Días atrás, el Ministro de Planificación, Ricardo Menéndez, puso en dudas el valor y veracidad de unas informaciones dadas por UNICEF acerca de la desnutrición infantil en Venezuela. Casualmente, el 06 de agosto del año 2016, escribimos el artículo que ahora reponemos, por haber una estrecha relación con lo que allí se comento y lo reciente.
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Clodovaldo Hernández, habiéndose enterado que en la ONU, ahora mismo, el ministro Menéndez afirmó que el 94% de los venezolanos comen más de tres veces al día, expresó lo siguiente: "Lo que más me impactó es que la frase de Menéndez fue leída, es parte de un documento…..que entregó a la ONU…..dijo eso porque lo cree, porque está convencido de que es verdad….tal aseveración no puede ser entendida sino como desvinculación de la realidad cotidiana". Por tratarse de Hernández, eso casi lo dijo Menéndez, por la importancia que tiene como periodista y hasta, por lo menos, ser simpatizante de lo que Chávez quiso, el ministro de Planificación optó por una respuesta nada delicada y más bien iracunda. Justamente en una etapa de gobierno donde la guerra económica, si algo ha dejado como paralizado, es eso de la planificación y actuamos con aquello viejo e improvisado de "como vayamos viendo vamos haciendo". Es decir el barco perdió la brújula y, el timonel, que no es el capitán, se quedó con el timón, desprendido de su base en las manos. Digo todo lo anterior, por el artículo ahora en aporrea titulado "¡Clodovaldo tiene razón! Ricardo Menéndez y Maduro mienten", cuyo autor se llama Henry Jesús Rosales O.
En la ONU, como ya dijimos en otro artículo, el Ministro de Planificación, quien lleva años en eso y dentro del gabinete, habló, "de lo que es", muletilla muy de su agrado, un país que fue. Lo hizo con aquellas mismas cifras que desde el INE, Elías El Juri hablaba de cuando el barril de petróleo costaba 140 ó 120 dólares y sólo por eso, aquellas expresaban bienestar nacional doblemente comprado. No porque el planificador venía haciendo la proeza de generar riqueza, incentivar trabajo, productividad y con ello que los alimentos apareciesen en abundancia en cualquier ambiente. La felicidad se compraba en dólares abundantes como caídos del cielo.
Si algún discurso he escuchado alguna vez lleno de contradicciones y hecho como quien pega retazos para hacerse una precaria cobija, incluyendo los de Ramos Allup y sus legionarios, es ese de Menéndez. Para empezar, admitió ante quienes le escuchaban, sin cuidarse que entre ellos muchos nada tienen de lerdos, que en Venezuela estábamos en dificultades. En lo que dijo la verdad. Tanta que, según confesó, después de muchos años en el gobierno, del cual ha sido ministro de planificación, el "aparato productivo está controlado por monopolios" y, las políticas socialistas, que ya llevan veinte años intentando que sus motores arranquen – y veinte años es bastante – nada han podido hacer contra aquello. Haber confesado eso, tan cierto que opera como motor importante de lo que llaman guerra económica, que tampoco esta es todo lo que el gobierno dice, es sin duda una "como inocente o simulada" declaración de fracaso. ¿Habrá revisado el presidente Maduro ese discurso? Pero dijo eso, olvidando que forma parte del alto mando del proceso revolucionario con unos buenos años en el poder. ¿Qué pasó? ¿Hay complicidad o exceso de incompetencia? ¿Acaso es imposible cambiar eso? ¿Entonces para qué se mete en esas vainas?
Como también lo es, que sin pena, pareciera más con distracción que inocencia, tomando en cuenta su nivel académico, haya admitido que en este país "tres grupos", solamente tres, controlan el 49 % de los ingresos. Decimos esto porque quienes están en el gobierno se autocalifican revolucionarios; es más, dicen a los cuatro vientos que construyen una sociedad socialista y donde los más modestos, hablan de estar en un período de transición; donde, si no entendemos mal la lengua, comienza a diluirse la vieja sociedad y emerger la nueva. Pero la confesión de Menéndez nos dice que, si el capitalismo no está más acendrado que antes, entonces para no parecer indelicado, me conformaré con decir que todo sigue igual.
¿Pero cómo entender ese galimatías, que como tal ya es confuso?
El Ministro de Planificación de una sociedad en "transición al socialismo", según el decir de quienes gobiernan, confiesa aquella descomunal concentración del ingreso y lo hace para justificar que no hace lo que dice que está haciendo. Es decir, según él y unos cuantos, estamos en transición a una sociedad nueva, más justa, pero los beneficios se los quedan unos pocos y en casi veinte años nada han podido cambiar. Es decir, esto sucede, unos cuantos años después de estar en el gobierno. No estamos empezando. Llegado aquí, uno no sabe de qué lado está la estupidez. Si pegado a los cueros de uno, como suele suceder cuando se trata del pueblo, o en otra parte.
Esto último y lo anterior son tan graves, porque una cosa tiene que ver con la otra, con el brusco descenso del consumo del venezolano que Menéndez no detecta. Sus cifras están congeladas y como dijo Clodovaldo, "parece estar desvinculado de la realidad cotidiana". En su "jupiteriana" respuesta al periodista que le criticó, cuál burócrata herido, porque parecía no saberlo, dice en su defensa "creo hace daño a un proceso político general tildar a la gente de burócratas, de personas desligadas de la conexión con la realidad". Comentario aparte: ¿no hay allí una redundancia? ¿Desligadas de la conexión con la realidad? Ahora cabe preguntar, ¿Menéndez da muestras de estar en conexión con lo real? Pero eso, de estar desvinculado con lo real, es la más frecuente respuesta que desde el gobierno se da a los de a pie, aquellos que hacen mercado y se rozan diariamente con la multitud y cumplen con el deber de alertar. Claro, en veces se escuchan palabras como traidor, vende patria, salta talanquera y como mínimo caído de la mata.
Menéndez, quien se siente herido le califiquen de burócrata, evalúa que eso es hacerle "daño a un proceso político". Decir lo que dijo Clodovaldo, lo que casi todo el mundo anda diciendo de Menéndez, cuando le escuchó usar viejas cifras, como él mismo lo confiesa, son del año 14 y estamos en el segundo semestre del 16, no es una simple crítica a quien aquello dijo sino al proceso todo. Eso tiene un cierto sabor y olor a algo impropio de un revolucionario, que por lo menos por no pecar de indelicado y excesivo, llamaremos egocentrismo. Algo como "El Estado soy yo", "El proceso y yo, la misma cosa somos".
Menéndez tiene razón cuando habla de las cifras del 14 y hasta parte del 15, pero él habló en la ONU ahora mismo, en la mitad del año 16, cuando esas cifras se han derrumbado por completo y el cuadro es el de un país, que quizás de repente, que no es así, porque el rentismo es viejo, entró en una violenta guerra y se parece a lo del artículo de Henry Jesús Rosales. El mismo en su discurso, como si una cosa no tuviese que ver con la otra, hizo mención a la caída de los precios del petróleo. Se parece más bien el país, a los otros dos datos que dio Menéndez, los monopolios controlan la producción y distribución de alimentos, provocan escasez, inflación desmedida y hambre. Y como consecuencia, tres grupos controlan el 50% del ingreso. ¡El mismo se destrozó con sus espuelas! Eso que dijo es verdad; le apoyamos. Pero debe admitir lo poco que ha hecho para que eso cambie. Y creemos que ya le queda poco tiempo para hacer.
Menéndez pasó por alto la inflación desatada sobre Venezuela desde mediados del año 2015 hasta ahora; que el fenómeno tiene carácter de híper; como que los huevos de Bs. 400.oo por cartón, casi llegan a Bs. 4.000.oo, el kilo de pollo de Bs. 85.oo a Bs. 2.300.oo y la tendencia es general e imparable y, agréguele sin duda, los datos aportados por el articulista antes mencionado, Henry Rosales, que son tan ciertos, como que él y el suscrito vamos al mercado y no nos quedamos en la contemplación de cifras que llegan con retraso. ¿Y los salarios? Mejor no hablar de eso. Solamente recordaremos aquella frase nacida de la post guerra, la segunda mundial, "los precios suben por el ascensor y los salarios por una escalera empinada". Sería una relación como muy triste. Justamente, pienso en favor de Clodovaldo, que este proceder ministerial de hablar de un ciclón estando en un espacio y circunstancias donde los efectos no se sienten, al primero hizo usar la palabra burócrata. Desde muy joven, tengo bien claro el pesado contenido que en el campo de la izquierda se le da esa palabra.