Entre la muchachada o juventud venezolana, nada de extraño tiene escuchar cuando un joven le dice a otro,l luego de salir de un examen: ¡¡ A ti lo que te salió en el examen fue una sopita, estuvo facilísimo!! Y No tiene nada de particular, porque son los jóvenes en la calle quienes suelen enriquecer el lenguaje popular, con esas expresiones llenas de alegría con las que a veces se comunican.
En el caso del título interrogador ¿El Ávila es una sopita?, obedece, más que nada, a referirnos a la ligereza con la que El Ávila, esa hermosa montaña protectora de la Caracas, ha estado siendo tratada por quienes se suponen deben ser sus primeros defensores.
Hace años escribimos que la Cota Mil debería continuar –no solo porque es necesario que la ciudad tenga más y mejores vías de comunicación-, conectarse con la vía que va al litoral Guaireño y además, iniciar otra vía desde la misma Catia y envolver en forma de círculo la capital hasta conectar con la Cota 905.
Si la Cota Mil continúa, debe desaparecer toda esa ranchería denominada Canaima (dicen que parecida a un barrio de Bogotá) que está ubicada encima del Hospital de Lídice – donde cada noche construyen un rancho de cartón después de quemar las faldas del Ávila e inmediatamente empiezan a llevar a escondidas los bloques de cemento para sustituir el cartón.
Así si es posible decir y con propiedad, que El Ávila es una sopa, una sopita, porque en él, hacen lo que le viene en gana quienes se creen son los dueños de la montaña.
Y es que es verdad. ¿A quienes han desalojado de esa parte de El Ávila? La respuesta no hace falta ni nombrarla. Porque cada día hay más fuego y más rancho. ¿Por qué no ha sido continuada la Cota Mil? ¿Es difícil continuarla? ¿Cuesta mucho dinero? Son preguntas que se hace la gente y que nunca, desde que suspendieron su continuidad, se sigue haciendo la gente.
Pero ese no es en exclusiva el problema. Hay otro que tiene que ver con la planificación y construcción de nuevas vías de comunicación para la ciudad, porque el volumen de vehículos que es adquirido por la ciudadanía ha venido en aumento hace años y, si no poseemos nuevas vías y nuevos modelos de transportes de carácter colectivos, llegará el momento en que no podremos movernos dentro de la ciudad. A eso hay que añadirle un factor elemental: necesitamos, al menos, un par de estacionamientos municipales en cada parroquia, porque ya las aceras se notan como insuficientes para sostener a tanto nuevo y viejo vehículo. El Ávila debe dejar de ser la sopa de todo el que quiere vivir en Caracas, es decir: me voy para Caracas, armo un rancho y después digo que no tengo donde bvivir para que el gobierno me adjudique una casa. Hay mucho vivo que vive con este tipo de conducta.
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