Cada vez que se aproxima la natividad no me dejo de sorprender de la capacidad de mentir de algunos seres y el potencial de receptividad de otros para creer en las ficciones o mitos. Ciertamente, cada quien puede creer en lo que le dé la gana, pero no cabe duda, lo malo de la mentira no es que la crean o no, sino que esta se convierte en un arma para pervertir a los incautos.
Me cuesta entender que todavía hoy en siglo XXI, en la época digital, de los celulares inteligentes, de los viajes espaciales, de los alunizajes y de los viajes hacia Marte, de la implantación de órganos artificiales (prótesis), de la fecundación in Vitro, entre tantos adelantos que no dejan de sorprendernos, todavía existan ingenuos que crean en el nacimiento del niño Jesús o niño dios. Según estudiosos del mito cristiano hoy por hoy se sabe, a pesar de que tal efeméride no tiene ningún registro histórico, que la fecha de la natividad de Cristo está revestida con muchos nubarrones. Algunos afirman que nació en el siglo IV antes de nuestra era y otros, en el siglo III d.C, en total, que ni los mismos exégetas han precisado la data del alumbramiento de María. Expreso alumbramiento, porque es muy difícil aceptar, en cualquier mente dotada de una mínimo de racionalidad, aquello de la virginidad de por vida de una dama que parió primero a Jesús y luego a otra prole. Y si hay duda sobre la fecha del nacimiento del mesías esperado, de la castidad de María, también la hay sobre la aparición de unos reyes magos que no eran ni reyes ni magos, guiados por una estrella peregrina semejante a una linterna. Juzgo que Mateo, el evangelista que inventó esta fábula no sabe nada de cosmografía y no aprendió que las estrellas permanecen fija en el espacio, dentro de un sistema de referencia. Y lo de los pastores, la mula y el buey pienso que solo sirve como parte del estribillo de un almibarado villancico para embaucar a los niños.
Tal como afirmé anteriormente, el peligro de la mentira es que pervierte la mente de los incautos. Esta mentira sirvió para sojuzgar la población de una parte del mundo oriental y en casi todo del mundo occidental. Imponiendo a sangre y fuego con La Biblia, la cruz y el arcabuz, la práctica de una religión basada en un mito, tal como lo hicieron las otras religiones en diversas zonas del planeta. La inocente leyenda del niño dios nacido de una virgen impoluta, la mentira de los reyes magos y la alegoría de los pastores, la mula y el buey degeneró en un verdadero apocalipsis, al obligar a millones de seres humanos a aceptar y practicar una dogmática doctrina religiosa. Lamentablemente nuestramerica vivió y vive la nefasta, inhumana y lúgubre consecuencia de la imposición de la fe cristiana en manos de unos frailes zánganos acompañantes de los conquistadores hispanos. Las mismas huestes criminales enviadas por los reyes católicos.
Todas las religiones allanan el camino para que la mayoría de los seres humanos acepten de forma estoica las mentiras. Por esta razón los vasallos de la monarquía, previo un “trabajo espiritual” realizado por los curas sinvergüenzas sobre la conciencia de los sojuzgados, estos aceptaron sin chistar que el rey era un representante de dios en la tierra. Tal comportamiento se podía corroborar cuando la plebe, en un acto pomposo, se mantenía embelesada y sorprendida al ver al arzobispo o al mismo papa colocándole la diadema al heredero. Consumado este acto solemne, seguidamente los súbditos debían prosternares ante la humana deidad, por ser aquel el representante de Dios en la Tierra: la autoridad del rey para gobernar provenía de la voluntad de dios. Todavía hoy los embustes de la religión no terminan. En nuestra época la curia romana le hace ver al mundo católico que la escogencia del papa es obra del espíritu santo, el mismo que fecundó la virgen María. No es posible que en la mente de un ser humano racional quepa tanta mentira y tanta basura espiritual.
Los políticos están al tanto de lo fácil de los humanos de creer en la mentira, siempre y cuando esta tenga algún edulcorante que dulcifique el cerebro del elector. El político sabe lo que los votantes desean escuchar, el líder demagogo conoce de las necesidades y de los temores de sus acólitos. Ambos son manipulados de manera descarada. Lo recelos son inoculados en la mente de las personas y de esto estuvo al corriente el senador republicano Joseph McCarthy de EEUU (1908-1957), quien en su cruzada anticomunista (macartismo) se arrogó el derecho de representar los auténticos valores estadounidenses. Fue este político quien le inyectó a los estadounidenses el temor hacia todo lo que podía exhalar el olor a comunista y peor aún, si este aroma provenía de un ruso o un chino. Muchos gringos fueron perseguidos y encarcelados por bolchevique o por sospecha de militancia. La gente creyó en las mentiras de este legislador y más de un gringo se atemorizaba ante la presencia de un rojo.
Indudablemente, por lo expuesto anteriormente, la gente siempre colocará sus orejas para escuchar lo que desea oír. Por esta razón vemos a los representantes de las rancias oligarquías más nefastas de la Tierra como candidatos presidenciales. Los electores se identifican con el oligarca creyendo que estos bandidos encarnan los intereses de aquellos, en el entendido que después que a este bastardo se le imponga la banda presidencial todo el mundo va a disfrutar de la mismas riquezas del capitalista. Las mentiras son dulces y por esta razón los votantes las asimilan durante la campaña electoral, aspirando que después del triunfo del oligarca todos los que votaron por el vivirán en la bonanza, negada de generación en generación. Al final, después de la victoria de la democracia burguesa, la aplicación de las medidas neoliberales del gobierno, que nunca se mencionaron durante la campaña, comienza hacer estragos en la población. En ese momento los electores descubren las mentiras del político mendaz y el papel de tonto que hicieron al depositar su voto.
Durante varias décadas muchos países de los cinco continentes han sido y son gobernados por modelos capitalistas y las adversidades de los pueblos no cesan. Solo hay una verdad, los gobernantes oligarcas no han logrado hacer frente a los deshumanizados efectos que ejerce la democracia burguesa sobre los excluidos de siempre; no han podido eliminar el racismo, de extirpar la ignorancia y la violencia; de abolir la corrupción y la imposibilidad de hacer valer los propios derechos de los votantes; de erradicar la pobreza y el desempleo, de exterminar el ocio improductivo, de desaparecer la desnutrición de la faz del planeta, de extirpar los daños de la contaminación ambiental, de suprimir las enfermedades, de proporcionar a la población viviendas dignas, educación y salud; de extirpar los problemas de las drogas y el alcoholismo y finamente, de suprimir la avaricia, el egoísmo, la zozobra ante la guerra, el temor, el odio, la impotencia y la injustica. Esta es la verdad verdadera. Por suerte el capitalismo engendra por si mismo sus propios sepultureros.
Los incautos venezolanos sucumben ante la mentira de los líderes de la oposición. Durante más de dieciocho años han permanecido impasibles antes las reiterado engaños de los agentes del Departamento de Estado de EEUU en Venezuela, en espera del cumplimento de sus promesas. A pesar de que cada vez se les descubren sus mentiras sus acólitos se mantienen a la expectativa, en espera de nuevos embustes de los dirigentes de la MUD, de los directivos de la AN, de la jerarquía eclesiástica, de las redes cloacales y de los medios de comunicación de masa comprometidos. La directiva adeca de la AN no legisla sino proclama mentiras tras mentiras, muy lejos del mandato latino: “legislatorum est justas leges condere” (el deber de los legisladores es elaborar leyes justas). Lee que algo queda.
Otro más: como afirma la canción “sorpresa te da la vida”. En estos días, durante los menesteres de espera bancaria para hacer un depósito, observé con estupor a uno de nuestro recio cantante de música llanera. El cantautor se presentó, cual protagonista de una película de gánster, cargando una bolsa grande full de billetes de a cien descontinuados, detrás de él venía un amigo o guardaespaldas con otra bolsa adicional. Ambos pasaron muy arrogantes directamente hacia a oficina del gerente. Me pregunté: será que el reconocido juglar está matando tigres como mototaxista o vendiendo perros calientes o quizás, cobra en efectivo alguna que otra serenata. De seguro cuando escuche “la muerte del rucio moro” recordaré este momento. “Cosas veredes, Cid, que farán fablar las piedras”.