No son tiempos de melindres, de miriñaques, las señales son claras: el curso es de colisión. Veamos.
La caída de un gobierno viene siempre precedida de un proceso de agotamiento de las ideas, de pérdida de la credibilidad, afectación grave de la gobernabilidad. El desenlace es hijo directo de este deterioro. Si estudiamos la realidad sin caer en el chantaje estúpido de que sólo el que la pinta con colores de fiesta es el que favorece al gobierno y el que trata de alertar está en el bando contrario, nos encontraremos con síntomas alarmantes.
El gobierno luce agotado, extraviado. No consigue resolver la inseguridad, mientras más reprime, más se evidencia la inutilidad de ese camino, que más bien revela los errores cometidos y las fallas ocasionadas: las Comunas están al garete, los Consejos Comunales, distorsionados…La población sufre la represión, pero hay que reconocerlo: la clase media aprueba, se le calma un poco el miedo, sale a relucir el racismo. Así, el gobierno mismo comprueba que algo anda mal en su política, no es posible que sean los humildes, los favorecidos con la Misión Vivienda que es emblema del gobierno, los más problemáticos. Algo anda mal cuando las Comunas y los Consejos Comunales son parte del problema cuando debían ser parte de la solución.
La situación llega a niveles de gravedad cuando un líder como Diosdado califica a los “bachaqueros” de delincuentes, allí la pérdida del rumbo no tiene dudas, la confusión ideológica se patentiza.
Los que hacen las colas son gente humilde, muy humilde, la base social del chavismo; además son los favorecidos con las Misiones, entonces surge una pregunta: ¿por qué están en la cola y por qué revenden? Despachar esas incógnitas calificándolos de delincuentes, y como solución proponer aplicarles todo el peso de la ley denota agotamiento del gobierno para entender la realidad, para reconocer errores, para dar respuestas.
Este problema de la Revolución, pero también otras dificultades como el comportamiento de la burguesía robándose los dólares, haciendo negocios con las importaciones, los altos precios, la inflación, el dólar alto, la pérdida de apoyo en las encuestas, todo se relaciona, todo tiene un origen común.
Desde que la socialdemocracia tomó la conducción de la Revolución comenzaron los errores propios de esa ideología: se abandonó la espiritualidad que el Comandante Chávez imprimía al proceso, se cambió por la recompensa material, se cayó en manos del capitalismo. Muchos dijeron, sin ser oídos, que tratar de elevar las fuerzas productivas con los burgueses era un error que lo único que produciría sería ¡conciencia egoísta! Y ya van apareciendo las causas del “bachaqueo”. Y si a esa reafirmación de la ética capitalista le sumamos el festín del “dakazo”, encontraremos la base espiritual del “bachaqueo”. El “bachaco” no es un delincuente, al contrario, es un empresario; un emprendedor capitalista en escala micro, un aventajado alumno de la prédica del gobierno, del capitalismo: buscar el lucro importado sólo por lo individual y con cero conciencia del deber social. Como vemos, no hay diferencia con cualquier capitalista para el cual comprar barato y vender caro no es un delito, sino más bien muestra de destreza comercial. Y qué paradoja: la socialdemocracia no transformó a los desposeídos en socialistas, sino que los convirtió en verdugos de la Revolución.
Se comprende que el error del gobierno de caer en manos del capitalismo, de abandonar el camino al Socialismo produce la grave situación que hoy vive. Hay una sola solución, volver al rumbo trazado por el Comandante, ir al Socialismo, luchar contra “la lógica del capital”. De no hacerlo, el curso seguirá siendo de colisión. Al abandonar al Socialismo sólo queda reinstalar al capitalismo y eso no lo logra este gobierno agotado, lo hará una dictadura que tenga alta capacidad política de reprimir a los humildes.
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