Otro día de infierno en el paraíso

Siempre he dicho que el venezolano no sabe que vive en el paraíso, simplemente porque la gran mayoría de los venezolanos y venezolanas no han vivido, ni han tenido que trabajar y sobrevivir en otros lados de este planeta, entonces no saben, y no tienen la menor idea, de lo que tienen aquí en Venezuela.

De la suerte que tienen.

Venezuela es, realmente, en comparación con casi todo el resto del mundo, un verdadero paraíso, creo yo.

Pero a veces en este paraíso, uno puede sentirse como si estuviera en el infierno.

A mí no me gusta salir, pero ayer salí, tomé la buseta y fui al pueblo, un pequeño pueblo en la costa caribeña venezolana, y, un cosa tras otra, me sentí descorazonado, rabioso, nervioso, y en general, incomodo y mal, aquí en este paraíso.

Estaba sentado en el último asiento de la buseta, y observaba a la gente, y NADIE les daba asiento a los ancianos.

Todos los jóvenes que estaban vestidos de raperos o reguetoneros (no sé como se dice), con prendas traspasando sus las orejas, y con tatuajes por todos lados, ni uno de ellos les ofrecía su asiento a un mayor, NADIE, NADA, y nadie decía nada, incluso yo no decía nada (siendo mayor) por miedo de ser atacado o asesinado dentro de la buseta por esos inconscientes y desalmados jóvenes.

Tal vez que yo sea paranoico un poco, o mucho, no lo sé, tal vez porque fui muy violentamente atacado y secuestrado y casi matado en el 2015 por seis jóvenes armados con cuchillos y machetes, seis jóvenes fuertes, vagos desalmados, contra este viejo discapacitado, pero el hecho es que ni uno solo de esos jóvenes en la buseta les ofreció su puesto a un anciano … y eso es una desgracia social venezolana que no puedo entender ni aceptar, aunque esto es evidentemente una muy triste realidad, y una tendencia que pareciera no querer revertirse.

Bueno.

En ese momento pensé, “Solamente en el infierno la gente puede ser tan desalmada, como estos jóvenes, esto no es humano.”

¿A qué hemos llegado como sociedad cuando un joven fuerte y en buena salud, deja sufrir a un anciano, simplemente para hacerse pasar él mismo por fuerte?

Pensé, ¿Estamos viviendo en el infierno, o qué?

Pero Venezuela es el paraíso, ¿Entonces?

Después pasé a una licorería a comprar sangría, y me la vendieron a más de 30% del precio de la semana pasada, lo cual no es nada sorprendente aquí en Venezuela desde hace alrededor de 3 años, pero lo que me dio una tremenda rabia fue que le dije al dueño del comercio, “¿Y la bolsa?,” y el tipo casi me escupió encima y me dijo que si yo quería una bolsa tenia que pagarle 50 Bs más.

¿Qué?

Le dije, “No, no, no … no señor … olvídate de la bolsa, quédate tú con ella, simplemente nunca más vendré aquí a comprarte nada,” pero el tipo empezó a echarme la culpa a mi por su “miseria,” y me dijo una de las más grandes estupideces que he escuchado en mi vida:

“Entonces para de tomar, viejo.”

En ese momento me imaginé en el infierno …

… donde me veía cayéndole a patadas al dueño de la licorería

Esa manera de un dueño de un comercio de tratar a sus clientes es realmente inexplicable, es infernal, y estoy seguro que yo no soy el único en este país que es tratado así por los dueños de los comercios venezolanos, como si nosotros, los consumidores que hacemos vivir a esos desgraciados estafadores fuéramos todos pendejos.

El infierno.

Después seguí mi recorrido, y fui a comprar un poquito de salami italiano, lo cual compro solamente 2 veces al años debido su alto costo, y pagué 13.000 Bs el kilo, o sea 4 veces más que lo que pagué hace seis meses, entonces compré solamente 10 tajaditas en ves de 40.

Pensé, ¿En que parte del universo los comerciantes DE COMIDA hacen lo que les dé la gana sin absolutamente ningún control?

Solamente en el infierno.

Nunca más compraré salami italiano aquí en Venezuela.

En seguida me paré en un kiosco para recargar mi teléfono, pero justo cuando terminé, un joven de cómo 25 años de edad, con un montón de prendas atravesando sus orejas, un tipo fuerte y muy capaz de trabajar, me gritó, así, sin absolutamente ninguna vergüenza, “Mira viejo, dame dinero.”

Lo miré como si lo iba a matar, alcé el botellon de agua vació que cargaba --- iba a comprar agua enseguida --- e hice como si le iba a dar un coñazo por el coco, y el desgraciado de porquería de vago joven abusador salió corriendo, pero como si todo eso le fuera algún chiste o juego video donde se gana puntos al atracar a un viejo discapacitado.

Cooo …

¿Qué es eso?

Pensé, “Voy a conseguirme una pistola y cargarla conmigo por todos lados, y cuando algún joven vago desalmado trate de atracarme, lo atracaré yo a él allí mismo, le pondré primero una bala entre las piernas, para que sienta como es de ser un maldito cobarde, y después en la cabeza, pero sin matarlo, para que quede discapacitado como yo por el resto de su vida, pero incapaz de hacer niños, ni de atracar a nadie otra vez.”

Era como una fantasía que me pasó por la cabeza.

¿Qué?

Bueno, como pueden ver, me sentí como si estuviera en el infierno, o en un lugar que no entiendo, en total anarquía, donde todos pueden hacer lo que les dé la gana --- incluso yo --- sin ninguna restricción, como si estuviéramos viviendo en total anarquía, es decir, en el infierno.

Otro día de infierno en el paraíso.

P.S. Desde mi perspectiva personal, prefiero pasar algunos pocos días infernales, de vez en cuando, en este paraíso llamado Venezuela, que de pasar algunos esporádicos días paradisíacos en los países infernales del norte, como Canadá, EEUU, y Europa.



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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