Diputado Juan José Molina, venga y le digo: con mayoría en la Asamblea Nacional, no tenga la menor duda que la oposición concentrará toda su energía en “aliviarse” la crisis mental que sufre producto de no querer reconocer la nueva realidad política del país. Curarse de ese mal ya ha intentado antes.
La primera vez fue el 12 de abril del 2002. Ese día, sin revanchismo, Pedro Carmona lanzó al mercado la cura al problema psicológico. Ante eufóricos enfermos que celebraban el anuncio, Carmona suspendió de sus cargos a los diputados principales y suplentes a la Asamblea Nacional, destituyó al presidente y demás magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, al Fiscal General y al Contralor General de la República, al Defensor del Pueblo y a los miembros del Consejo Nacional Electoral. Igualmente, el “presidente” suspendió la vigencia de 48 decretos con fuerza de ley, dictados de acuerdo con la Ley Habilitante de noviembre del 2000. Al mismo tiempo, sin revanchismo, el “gobierno” buscaba chavistas para arrestarlos como vulgares delincuentes.
A pesar de su intensidad, el efecto de la cura propuesta por el Doctor Carmona duró poco. El mal se arraigó y la oposición llegó a sufrir crisis epilépticas: Altamira, las guarimbas, paros cívicos. Entonces la Coordinadora Democrática trató de aliviar el patético deterioro craneal en ese lado de la talanquera. El domingo 2 de febrero del 2003 se efectuó “El Firmazo” o “Referendo Alternativo”.
La jornada “cívica, legal y democrática”, sin revanchismo, tuvo fundamentalmente el mismo propósito de la “incivilizada, ilegal y antidemocrática” caminata que un año antes había intentado “reestablecer el orden democrático”. Esta vez, a fuerza de planillas, se desconocía a Hugo Chávez como Presidente de Venezuela, se revocaba a los diputados principales y suplentes a la Asamblea Nacional, se pedía la derogación de las leyes promulgadas con la Ley Habilitante y se pedía una convocatoria para la creación de una Asamblea Nacional Constituyente. Pero, el Firmazo fue declarado inválido por el Consejo Nacional Electoral.
Diez meses después, la oposición trató otra fórmula milagrosa que le curara su bamboleo mental. Sin revanchismo, se recogieron firmas para un referéndum revocatorio en contra del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Esta receta también fracasó. Entonces, sin revanchismo, en diciembre 2005 se negaron a participar en las elecciones a la Asamblea Nacional.
Ahora aspiran a ser mayoría en la misma. ¿Sin revanchismo?
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