Luisa Ortega solicita a interpol que encane a Maduro

Maduro no pega una, digo yo, porque abundan quienes dirán lo contrario. Si uno escucha a quienes hablan sobre el presidente, de un lado u otro, no sabe de quién lo hacen. Porque sus enemigos dicen cosas que no creemos porque no hay prueba alguna para fundamentar esas acusaciones u opiniones. Pero no reclaman lo que parece obvio y elemental, como que afecta la multitud. Los suyos casi lo perciben y exhiben como un extraterrestre.

Por ejemplo, para usar el más sencillo y de uso habitual. De él se dice que es un dictador y que aquí hay una dictadura.

Quienes eso sostienen generalmente no saben qué es o como dijo Miquilena, ¿con qué se come eso? Uno sabe de dictadores como Juan Vicente Gómez porque ha leído algo de la historia nacional y conoce que el nacido en "La Mulera", en el Táchira, en los límites con Colombia, solía decir aquella expresión de nuestras guerras civiles, "no cargo preso amarrao". Porque era más fácil, menos trabajoso y costoso, quitarle la vida. "Muerto el perro se acabó la rabia". Y su gobierno creó las colonias penitenciarias como la del "Dorado", allá en el camino hacia la Gran Sabana, donde se enviaban presos comunes y políticos, para que murieran de hambre y peste. Claro después de haberles torturado salvajemente y sacado o no la información necesaria. Y a muchos mataban en la tortura y le colocaban grillos sesentones y hasta cepos.

Y aquí nadie hablaba de política con vecinos y amigos, menos en el banco o plaza junto a quien fuese porque cualquier pendejada era motivo para ir a la cárcel por político. Averigüe el joven lector sobre la vida de periodistas como Francisco Pimentel o "Job Pim" y Leoncio Martínez "Leo".

Pérez Jiménez, con todo lo positivo que tuvo su gobierno, que hasta obras suyas todavía se exhiben como importantes y duraderas y hasta paró a los gobiernos colombianos que intentaron violar la soberanía, hizo mucho lo de Gómez. Creó campos de concentración en las isla de Guasina y Sacupana, también en Guayana, para encerrar hasta quienes hablasen alguna pendejada contra su gobierno. Así mismo la tortura, ahora más refinada, como el toque eléctrico en testículos; la expulsión del país y el encarcelamiento sin límite y juicio fueron prácticas usuales. Asesinatos a mansalva en plena calle como el de Leonardo Ruiz Pineda. Una sola vez llamó a elecciones, que nunca hizo Gómez, y habiéndolas perdido, cerró lo que entonces era algo así como el CNE, apresó partidarios del candidato ganador que fue Jóvito Villalba, a quien detuvo y envió al exilio. Mientras las cárceles y los campos de concentración aumentaban vertiginosamente su población.

Pinochet, hablaré un poco de este, dejando atrás a Rojas Pinilla de Colombia, Somoza en Nicaragua, Batista de Cuba y Trujillo de República Dominicana y tantos otros en el norte, centro y sur de nuestra América, porque la lista es demasiado grande. Eso sí, el lector debe averiguar y no creer en uno, todos ellos fueron puestos y sostenidos por años en el poder pese todas las tropelías que cometieron, por los gobiernos de EEUU. Era un asunto de negocios. Y los gobiernos gringos han demostrado no creer en esas pendejadas de la libertad, derechos humanos y menos soberanía, sobre todo cuando se trata de países distintos al de ellos. Los negocios y las ganancias están por encima de esos principios.

Pregúntenles a los chilenos, hasta esos que están ahora en el gobierno y dicen que aquí hay una dictadura, como los trató Pinochet. Leamos, para no decir mucho, la novela de Isabel Allende, "La casa de los espíritus". Con Pinochet, hablar de política y en contra suya, era ganarse un puesto en la sala de tortura, una fosa común o un salir corriendo sin parar para salvar la vida. Con él, como en la Argentina, en tiempos de dictadura, entre tantas la de Videla, a los enemigos del gobierno, no sólo les hacían lo relatado, sino le robaban los hijos pequeños, motivo que dio origen a lo que hacen "las madres de la Plaza de mayo".

¿Y con Betancourt? ¿Y Leoni? Estos dos "demócratas" crearon como Gómez y Pérez Jiménez, un particular campo de concentración, el de la isla del burro. Eduardo Liendo, un excelente novelista venezolano escribió una novela, cuyo título ahora no recuerdo, donde habla de los presos políticos y esa cárcel. Pero también encerraron por miles a quienes les hiciesen oposición y simplemente hablasen mal del gobierno o expresasen alguna inconformidad. Pero además de torturar y asesinar en masa, como lo hicieron con Alberto Lovera, llegaron hasta lanzar gente desde helicópteros en vuelo, como sucedió con los miristas Trino Barrios y Víctor Soto Rojas. Hasta inventaron la figura del desaparecido. Esas fueron dictaduras y dictadores.

Nimguno de esos dictadores se dejaba coger de mamadera de gallo y hasta mampara de oos comerciantes especuladores. Es cierto, sirvieron al capital pero había sus reglas.

En verdad, la derecha, no dice nada de lo malo que hace Maduro o de lo que deja de hacer, como la espantosa situación económica que padecemos que provoca el gran capital, empezando por el de EEUU y sus socios de adentro que hacen negocios a costa de la ruina nuestra y que aquél no tiene idea como atacar y se conforma con quejarse y señalar a quien cree culpable, obviando su incompetencia e incapacidad para responder. Como olvida como equivocaron el camino y dilapidaron recursos que pudieron servir para evitar este estado de postración.

La derecha, entre quienes la integran ahora, como la señora Luisa Ortega Díaz, ha solicitado desde su auto exilio la detención de Maduro por corrupto. Pero resulta que ella está siendo objeto de la misma acusación en Venezuela. Lo que la descalifica, sin duda; y ser la persona menos apropiado para esa gestión y por la chucuta concepción que tiene de sus responsabilidades y del proceso histórico.

Aparte de las cosas que Tareck Willian Saab dice de la ex fiscal, cosas sobre las cuales no opino porque no tengo fundamento, es bueno tomar en cuenta como ella, quien dirigió todo el proceso acusatorio contra Leopoldo López, al margen de lo que uno pueda pensar sobre eso, y haber visto como los partidarios de éste en ese entonces se manifestaron en su contra, ahora dice que todo fue algo así como una farsa que debió ejecutar por presiones de Diosdado Cabello. Recordemos que el Fiscal específico que acusó a López se exilio en Estados Unidos y la acusó a ella de haberle hecho lo mismo. En ambos casos, cuando Cabelló la presionó, según ella, para que atropellase los derechos de López y el fiscal del caso, dijo que le habían obligado a actuar con pruebas forjadas desde arriba, ella en el primer caso cayó en un mal proceder contra el ciudadano Leopoldo López y, en el segundo, descalificó o subestimó a quien la responsabilizó siendo jefa máxima del Ministerio público. Es evidente que su responsabilidad está comprobada por sus propias declaraciones y por tanto ha perdido la competencia para acusar a alguien. Se ha declarado cómplice por encargo y eso es delito.

La señora Luisa Ortega, pese su nivel académico y hasta su dignidad, no parece percatarse que su actuación es una autoacusación, pues si lo último que dice de Maduro es verdad, eso de la corrupción, como calló o se convirtió en cómplice por omisión. ¿No basta la auto confesión sobre el asunto López?

Además y para terminar, la señora llegó al cargo por haber sido miembro de esos grupos de la nueva izquierda, la misma de Ramírez y Maduro, pero cambió radicalmente y, sin pudor, se puso al servicio del bando contrario. ¿Por cierto, porque tanta gente vinculada a Ruptura, Tercer Camino y Douglas Bravo ha aparecido envuelta en esas turbias situciones más que todos los demás juntos?

¿Si todo eso es así, quién puede prestarle atención a lo que digan personajes como esos?



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Armando Lafragua


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