La tasa de ganancia es sólo una referencia promedial, una abstracción. Las ganancias son absolutas y concretas
Estadísticos bien fundamentados y en cumplimiento a principios económicos determinantes, las medidas que se tome tanto en la empresa lucrativa como en la Admistración Pública deben favorecer a las mayorías; si eso ocurre estarán bien tomadas.
Como es sabido, aquí el nivel de precios de los últimos dos (2) años no deja de crecer sin basamentos económicos valederos. Se trata de estrategias políticas de la oposición venezolana dirigidas a socavar la paz familiar, la estabilidad social y a romper la continuidad del proceso político revolucionario que se ha venido llevando a cabo sin mayores traumas para la clase social saliente de Miraflores, salvo que ya esta no dispone a su arbitrio del Erario Público como lo estuvieron haciendo desde los mismos tiempos coloniales.
La tasa de ganancia comercial vigente, concedida por la Ley de Costos, Ganancias y Precios (30% anual), lejos de abaratar los precios, ha resultado muy contraproducente porque las empresas se han dedicado a inflar sus costes sin otro soporte que una paridad ilegal, y sobre esos costes falsos han encaramado la tasa efectiva que determina la ganancia a final de cuentas.
O sea, ahora, no sólo se elevan los precios, sino la tasa real de ganancias. Como la moneda sufre pérdidas en su poder adquisitivo, el dinero de esas ganancias también pierde fuerza económica, razón por la cual el empresariado ha caído en una suerte de círculo vicioso: maneja elevados costos falsos para mejorar sus ganancias y, como estas se devalúan, siguen aumentando sus falsos costes. Por esa vía, si el gobierno no actúa veloz y eficazmente, los precios seguirían creciendo indefinidamente.
Esa realidad nos obliga a sugerir una reforma urgente que rebaje considerablemente dicha tasa y ordene una fuerte congelación de precios ajustada a la paridad legal del dólar. No es aconsejable que el gobierno siga tolerando semejantes irregularidades y se limite, como hasta ahora, a atacar casos puntuales ante un fenómeno, a las claras, de magnitud macroeconómica.