Nunca como ahora había entendido aquello que a los hechos y a los hombres públicos, sólo se les puede juzgar con equilibrio cuando se hayan decantado los sentimientos; tanto como que quien se sienta tentado a hacerlo esté divorciado de los hechos, no vinculados a ellos por ninguna circunstancia. Hablo de aquel obligado por lo menos por la buena fe y ajeno a los intereses políticos, económicos o de otra naturaleza. Si estás metido en los acontecimientos, de un lado u otro, ese compromiso llevará a quien se crea con méritos para juzgarlos a perder el equilibrio y la objetividad.
Ramírez ha hablado, ha dado cifras, se auto evaluó como un gerente eficiente y hasta coherente con los dictados de Chávez. Ha defendido a todos aquellos que trabajaron con él, hoy acusados de estar metidos en truculencias de todo tipo. Las que casi todo el mundo repite, de tantas que ha anunciado el fiscal y hasta de alterar las cifras de producción. Tanto como que se producía más de lo que se declaraba para vender petróleo como de contrabando y hasta de echarle agua al hidrocarburo, no para producir aquello que llamaron orimulsión, sino con otros fines. A Ramírez y los suyos les han acusado de compras con precios adulterados hasta de más del mil por ciento, lo que significaría un robo inconmensurable al país y al pueblo. Eso puede evaluarse, no es difícil.
Eso y más dijo el Fiscal Tareck William Saab, pero si mal no recuerdo señaló fechas. Y no era tampoco necesario que las señalase, porque todos sabemos cuándo y dónde estuvo Rafael Ramírez esos años. Además, sabemos dónde estaba Maduro cuando todo aquello sucedía y también quienes más.
Hay en todo esto, unos detalles que llaman la atención. Ramírez no se ha limitado a defenderse, sino que ha defendido a todos los suyos acusados por el Fiscal. Pero en lo que se refiere a la ex Fiscal, Luisa Ortega Díaz, acusada por Tareck William de haber sido permisiva o hacerse la loca, se mantuvo en su último artículo como distante. O para mejor decirlo, parece que se cuidó en distanciarse de ella. También llama la atención como esos que acusan y son acusados, en su mayoría vienen de los mismos grupos. Aquellos que hasta el último día, cuando ya el muerto estaba enterrado, y me refiero como "el muerto", a aquel esperpento de la lucha armada, soñando con ella. Si contamos y jorungamos uno por uno, incluyendo al actual presidente, vienen de los mismos pequeños grupos que le daban cabezazos a la realidad y terminaron acusando a quienes pudieron, hasta con justificada razón, como a Pompeyo Márquez, Teodoro Petkof, Américo Martín de haberse lanzado por la borda y a quienes no, porque no tenían motivos, les excluyeron como si estuvieran apestados. Hasta prefirieron a Luis Miquilena por razones que no viene al caso ventilar. Esto será otro día. Pero entre ellos tampoco había entendimiento, tanto que cada uno veía el mundo a su manera.
La gente de esos grupos, si le hacemos caso a lo denunciado por el Fiscal, se dividen en dos bandos. Unos, quienes están fuera del gobierno y son los acusados de esos delitos y otros están dentro acusando a estos. Hay además un importante lote que encuentra razones respetables, porque es respetable lo que dicen personajes como Luis Britto, que pese todo hay que cuadrarse con la candidatura de Maduro porque lo contrario es embarcarse en la nave del imperialismo que ahora comanda Míster Trump.
Pero hay unas fechas dentro de las cuales entran los delitos de los cuales se acusan a quienes dentro de PDVSA, fuera de ella y hasta alrededor de la Fiscalía, lo que incluye a la ex Fiscal, que cubren un espacio histórico donde todos esos personajes y gobernantes tuvieron relevante actuación.
Al presidente de la República, y esto incluye específicamente a Maduro, no se le puede enjuiciar porque unos rufianes se robaron un millón de cajas de Clap. Pero a quien eso compete directamente si cabe en lo inmediato una sanción, sobre todo cuando hay denuncias de toda naturaleza y a cada instante. Antes de eso, el mismo Bernal, recién llegado allí, había informado de otro tipo de delitos en el manejo de ese programa y eso se repite y se repite y no hay sanción para los delincuentes que no bajaron del cielo ni se escabulleron para allá. Como no a hay contra quienes venden a un precio cuando se paga por punto y a otro con billete en mano. Este delito ya no lo es, pues el Estado así lo ha decidido o aceptado.
Hay delitos, hay delincuentes y hay fechas. Pero la responsabilidad se elude o se encubre, según sea el sitio donde esté ubicado el delincuente. Según las denuncias que Tareck está procesando son viejas y se acusa a la Fiscal Luisa Ortega Díaz, por no haberle dado curso a esas denuncias, si es que las hubo, y hasta allí llega el asunto.
Si nos fijamos en las fechas y dejamos ser idiotas como este escribidor, quien por lo menos confiesa que lo es, no es nada difícil entender entonces que Ramírez y su gente, si es cierto todo lo que de ellos se dice, cosa que no niego, como tampoco afirmo, pues no conozco las pruebas, pero si le doy la debida credibilidad por el origen de la denuncias, por respeto a la imagen del Estado, podemos concluir que el Presidente Chávez fue víctima de todo ese vil engaño.
Pero quiero recordar, como en esos tiempos, unos "idiotas", entre quienes estuvo el Profesor Vladimir Acosta, demandaron demoler lo que llamaron Hiperliderazgo, lo que suponía entre otras cosas que un equipo con suficiente poder e idoneidad controlase al gobierno, lo que suponía tener un partido no sólo para que marchase y saliese a votar sino para que trazase las líneas e hiciese, al frente del pueblo, las debidas auditorías y controles, fueron descalificados y hasta apostrofados como "habladores de paja" por el hoy presidente. Si se les hubiese hecho caso a aquellos "idiotas", "habladores de malojo", los rufianes, esos que existen, según las denuncias de Tareck William, no hubiesen cometido los delitos de los cuales se les acusan y haberle causado tanto daño a los venezolanos y al proceso revolucionario. En cambio, a los habladores de paja, que son un montón, se les condenó al ostracismo.
Lo más triste, es que esa izquierda nueva, que hasta se pone un paño en la nariz al sólo oír los nombres de quienes fueron de la vieja, aquella de los años sesenta y para atrás, están en el gobierno y como navegando sin brújula o en el bando de los acusados de ladrones y bajo el amparo de quienes decían eran sus enemigos históricos. Un tercer lote, entre quienes hay de la "vieja y nueva", se distancia de ambos y buscando salida, intentando diferenciarse o apartarse de quienes tienen como contrarios o traidores, va en desbocada carrera sin fijar el rumbo del camino y como entrando en el bando que combatió y debería combatir toda la vida.
Pareciera no abundar quienes elaboren un discurso propio y original para orientar la lucha.