Una señora amiga, ahorita mismo en el banco, sin ánimo alguno de aludir a lo político, eso lo sé, me ha dicho, "esto se lo llevó quien lo trajo; cada día las cosas suben de precio bárbaramente".
En verdad es así, lo sé bien, porque como dije en trabajo anterior, hago el mercado de mi casa, con mi ingreso, lo que tengo en el bolsillo y una siempre comedida tarjeta de débito. No habló como tecnócrata que manipula cifras y las acomoda según le convenga o hace referencia a situaciones con tres o más años de atraso. Mi información está al día y me arde la existencia. Por el ritmo que llevamos en materia de precios de las mercancías más usuales, los alimentos, lo único que todavía podemos comprar, a uno le angustia pensar lo que parece esperarnos y por encima de todo, el futuro de nuestro descendientes.
Si admitimos, no sólo como cierta, la explicación del estado de cosas que ahora nos agobia, relativa a la guerra económica, que en verdad no lo es todo, concluimos que el enemigo sin rostro nos está metiendo "medio chuzo", para decirlo en lunfardo cumanés, no argentino, o lo que es lo mismo, "nos están dando una pela de Dios y señor mío".
Para repetir a alguien a quien no se le puede calificar de "salta talanquera", Luis Brito García, si la guerra económica existe y su peso en la crisis es determinante, el enemigo debe tener rostros y haber pruebas contundentes, sancionables en el área productiva. Por ejemplo, si el escandaloso precio de las sardinas enlatadas, otrora alimento muy barato en el país de las sardinas y los enlatados de la especie, es producto de la guerra económica, habría que denunciar los culpables, con nombre y apellido; incluyendo al gobierno que es propietario de algunas enlatadoras que poco o nada producen o simplemente están quebradas.
No se puede combatir esperando tener éxito, por cierto como no lo tuvo Napoleón en la batalla de Waterloo que mañana cumple 200 años, sin saber quién y dónde está parado el enemigo. Repito, esto antes lo dijo Luis Brito García, quizás hastiado de tanto escuchar sobre la guerra sin que nadie diga nada que identifique al enemigo. ¿Es entonces una guerra contra los fantasmas? Fantomas, el personaje de Julio Cortázar, que revitaliza para otras ocupaciones, "nunca le entrará en la cabeza que los otros son legión y que solamente con otras legiones se les puede hacer frente y vencerlos".
No es suficiente decir que nos atacan, partiendo de unos síntomas, que no niego que algo de eso hagan, sino que es necesario mostrar quiénes, cuántos son, qué hacen y cómo.
Por eso dijo Luis Brito, antes que este humilde maestro de escuela, podríamos empezar por develar los rostros sonreídos y satisfechos, de quienes nos estafaron una suma de dólares que empezó por cuantificarse en 20 millardos y ya va por casi 300 de dólares.
Dijo el muy brillante profesor, a quien mucha gente suele llamar "maestro", el encomillado es para darle el valor cualitativo que la palabra debe adquirir en este caso, que "hubo quienes recibieron malamente ese dinero pero también quienes desde adentro lo entregaron" sin medida ni cuidado. Y esa conducta es de muy vieja data. Para quien esto escribe, en lo que respecta a eso del recibir y entregar o facilitar el fraude, impunidad incluida, el caso de Eligio Cedeño es emblemático.
¿Por qué callar ante tamaño fraude, estafa, crimen contra la nación y los venezolanos? ¿Por qué la Fiscal General de la República se apresura a suministrar unos nombres de sardinas que usaron indebidamente dólares de viajeros o rasparon cupos, mientras se guarda los correspondientes a los tiburones que, desde fuera, con complicidad adentro, nos sacaron "hasta la chicha"?
Pero hasta allí no llega todo; ¿si somos víctimas de una guerra económica, si una legión nos agrede, nos está "morfando el mercadito", para decirlo a lo gaucho, porque nos limitamos a explicar el fenómeno que se siente en el estómago y en el bolsillo, nos limitamos a hacer discursos incendiaros contra un fantasma? ¿Es la forma de enfrentar al enemigo, como el avestruz, escondiendo la cabeza, tal con el grito?: ¡Sálvese quien pueda!
¿Acaso el capitán de este barco, antes portentoso y de viajar raudo, pese las olas de utilería levantadas por sus enemigos, ha caído en el estado de postración de Fantomas, y no señala al enemigo porque como el personaje retomado por Cortázar, no tiene bien identificado y cuantificado a quien le combate, ni qué hace o es capaz de hacer y por ello desconoce cuáles y cuántas fuerzas habrá que movilizar para derrotarlo? Vuelvo a recordar el 18 de junio de 1815 en Waterloo y el invencible Napoleón Bonaparte.
Lo que más me arrecha, digo esto por culpa de Luis Brito García, quien ha tenido la suficiente sensatez, consecuencia como para llamar la atención, criticar al gobierno, lo que es una muestra de responsabilidad, compañerismo, solidaridad con el proceso y quienes le dirigen, contrario a quienes, intelectuales como él, sólo ven la paja en ojo ajeno y hacen chistes que ya no son nada graciosos, es la actitud contemplativa y gozosa de quienes deben encarar esta terrible crisis. Unos le ve repantigados, felices, con mirada y caminar como quien levita, como si el salario les sobrase y eso es suficiente. Pareciera que no sienten que el barco cruje, las olas saltan sobre el palo mayor y el buque todo bambolea, provocando el mareo de la tripulación toda, hasta del timonel.
El 28, el 28, el 28, decía Eduardo Semtei, en puesto clave en el CNE, por el chavismo, para ratificar el día cuando se celebrarían unas elecciones que hubo de suspenderse por no estar dadas las condiciones. Así estamos ahora, el 28, el 28 de junio cuando debemos votar por unos diputados de los cuales, personas como yo y los tanto que consulto, nada saben. Mientras de la crisis, la volandera inflación, porque decir galopante se quedó en el pasado, la especulación y el bachaqueo, que es como una redundancia, nada se dice, salvo que es una guerra económica, tal un virus desconocido que ataca y como tal no se tiene tratamiento y hay que esperar si nos deja vivos o nos lleva al infierno.
Después del 28, como ya estamos acostumbrados, habrá que esperar las elecciones legislativas, según la fecha que determine el CNE, para ver si "aislamos el virus" y encontramos la medicina adecuada. Esta actitud, "es la que más me arrecha". ¿Por qué tenemos que pagar todos, los enredos, contradicciones de un pequeño grupo en el gobierno que no se pone de acuerdo cómo alinear sus legiones, determinar sus argumentos y disponer las medidas adecuadas?
No vaya a salir nadie con aquel lugar común que hemos criticado sin proponer; las proposiciones abundan, lo que hace falta es unidad, no abajo sino arriba y disposición a la acción.