No se si es que, como dice el refrán popular “el que está picao e culebra, cuando ve bejuco brinca”, pero desde hace tiempo uno venía sospechando que en el PDVAL que está en El Silencio, específicamente en el edificio Simón, pasaban cosas raras.
Ineficiencia, saboteo, desinterés, apatía, indolencia, corrupción o simplemente una mezcla de cada una de ellas pudiera estar carcomiendo al mencionado establecimiento, nacido en revolución para garantizar y satisfacer el derecho a la alimentación del pueblo venezolano.
Resulta que el pasado sábado ocurrió una situación, a todas luces irregular, que confirma que allí las cosas no funcionan como deberían y que es necesario que las autoridades competentes le metan el ojo, el pecho y el alma para que no vuelva a ocurrir algo similar.
Ese día acudo para comprar, entre otras cosas, pollo. En plena cola una señora señaló que “Ayer vi que un camión inmenso descargando muchísimas cajas. Un empelado me dijo que ese pollo lo venderían hoy”.
Esperanzados y bajo un inclemente sol esperamos pacientemente a que abrieran el local, que por cierto, lo hicieron una hora después de la hora reglamentaria.
Sin embargo la alegría de ver que la santamaría ser abría se transformó en rabia e impotencia, cuando una empleada salió y dijo “no hay pollo”. Allí empezó la sampablera que requirió la presencia de la Milicia Bolivariana, quienes debieron poner orden pues la actitud hostil y grosera por parte de los empleados del PDVAL caldeó los ánimos.
Del “no hay pollo” inicial, pasaron a “hay pollo, pero no tenemos autorización de la gerente para venderlo”. Quizás debieron empezar por allí desde un principio.
Rato después un efectivo pidió la atención de los usuarios “agotados todos los intentos para localizar a la gerente y en vista que no obtenemos la colaboración de los empleados para solucionar la situación, nos comunicaremos con el comando central de PDVAL para que se apersonen al lugar y se abra un procedimiento administrativo”. Milagrosamente a los 10 minutos apareció la gerente, con actitud grosera y desafiante, pero apareció. Al poco rato se inició la venta del pollo.
Varias reflexiones y preguntas saltan a simple vista, una de ellas es ¿por qué si el mentado producto estaba en el local desde la tarde del día anterior, la gerente no dejó la orden desde ese mismo momento para que se expendiera al día siguiente, es decir el sábado, sin mayores contratiempos?, ¿cuándo pensaba esa señora dar la orden?, ¿hasta cuándo los iban a tener en el depósito y a la gente haciendo cola para adquirirlo?, ¿por qué quienes allí trabajan no colaboraron con las autoridades y mantuvieron una actitud cómplice?
Ojalá las autoridades de PDVAL y el ministerio de Alimentación tomen cartas en el asunto y más nunca ocurran situaciones similares, y menos en un momento donde la guerra económica intenta minar voluntades y votos para las elecciones del 8 de diciembre y por qué no, ante un posible referéndum revocatorio.