luego de pagar Bs. 20.000 de los viejos,
por cada entrada.
El film, producido y
dirigido por un especialista en la cinematografía moderna, James Cameron,
el hombre del Titanic de 1996, nos empieza a alterar y a capturar con
sus imágenes y el espectacular sonido. La película cuenta con
un logro especial producto de la alta tecnología.
El tema, desde el punto
de vista cinematográfico, parece un poco trillado; unos invasores y
un romance entre invasor e invadida.
Pero… lo interesante,
lo que lo hace una película de corte revolucionaria que pareciese una
producción de Román Chalbaud, si contara con inmensos recursos económicos
y le gustara el género fantástico, es que el tema básico, la conquista
de un pueblo, en este caso de un planeta, Pandora, es para explotar
las riquezas del subsuelo.
La más pura demostración
de explotación sin importar nada, está plasmada de manera fehaciente.
Un mundo muy hermoso,
donde existe una total armonía de la naturaleza con los habitantes
autóctonos. Aborígenes que están totalmente integrados a su hábitat
con una belleza sin igual, espectacular, donde se concentra lo mejor
de la película. Cameron hace una simbiosis de la vida terrestre
y marina llevándola a las especies animales y vegetales.
La supervivencia alimentaria
y la integración se manifiestan por el respeto al animal cazado y con
la posibilidad de usarlos como transporte por una vez vinculados afectivamente,
como ocurre con los terrícolas con caballos y perros, y otras especies
terrestres. En este caso el vínculo se logra con una transmisión de
energía entre el moño trenzado de los aborígenes y una extensión,
también cerebral, de cada animal.
Mientras esto existe,
los invasores, los explotadores, coincidencialmente estadounidenses,
urden, con alta tecnología de penetración y dominio, cómo apoderarse
de un material que, según explican, cuesta 20 millones de dólares
el kilo.
De ahí la voracidad
capitalista se hace extrema y destructora, sin importarles los daños
a esa hermosa naturaleza fantástica y mucho menos a los habitantes
a quienes consideran unos salvajes.
Es la mejor manera de
apreciar, explicarle a los más jóvenes, niños inclusive, lo que ocurrió
con la conquista de la Abya Yala, nombre que le daban los aborígenes
a lo que los europeos llamaron América.
Destrozar la Pachamama,
la tierra según nuestros sabios aborígenes andinos, para obtener
billetes.
Una fuerza brutal con
armas sofisticadas contra las flechas es una visión exacta de los españoles
con sus armaduras, cabalgando sobre unos animales jamás vistos, los
caballos, armados con espadas y lanzas metálicas de alta calidad; con
armas de fuego, arcabuces y pistolas, y cañones, contra flechas y lanzas
de madera.
Si quieres tener razón para atacar a un pueblo, transfórmalos en salvajes agresivos, o terroristas, y ¡ya! Pero… cuidadito que no les salga el tiro por la culata.
¡Patria, Patria y Patria!
¡Venceremos!