Con bombos y platillos fue anunciado el nombramiento del alto funcionario del gobierno, sin que en ninguna de las partes se dijera que el susodicho personaje tiene o no, el perfil necesario para enfrentarse a esos terribles tentáculos de una guerra económica que en ningún momento ha dejado de apostar a que fracase el nuevo modelo socialista. Para nadie es un secreto bien guardado, el hecho de que con la asunción de Chávez al poder en 1998, también se desataron las más terribles conspiraciones, y que la misma se empeñarían en obstruir en todo momento y valiéndose de todos los medio con el normal desenvolvimiento de la actividad económica. Y porque no es fácil incursionar en territorio desconocido, ni bregar con un monstruo de mil cabezas, en verdad que no quisiéramos estar en el pellejo de este camarada, quien una vez militó en las filas de la juventud de Acción Democrática en el Zulia, y ahora nos acompaña en la construcción del socialismo del siglo XXI.
No siendo abogado ni economista, sino politólogo, el Superintendente debutante pareciera estar encaminado a una encrucijada sin horizontes claros, pues lamentablemente por su inexperiencia en la materia pudiera perder más, en vez de salir airoso en la prueba de fuego que comporta ponerse al frente del Sundde. Que vaina que todavía no hayamos superado esa odiosa praxis "del cargo para el hombre y no el hombre indicado para el cargo en el momento preciso". ¿Será acaso que equivocaciones como estas en la escogencia del recurso humano en la administración pública, sea otra de esas maldiciones gitanas que impiden que la Quinta República deje de parecerse cada vez más a la vieja cultura política que fue como una pesadilla republicana?
Y como en verdad no se trata de nada personal, más si de un acto de buena fe, este modesto escribidor les confiesa que mucho quisiera estar equivocado en mis apreciaciones con respecto al nuevo Superintendente, a quien le acaban de encomendar la muy delicada responsabilidad de administrar todo lo relacionado con la novísima ley de costo y precios justos. Por cierto, a quienes no me conocen por no ser farolero, les aclaro que hablo con cierta propiedad sobre la materia en cuestión, pues hace 39 años me desempeñe como Coordinador Nacional de Extensión Educativa y Cultural de la extinta Superintendencia de Protección al Consumidor, en cuya ocasión el entonces Ministerio de Fomento publicó uno de mis libros que llevó por título: "Hablemos de Protección al Consumidor".
De modo que concluyo esta breve nota, expresando mi más sentido deseo de que con las generosas bondades de la sapiencia, esta vez permitan que el camarada Méndez logre estructurar un idóneo equipo multidisciplinario que sea capaz de enderezarle las cargas en el camino. Y porque como chavista siempre nos han enseñado a ser solitario en las buenas y en las malas, jamás podría desearle el fracaso a un compatriota, exponiéndolo así a que cualquier imprudente salga diciendo que el cargo resultó mucho camisón para Petra. En fin, ojalas que los dioses hagan sus milagros, para que ahora este joven que incursiona en la administración pública, no vaya a correr con esa mala racha de Aureliano Buendía, a quien la fatalidad lo predestino a que pasara años esperando la carta prometida que nunca llegó al Puerto de Macondo. Cosas veredes, Don Sancho.