Burocratismo y "pedagogía del temor"

Ante la difícil situación que vive el país nos sentimos obligados a alertar que el burocratismo y la “pedagogía del temor” están poniendo en riesgo la Revolución Bolivariana y al mismo tiempo debemos advertir que para ganar esta batalla el chavismo necesita volver a su esencia transformadora y creativa que se expresa en irreverencia en la discusión y lealtad en la acción.

Luego del golpe de estado del 11 de abril de 2002 y el paro petrolero, los enemigos de la patria comprendieron que no iba a ser tan fácil desalojar al Comandante Chávez del poder, por su conexión con el pueblo. Cambiaron la estrategia con acciones dirigidas a penetrar las instituciones públicas y desde adentro entorpecer cualquier proceso de cambios y transformación social. La “guerra de cuarta generación” se expresó como la “pedagogía del temor” ya no aplicada a los niños, sino a la sociedad en general.

Con la dolorosa e inesperada desaparición física del Comandante Chávez, esta estrategia de la derecha llegó al paroxismo y consideraron que era el momento de destruir la Revolución Bolivariana. Utilizando la “pedagogía del temor”, como instrumento de la “guerra de cuarta generación”, aceleran el plan de desestabilización y deslegitimación institucional y retoman la variable económica como estrategia para fomentar temor y desconfianza en la población.

La especulación financiera (dólar paralelo), el desabastecimiento artificial que provoca colas y siembra miedo aunado a la especulación con los alimentos que destruye el poder adquisitivo y genera angustia se convierten en catalizadores de un temor colectivo que conduce a la desconfianza y pérdida de credibilidad en el gobierno y las instituciones. Temor a no tener la comida, temor a no acceder a los medicamentos, temor a la inseguridad, temor y desconfianza ante la falta de respuesta oportuna porque la burocracia desmoviliza las instituciones, temor a un desenlace inesperado… temor que magnifican los medios.

Esta estrategia de la derecha que tiene su apoyo en las corporaciones que agrupan los grandes medios de comunicación y en la conjura internacional patrocinada desde los centros hegemónicos de poder, también encuentra su apoyo directo e indirecto en la burocracia improductiva que, desde las instituciones, desmoviliza el chavismo como fuerza social y política. Desde allí se estimula la decepción, la confusión y se alimenta la “pedagogía del temor”.

Esa burocracia improductiva que se proclamó chavista por un interés particular o por vínculos afectivos con funcionarios de jerarquía, es la misma que hoy reniega de la Revolución Bolivariana, lo hace desde las altas esferas de la administración pública y alienta temores en la población. La noche del 14 de abril desfiló por las calles de Ciudad Guayana en carros oficiales celebrando la supuesta victoria de CAPriles. Se desgañitaron gritando fraude y hoy añoran (en voz baja) el fin de la Revolución Bolivariana y la desaparición del chavismo.

Los traidores, saboteadores y desestabilizadores no son quienes pregonan la irreverencia en la discusión y la lealtad en la acción. La desestabilización y fomento de temores en la sociedad también viene desde adentro y viene matizada de corrupción, derroche y ostentación. Esa burocracia se mimetiza y presenta una cara piadosa. En muchos casos exhiben capacidad técnica y formación académica, eso los hace más peligrosos por aquella predica del Libertador advirtiendo que “Talento sin probidad es un azote”. No pregonamos la exclusión de quienes mantuvieron nexos políticos con el pasado, pero tampoco celebramos que se le entregue la dirección política e institucional del proceso.

Admitamos que nos encontramos en una situación en la cual el retorno al pasado es una posibilidad. Se requiere la reunificación de las fuerzas del chavismo bajo una Dirección Política Colectiva para devolverle al proceso su perfil y reivindicar su carácter revolucionario más allá de las contradicciones y vicisitudes. La “Revolución dentro de la Revolución” comienza con un combate despiadado al burocratismo, la desidia y la corrupción.

Para ganar esta batalla necesitamos recomponer el cuadro político y eso pasa por convocar a la reunificación del chavismo. El chavismo unido y movilizado resulta inderrotable y la Revolución Bolivariana puede avanzar hacía el punto de no retorno hasta hacerse irreversible.


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Darío Morandy


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