Amigo (a) lector (a) con la venia y el respeto que usted se merece, créame, que no hallaba qué título colocarle a estas cuartillas que me nacieron escribirla en este rinconcito tiempo de ocio. Pude haberle colocado otro, pero ese fue el que se ocurrió. De cualquier manera, les ruego concéntrense más en el significado que en el significante; sin querer enredar la cosa en estas cuestiones de la semántica. Mi pretensión nace de una situación que experimenté o que me sucedió durante una compra que hice a unos buhoneros en las playas del terminal de la Bandera, un día equis de la semana.
Como en los cuentos de Callejas, aconteció que, me desplazaba por ese sector, en calidad de viajero, cuando me detuve ante unos vendedores de desodorantes y otros productos afines con la rama de estos productos. Observo, como cualquier aspirante, a comprar los artículos mencionados, que las sustancias contenidas, estaban en unos envases de marcas comerciales, tradicionalmente conocidas por todos. Varias personas (pueblo) que estábamos ahí, preguntamos por los precios de las cosas en venta, a su vez, presumiendo que la mercancía era original.
Habida cuenta, ya frente del comerciante (también pueblo), le solicité unos de los frascos, le pregunté: Si podía destaparlos, como esos recipientes no llevan precintos, lo probé en la palma de mi mano; y, al olfato, desprendían un olor característico de los productos originales. Aunado a ello, la consistencia de la sustancia era muy similar. De ahí que, le pregunté por el importe. Nos dieron dos precios: Uno en efectivo y otro valor en tarjeta de débito, el cual salía más oneroso. Así pues, que compramos los fulanos antisudorales y nos retiramos, presumiendo de la buena fe de los marchantes y de la buena calidad de los antitranspirantes.
Por lo que es evidente, los productos se probarían más tarde, como en efecto se hizo. Dos días después, ya estando en mi casa, utilicé los ¿"benditos desodorantes"? ¡cuál sería la sorpresa! al cabo de media hora los cuasi antisudorales se diluyeron más y no expelían ningún olor propio de los genuinos ¡Vaya engaño! Me imagino que las otras personas que también compraron, se llevaron el mismo fiasco. Todo producto de la mala fe y el dolo. Inmediatamente, suspendí el uso y los arrojé a la basura. A decir verdad, fueron cerca de un millón de Bolívares desperdiciado en una compra engañosa, o como pretenda llamarse.
Ahora bien, ya narrados los hechos, empezaron a revolotearme las neuronas sobre mi cabeza, de modo que empecé a sacar mis propias conclusiones. En este sentido, no les critico a esas personas que elaboren sus productos artesanales – La Ley no lo prohíbe -, siempre y cuando no sean perjudiciales a la salud pública. Pero, lo que sí cuestiono es que lo vendan encubiertamente en envases con logotipos de una empresa o industria formalizada, patentizada en el tiempo. Aunque son vendedores informales sin ningún registro mercantil, a mi modo de ver las cosas, considero que están haciéndole un daño a terceros, mediante la ejecución de ventas fraudulentas.
Debe señalarse que aquí no se trata de las grandes empresas u otras organizaciones de poder las que cometen el daño, sino, un grupo de personas que provienen de un mismo pueblo, engañando a otras, también denominada pueblo. De ahí que yo a -título personal- les diga "Guerrilla Económica" que sin tener una estrategia formal, convencional, estructurada, sin pertenecer a ningún grupo de hegemonía: económica, social, política etc. contribuyen, en alguna manera, de desfavorecer el presupuesto doméstico de cualquier ciudadano (a), recibiendo ganancias ignominiosas los agentes activos de tales acciones, verbigracia, el hecho que nos ocupa. No me refiero a la intención, sino a los efectos. Así como las grandes mafias económicas producen alteraciones en la economía del pueblo, también esos grupúsculos lo hacen de igual manera. Son como una metástasis en un débil organismo. No importa el tamaño del pecador sino del pecado. ¿Será que estamos en presencia de un deterioro colectivo? o aquel viejo refrán que reza: "Sálvese quien pueda" ¿usted qué piensa?
Dentro de este orden de ideas, si quieren vender su mercadería con honestidad, háganlo, utilicen recipientes sin logotipos comerciales establecidos, y, las almas, futuras compradoras, sabrán a qué atenerse. Nuestro Código Penal, vigente, establece las penas en los enunciados de los artículos del Título VI (De los Delitos Contra la Fe Pública) notándose un hecho antijurídico. No obstante, soy del que piensa que esto viene siendo un problema de orden axiológico ¿Por qué lo digo?...simplemente, por la carencia de Consciencia Moral, ese autismo de la condición irreductible del bien común. ¡Qué importa un bledo los demás, si yo me enriquezco con estafas! así las consecuencias sean fatales. No importa que obtenga apetitosas ganancias, pero siempre será un mediocre. El mismo pueblo destruyendo al mismo pueblo. ¡Juan Bimba contra Juan Bimba! Es lamentable decirlo.
Importa y por muchas razones, argüir que las autoridades municipales, deberían estar en cuenta de esta situación, no para prohibir la venta de los productos caseros, sino para mitigar estas acciones males intencionadas. Todos sabemos que la tarea no es fácil, pero tampoco es imposible. El término "Guerrilla económica" es producto de mi imaginación, no la plagié de nadie, que quede claro como el agua cristalina. Como lo dije arriba, no son entes formales, pero generan efectos dañosos a la sociedad. Inmisericordemente se aprovechan de la credulidad de las personas, hechos también tipificados en la norma sustantiva penal.
En la medida que persistan estos desafueros y no exista ningún control sobre esos elementos, creo, que la situación se tornará incorregible y más difícil de solventar. Ni que existan mil policías, mil fiscales, ni mil denuncias, si estos perturbadores de la economía informal, por supuesto, a quienes les competa (sabemos que en ese sector existe gente honesta), no se hacen acreedores de la conciencia moral, en relación al perjuicio que hacen a los demás; de nada valdrá plasmar muchos escritos concatenados con el tema.
A pesar de ello, estimo que el asunto no debe pasar por debajo de la mesa, ya que afecta paulatinamente a todos. En una sociedad donde predomine la anarquía, donde sólo se piense vivir bajo el lema de la "Ley de la Selva" se subsumirá en la incivilización. No se resta que esos compatriotas que se ganan la vida, ejerciendo el comercio de esa naturaleza, están laborando para sustentarse la existencia y las de los suyos, pero intenten hacerlo con probidad. Cuando vean los frutos de sus ganancias, no les remuerda la conciencia que lo adquirido fue con fraudulencia; y así podrán dormir tranquilos y cuando despierten no se los lleve la primera ráfaga de viento que pase. En una beligerancia hay dos contendores, pero en un pueblo unido no puede haber tiros para acá y tiros para allá.
Vale acotar una frase que leí recientemente en un librito de mi modesta biblioteca, veamos, dice así: "Si eres un vivo, nunca saldrás de abajo" (autor anónimo) a buen entendedor, pocas palabras bastan. Un país lo salvamos entre todos o lo hundimos entre todos. Nadie va a venir del exterior a pretender corregir nuestras alienaciones. Nuestros problemas son de aquí y lo resolvemos aquí. Mientras persista la viveza criolla, qué le podemos argumentar. No ganaremos nada empleando esa guerrilla económica y ejerciendo acciones negativas de pueblo contra pueblo.
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