A este periodista colegiado de cuando le dejaban la caja chica a las secretarias adecas para que se echaran palo por todos los costados, lo hemos visto a través de muchos años, Se identificó siempre con ÚN, con la Trilla, con bacanales y tugurios, lupanares y ociosidades, según cuenta en sus libracos en los que siempre, por viejo verde y ridículo, (esto por los de las corbatas que luce para despertar mirada) que pretende dictar cátedra kamasutriana.
El señor Oscar Yánez es un viejo decrépito (que se encuentra en gran decadencia y esto no es ofensa) quien se jacta de ser profundo conocedor de todo lo que ha pasado en Venezuela respecto a cabarets, pensiones, esquinas, miaítos y posadas de a dos bolívares. Fue junto a otros vejetes, léase Abelardo Raidi, Omar Lárez y “nada humanos me es ajeno” Raúl Hernández un cuarteto de “huele bonche”, pero bonches de la jay society, bonches que daban caché.
Algunos de ellos fueron íntimos del periodista Pedro J. Díaz autor de aquella célebre columna que aparecía en el hoy Nazianal, llamada "La Ciudad se divierte”, para que los colara en las fiestas de los burgueses tropicales venezolanos. Se sentían pepiaos saliendo en las fotos de Quijano al lado de las ñoñas, perdón las doñas, apretujados entre la flor y nata del canutillo y la lentejuela y la percha “ultra 55” con etiquetas falsificadas de grandes casas de moda europeas.
Oscar Yánez era lo que se llamaba por la época un patiquín. Ese tipo de hombrecito que se creía el John Wayne, el Robert Taylor, el Alan Lad, por ese tiempo y con la mente envenenada de amor yanqui salía la conquista de carajitas y viejas peinadas a los Greta Garbo, que igualmente vestían “talleres” a la Vivian Leigh. Todo un monumento a loa falsedad de alma y amor propio. El libro preferido de Oscar Yánez no era la Historia de Venezuela: era Cien años en la vida de “jolivud!
En este momento Oscar Yánez junto a un grupo de “sesudos analistas” se encuentra por ahí, por Bárcenas a Río, en la que fue la casa de Renny Ottolina y otros grandes del medio, dictando una charla sobre “los presidentes que han terminado asesinados”, en los cuales, por supuesto que usted, amiga (o) lectora (or) sabrá que es lo que quiere apuntar este vejete al cual por la edad que tiene al parecer nadie allá arriba, ni el diablo ni Dios lo quiere. Es uno de esos burros con sueño del clan Marcel-Ravell. Cree que al hablar de “presidentes asesinados” está en lo suyo, pues lo hace con gran pasión. Al extremo lo hace que una de las que funge de directiva dentro del canal marceniano le llamó la atención. Habló de GRANDES CRÍMENES, de Mussollini, de Sadam, etc.
Ahora, como aparentemente usted es una gran investigador del género que llevó a Agatha Cristie y a su inspector Holmes a la fama, yo como venezolano que ama la revolución bolivariana y que estoy dispuesto junto a millones d venezolano a defender el proceso y su líder Hugo Chávez Frías, cueste lo que cueste, incluso perdiendo la calma chicha, quisiera preguntarle: “SEÑOR OSCAR YÁNEZ, USTED POR SUPUESTO QUE RECUERDA a Agustina Martín la actriz que fue su esposa, ¿verdad?
¿Podría decirle al pueblo venezolano, cómo fue que ella se cayó por un alto piso de una ventana en un edificio de Chacaito? ¿Y por qué algunos vecinos del edificio no se explican como esa dama se fue al vacío sin que una fuerza interior la lanzara? ¿Cómo usted es experto en hablar de crímenes, señor OSCAR YÁNEZ, le pido le informe al país porque el gobierno copeyano, partido al que usted estaba anotado, no siguió con la investigación de aquel hecho? Es todo
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