Razones para seguir siendo optimista frente a esta desatada antirrevolución burguesa[1]

El bachaquero como fresca modalidad de obtener riqueza al margen de la ley

Vista como comercio, la actividad del bachaquero se halla apegada a la Constitución en su Art. 112, pero es una actividad delictual si no se ajusta al Art. 114 ejusdem.

Robar, por ejemplo, ha sido la forma más expedita de vivir del trabajo ajeno, sin mayor preparación académica y su aspecto técnico se correspondería a la modalidad y valor de la cosa robada, a la envergadura del robo, cosas así.

Hay rateros o ladrones de poca monta; y hay el corrupto en sus variopintas modalidades que se llevan la corona en materia de robo   a terceras personas. El corrupto roba al pueblo en su conjunto mientras el más destacado ladrón no burocrático roba a una familia o a una persona en particular. Los empresarios burgueses roban a algunos proletarios, a sus asalariados.

De allí que el robo, penalmente hablando, debe ser una dato estadísticamente ponderado, según el número de afectados; por consiguiente, robar a una empresa o a una familia rica-aunque sigue siendo un delito  grave-no puede ser penado con la misma fuerza que debe aplicarse al ladrón del Fisco Nacional, al ladrón de gente pobre. Aquí entra en escena la figura del comerciante bachaquero.

Una vez ubicado en la figura de ladrón, o comerciante ladrón de pobres, como tal  no puede seguir gozando de los mismos derechos humanos a los  cuales él renuncia automáticamente   cuando no respeta los DD HH de sus víctimas.

Por parte de la Fiscalía, del Derecho Penal y de su Código de Procedimiento,  tiene que haber una ponderación penal a fin de no seguir otorgando derechos en abstracto a ladrones y honestos, a probos y corruptos, a malos gobernantes y buenos gobernantes, a acaparadores y a comerciantes convencionales, a buhoneros ya convencionales y a estos mismos cuando ejercen como bachaqueros o intermediarios de ellos.

El ejercicio del bachaquerismo o comercio especulativo por excelencia  debe ser tomado en cuenta a la hora de la jubilación, de la edad para recibir beneficios como  la Misión en Amor Mayor, para optar a facilidades habitacionales y hasta de los servicios públicos medicoasistenciales gratuitos, lo que no debe traducirse en su no prestación, aunque no con la gratuidad que la gente honesta se merece, porque no podemos seguir considerando hermano a secas a quien asuma posturas  caínas.

De manera que, como quiera el robo ni la especulación pagan, los días del bachaquerismo están precontados. Por intolerable que esté resultando por ahora, pasará como delincuente, asumirá la ralladura de su currículum frente a sus hijos, familiares y frente a sí mismo como persona non grata para la sociedad.


[1] No se ha oído ni leído el primer pronunciamiento de alguna Cámara de Comercio respecto a esta irregular actividad comercial, como tampoco-pensamos-lo ha hecho en relación a la llamada economía “informal”. Es obvio que el buhonero es un intermediario en la larga cadena de agentes comerciales complementarios de la actividad fabril en sus diversas presentaciones; digamos que sin estar inscrito en ninguna cámara de comercio, no por ello deja de ser comerciante.



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Manuel C. Martínez


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