Usted pasa a cualquier hora del día y allí están cientos de chamos y chamas y algunos ancianitos haciendo interminables colas todos los días y sólo muy poquitos de esos compradores reúnen características de ama de casa.
Las verdaderas amas de casa carecen de tiempo para hacer esas colas que les insumirían las mejores horas de día, y esa cantidad de chamos y chamas parece que ya no estudian, no parecen ser venezolanos y, lo peor, provienen de todas partes de la ciudad menos del sector donde está ubicado este PDVAL, calles Girardot y Montes de Oca.
Los supervisores de este nuevo supermercado parecieran no inmutarse mucho con esas irregularidades. He observado que pasa mucha gente con su autorización al margen de las colas previstas.
Se trata de bachaqueros y gente ociosa dedicada a esta perversa operación del contrabando de extracción o de reventa a sus propios vecinos y de una parroquia a otra.
Los centros de comercio como estos deben ser para atender gente de la localidad, del entorno inmediato, mediante constancia de residencia debidamente emitidas por alguna oficina municipal o por algún miembro de las juntas comunales.
Lo cierto es que hasta ahora y desde su reciente inauguración, este PDVAL pareciera haber sido puesto para servir más a la contrarrevolución y no para resolver la batalla contra esta Guerra Económica.