Pensar
La historiografía tradicional y la historia del pueblo
el papel del A propósito del bicentenario del 19 de abril de 1810, inicio del proceso de independencia, queremos desarrollar la tesis de la independencia como un proceso que se inicio hace 200 años pero que aun esta pendiente su consolidación definitiva, cuando nuestras naciones sean naciones realmente libres: económica, política y culturalmente. Por esto nos referimos a las deudas de la independencia, aquellos procesos aun inconclusos u omitidos que deben ser saldados para proclamarnos como republicas soberanas. Primero, comenzamos por las crítica a la historia tradicional, cargada de parcialidades hacia una clase social, primero la oligarquía criolla y luego la burguesía nacional. Allí el pueblo no aparece, se desdibuja en masa, en solo seguidores de los líderes, de los grandes héroes.
La historia del Pueblo, no ha sido escrita, le ha sido negada. Ni siquiera el proceso de independencia puede ser explicado como tradicionalmente se hace, buscando solo como primeros antecedentes el movimiento de Chirinos en 1795 o el de Gual y España en 1798, o el de Miranda en 1806, esto es nuevamente demostración de una parcialización, por no decir de racismo, en nuestra percepción histórica. Los primeros antecedentes de nuestra independencia se encuentran en los propios inicios de la colonización, es falso aquello que proclamara Bolívar, cuando desesperado por la quietud conservadora y la indiferencia de las oligarquías, señalara: “trescientos años de calma no Bastan”. Las primeras crónicas y luego los documentos oficiales de la colonia están llenos de evidencias, de manifestaciones de repudio contra la agresión colonial. Desde la resistencia de las etnias de Puerto Flechado, de los Jirajaras y Caquetios, de los negros esclavos de las Minas de Buría, el alzamiento encabezado por Guaicaipuro, entre muchos otros.
19 de abril: ¿día de la independencia?
Segundo, nuestra historiografía ha exaltado y magnificado lo ocurrido con la independencia política con respecto a España, desde el propio 19 de abril de 1810, que no persiguió realmente ninguna independencia, ni el inicio de la Primera Republica, ni fue un movimiento popular, como muchas veces se repite y la cual sólo se constituye a partir del 5 de julio de 1811. Sin menospreciar el 10 de abril como paso inicial a un proceso indetenible hasta la independencia política, es necesario ubicarlo en el contexto de la invasión napoleónica sobre España y el desconocimiento de Fernando VII. Por ello, siguiendo el ejemplo de las Cortes de Cádiz, el 19 de abril de 1810 los mantuanos desconoce la autoridad del Capitán General Vicente Empara- quien era simpatizante de la Revolución Francesa- y se convoca a una Junta Suprema, que se llamaría “Junta Suprema Protectora de los Derechos del Rey Fernando VII”. Como se ve, nada revolucionaria. Los mantuanos, en su mayoría le tenían pavor a una independencia absoluta,
más aun a una revolución que pusiera en peligro sus intereses, salir progresivamente del poder español, pero sin provocar cambios de otra índole. Pero más que traer a colación los sucesos que ocurrieron en esos días, que son citados todos los años al recordar la fecha, el propósito de este breve articulo es reflexionar sobre las consecuencias de lo ocurrido hace 200 años a la luz del presente. Hasta 1814, la guerra de Independencia fue una contienda entre blancos, representada por 1% de blancos españoles que ostentaban los cargos políticos, y cercano a un 20% de blancos criollos, que aunque poseían la riqueza material aspiraban al poder político. El pueblo sólo se involucra a partir de los ofrecimientos del realista José Tomas Boves, quien logra para esta causa el apoyo popular, ya que para las inmensas mayorías el problema no era la independencia política sino romper el yugo económico, la condición infrahumana a la que estaban sometidos por el blanco criollo. El enemigo no era el burócrata español al cual ni conocían, su enemigo histórico era el que lo esclavizaba, quien le negaba los más mínimos derechos, quien abusaba de sus mujeres, es decir el blanco criollo. Es sólo a partir de esta fecha cuando esta visón social de la independencia-causa sin duda de la derrotas de la primera y segunda republica- fueron retomados por Bolívar y gracias a la incorporación de hombres como José Antonio Páez a las filas patriotas, cuando logró revertirse el proceso. Pero a pesar de los ofrecimientos, estas mayorías fueron traicionadas.
¿Qué cambio con la independencia?
Venezuela y toda la América Latina después de más de tres siglos de colonización requerían un proyecto para el surgimiento de una nueva realidad económica, política y social. Sin embargo, después de la independencia a pesar de la alta significación de la ruptura colonial con respecto a España, a pesar de algunos cambios ocurridos en el plano jurídico, la realidad económica, política y social pocas transformaciones estructurales presenciaron: 1) La Propiedad Territorial: La economía sigue siendo predominantemente agrícola y pecuaria, pero antiguos y nuevos dueños seguían monopolizando la tierra. 2) La Mano de Obra: Aun muchos años después de la independencia siguió existiendo esclavitud en América Latina (En Venezuela fueron liberados en 1854; 33 años después de la Batalla de Carabobo), pero aun siendo liberados permanecieron diversos mecanismos de esclavitud disfrazada, puesto que los esclavos, ahora hombres libres pero sin tierra tuvieron que ir a trabajarla, ahora sin la obligación de los dueños de garantizarle vivienda, salud, educación, a él y a su familia. Como sí lo era en la esclavitud, donde el esclavo a igual que un animal debía ser protegido por el dueño. Sumado a esto, tenemos los endeudamientos hereditarios de los trabajadores (asalariados) con el hacendado, que imposibilitaban la ruptura del trabajador con su trabajo y lo ataban a él y a sus descendientes a una esclavitud disfrazada. 3) En lo Político: A pesar de reconocerse en las mayorías de constituciones “la igualdad ante los ojos de Dios”, lo cierto es que el poder político siguió concentrado en una elite, fundamentalmente la de los antiguos blancos criollos, que para elegir y ser elegidos había que contar con propiedades, títulos, saber leer y escribir que sólo eran privilegios de muy pocos. 4)Social y Cultural: Como es lógico este marginamiento de las mayorías de la propiedad territorial y el poder político, manifestaban la polarización social entre quienes no tenían nada y quienes lo tenían todo. Los pobres, los campesinos contaban con muy pocos derechos civiles y un casi nulo derecho a la educación. 5) En el plano de nuestras relaciones internacionales: si bien rompimos con España entramos a una era de dependencia económica con las nuevas potencias mundiales en el siglo XIX con respecto a Inglaterra y en el siglo XX con los EEUU.
Con lo anteriormente señalado, no pretendemos disminuir la importancia histórica de la gesta emancipadora, pero es necesario reconocer que en América ésta fue fundamentalmente beneficiosa para una elite: la oligarquía criolla, mucho de los cuales perseguían aumentar sus poderes y para nada le convenían cambios estructurales en la sociedad americana. A ello se debió la resistencia de parte de nuestros humildes pobladores en participar en esta lucha que pocos beneficios le ofrecía y esto fue causa a su vez de fracasos iniciales de la independencia; igualmente la traición, la no solución a problemas vitales para estas mayorías, como era la libertad, la igualdad y el derecho a propiedad, produjeron durante buena parte del siglo XIX, revueltas, motines y revoluciones, que nuevamente dieron pie a nuevas traiciones. La Guerra Federal (1859 – 1863) es una manifestación de estas desigualdades sociales que fueron nuevamente truncadas.
Asuntos pendientes
A pesar de los avances de los últimos años, aun la desigualdad social es profunda en nuestras tierras, no sólo el acceso a la riqueza material sino también a los bienes culturales y espirituales. Aun a pesar del tan cacareado desarrollo endógeno, la soberanía alimentaria, los discursos antiimperialistas, nuestras naciones están atadas al comercio exterior, seguimos siendo mono productores e importamos casi todo lo que consumimos, desde alimentos hasta maquinarias sobretodo con las grandes potencias. Estas son deudas pendientes. Y en mora también esta la verdadera integración latinoamericana, que nos haga menos dependiente económicamente y nos fortalezca políticamente para soportar las presiones imperiales. Pero también esta pendiente el reconocimiento a las inmensas mayorías marginadas por nuestra historia. Por ello creemos que una de nuestra mas graves dependencia es la cultural, esa que junto a la dependencia tecno científica, nos hace vernos con ojos extraños, no nos ha permitido descubrir nuestras propias potencialidades, nos ata a explicaciones foráneas, a teorías y filosofías, que reproducen la dominación, que nos hacen sentir siempre como inferiores, incapaces de producir nuestro propio conocimiento, delegando a la triste tarea de asimilar, copiar y aplicar el pensamiento originado en otras latitudes. Ocurriendo la terrible paradoja de que entre más nos instruimos y mas títulos poseemos, más dependientes nos hacemos. Esta quizás es el reto mayor del proceso de independencia por venir, romper con 500 años de dominación cultural.
(prodriguezrojas@hotmail.com)
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