Buitres cuidando carne

El Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO_ALEM) ha distribuido un informe sobre presunta corrupción con la importación de carne por parte del gobierno bolivariano, titulado “Aumento del 21.693% en la importación de carne, caída del consumo y escasez de la misma”, publicado en APORREA el 20-08-2014.

Algunas de sus afirmaciones más relevantes:

“El aumento en la importación de carnes (CIF) para el período: 1998-2013, fue de 21.693%”. Se refiere al período bolivariano.

“El consumo de carne promedio por habitante en Venezuela ha disminuido en 23% (según el INE) para el período: 2003-2013”

“… la exportación de carne…ha disminuido para el período de 1998 a 2012, en un alucinante 99,36 %”

“¿Qué ha pasado con toda esa carne que ni siquiera se encuentra en los anaqueles?”

“Venezuela ha cubierto prácticamente en su totalidad la demanda interna de carnes con producción nacional, hasta el año 2003”

Refiriéndose a la importación de carnes resalta: “En el último dato disponible (2013), vemos lo terriblemente negativo que es el indicador que comentamos, y que alcanza la cifra de 1.708 millones de dólares … equivale a 17 aviones Air Bus con capacidad para 180 pasajeros, que bien pudieran solucionar los graves percances que atraviesa nuestra aviación comercial”

“Para el período 1998-2012, las exportaciones totales de cárnicos disminuyeron en un 99,36 %. En ese año las exportaciones totales alcanzaron la escuálida suma de 17.220 dólares”

Partiendo de una curiosa interpretación del consumismo, tantas veces denunciado por Chávez y ahora por Maduro, resalta:
“millonarios burócratas, hippies e izquierdistas que no investigan la realidad, una caterva de escritorzuelos insisten en que el consumismo es un problema gravísimo. Según ellos, el pueblo obrero (no la burguesía) consume ‘demasiado’. Para ellos, la clase obrera debería tener sólo lo ‘justo’, lo mínimo de subsistencia”.

Luego se refiere a “la enigmática caída del consumo”. Manipulando cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) y refiriéndose al período 2003-2013 concluye:
“Según el INE, el consumo per cápita estimado de carne de res ha disminuido en 23%. Aunque el consumo de pollo se ha incrementado en 16%, ello no parece ser suficiente para explicar un incremento de 21 mil % en la importación de carnes”.

Convincente y valiente denuncia. Pero, ¿son realmente sólo los “hippies e izquierdistas” los que no investigan la realidad?

La “alucinante” reducción en las exportaciones

Este gráfico, tomado del informe en referencia, muestra que tales exportaciones han sido insignificantes en el período bajo referencia. Una reducción de algo insignificante a algo más insignificante tiene de alucinante sólo la imposibilidad de que se distinga.

Venezuela no se ha destacado como país exportador de carne por muchas décadas. Las exportaciones simbólicas de 1998 correspondieron a 0.2% de la producción; se redujeron a 0%.

“La enigmática caída del consumo”

A pesar de mencionar a FEDEAGRO, FEDENAGAS y al Ministerio de Agricultura y Tierras, se ignoran sus estadísticas sobre la producción y el consumo de carnes en Venezuela. También se ignoraron las estadísticas de organismos internacionales especializados en la materia, como la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Para demostrar la “enigmática caída” se recurre a las encuestas por hogares del INE, cuyo objetivo es muy diferente al de recabar datos de producción, importación o consumo de rubro alguno. Se señala además: “se optó por la cifra oficial que en teoría tiene mayor formalidad, aunque las deficiencias técnicas de la estadística en Venezuela sean extremadamente graves”. Razón suficiente para, en una investigación objetiva, tomar en consideración los datos de otras instituciones especializadas en la materia.

La producción nacional de carnes en 1998 fue de apenas 1.252.000 toneladas. Tanto las importaciones como las exportaciones eran insignificantes. La producción nacional abastecía un mercado nacional cautivo, a precios especulativos. El consumo promedio era de apenas 53 kilogramos por habitante, incluyendo todas las carnes, un nivel similar al que hoy tiene Bolivia. El 60% de la población se encontraba en la pobreza, para quienes comer carne era un lujo a ser disfrutado con severas limitaciones.

Al año siguiente llega a la presidencia de la república Hugo Chávez. Se inicia de inmediato un proceso de sabotaje y desestabilización que culmina en un sangriento golpe de estado y el derrocamiento del gobierno constitucional en Abril del 2002. Frescas aún las profundas heridas de este abominable hecho, a finales de ese año y durante los primeros meses del 2003, Venezuela fue sometida a un brutal sabotaje de la industria petrolera que le generó pérdidas al país por más de US$ 20.000 millones de dólares y causó estragos especialmente entre la población más desposeída. Bloquearon los puertos para impedir tanto las exportaciones como las importaciones. Paralizaron la actividad petrolera y la comercialización de gasolina, gasoil, gas y lubricantes. Trataron de erosionar el apoyo popular al presidente Chávez impidiéndoles a las mayorías pobres el acceso a alimentos, medicinas, gas doméstico, servicios educativos y hospitalarios, transporte e insumos de toda índole. Los organismos empresariales, incluyendo las asociaciones de ganaderos, fueron actores protagónicos en ambos hechos.

Fue como consecuencia de estas arremetidas criminales que el gobierno se vio en la necesidad de buscar alternativas para garantizarles a las mayorías más vulnerables el acceso a los alimentos, entre otras medidas. Nació así la Misión Alimentación con sus redes de mercados y centros de distribución localizados prioritariamente en zonas populares. Se optó por importar alimentos a dólar preferencial, reduciendo el costo para la ciudadanía a aproximadamente la mitad de lo que costaría en las redes privadas de expendio de alimentos. Es en este contexto que se inician las importaciones de carne en grandes cantidades a partir del 2004.
Tales medidas, junto al impulso de la producción nacional, les permitieron a las grandes mayorías aumentar el consumo de carnes. El consumo promedio por habitante se elevó significativamente, pasando de 53 kg en 1998 a 75.4 kg en el 2013, un aumento promedio del 42%. Mentir y manipular cifras para tratar de negar tal logro solo puede catalogarse como miserable.

El aumento del 21700% en importaciones

El título del informe se refiere a este punto como la gran aberración. Destaca “el depravado incremento en la importación de carnes”.

En 1998 se importaron apenas 7.000 toneladas de carne, el 0.5% del consumo. En el 2013 se importaron 484.200 toneladas, 70 veces más, equivalente al 21% del consumo. Afortunadamente, el gobierno bolivariano ha venido realizando un gran esfuerzo por importar alimentos para suministrar prioritariamente a la población más desposeída a precios justos, en lugar de importarle aviones a las aerolíneas.

Al autor del trabajo en cuestión parece extrañarle que el precio de la carne en el mercado internacional haya aumentado entre 1998 y el 2013, tal y como ha ocurrido con el petróleo y casi todo producto. Quien pretende ser un experto en economía señala con desfachatez lo siguiente:
“En 1998 y especialmente en el año 2003, se estableció una relación cuantitativa bastante natural: un kilo de carne equivale a más o menos un dólar. Actualmente vemos como el incremento en kilogramos en la importación de carnes no se corresponde con el espectacular aumento en los costos de la carne que ingresa al país. En el año 2013, siguiendo la relación estimada de 1 kg / 1 $ en la importación, faltaría alrededor del 70 % de la carne que ‘supuestamente’ se importó, es decir, faltaría alrededor de 1.200 millones de kilos de carne”.

Al intencionalmente desconocer una realidad de mercado, el aumento en el valor de importación de la carne, se cae en el absurdo de concluir que “faltan 1200 millones de kilos de carne”.

En realidad no falta nada, excepto un raciocinio objetivo y capacitado. Así como el petróleo ha aumentado 10 veces de precio entre 1998 y el 2013, pasando de 10 a 100 dólares por barril, el precio promedio de la carne en el mercado internacional se triplicó en ese mismo período, pasando de un promedio de US$ 1.2/kg en 1998 a US$ 3.4/kg en el 2013. De tal manera que los 1710 millones de dólares pagados en el 2013 corresponden a las 484.200 toneladas de carne importadas ese año.

En conclusión, lo que parece una denuncia que merece apoyo, es en realidad una peligrosa manipulación de cifras carente de veracidad y objetividad.

Aventurar insinuaciones sobre las posibles motivaciones tras las distorsiones analíticas del informe en referencia sería irresponsable. Pero desviaciones similares se observan en otros documentos divulgados por el Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO_ALEM). Conviene así proceder con cautela con su divulgación, pues pudiéramos involuntariamente contribuir a socavar el apoyo popular al gobierno bolivariano partiendo de falsas premisas.

La corrupción y las deficiencias del gobierno deben denunciarse, pero partiendo de principios éticos y analizando con objetividad y veracidad los hechos, conceptos y datos utilizados. De lo contrario terminamos sirviendo como mercenarios al servicio de quienes pretenden destruir el movimiento bolivariano en Venezuela.


jc-centeno@outlook.com


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Julio César Centeno

Ingeniero; estudios de maestría y doctorado en la Universidad de California. Profesor de la Universidad de los Andes. Director Ejecutivo del Instituto Forestal Latino Americano. Vicepresidente de la Fundación TROPENBOS, Holanda.

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