Al agua, se le atribuyen bondades fundamentales para la supervivencia de la especie humana en el planeta tierra, es uno de los recursos más preciados, ya que nos permite calmar la sed, cocinar los alimentos, asearnos, constituye el 70 por ciento del cuerpo humano y sin agua, sin duda, pronto moriríamos de sed. En su aproximación hasta llegar a declarar al Agua como Derecho Humano, en noviembre de 2002, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, adoptó la Observación General nº 15 sobre el derecho al agua. Estableció que "El derecho humano al agua es indispensable para una vida humana digna". El 28 de julio de 2010, mediante la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas, reconoció –explícitamente- el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que el agua potable limpia y el saneamiento, son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. Sin acceso al agua, a los pueblos se les niega la posibilidad de acceder a una vida digna, base y sustento de otros derechos fundamentales como la salud, la alimentación, entre otros. Ello, fue concientizado por la Revolución Bolivariana, correspondiéndole al Presidente Chávez, impulsar políticas para garantizar la vigencia plena de ese fundamental derecho humano. Al momento de la llegada de la Revolución al gobierno en 1999, según estadísticas del Ministerio del Ambiente, solo el 30 por ciento de la población tenía acceso al agua potable. La Revolución impulsó con mucha fuerza el Plan Agua, y esa cifra de beneficiados, para 2009, se incrementaba al 60 por ciento. Producto de una inversión que ya, para entonces, alcanzaba los 6 mil millones de dólares.
El tema Agua, fue siempre una constante en las intervenciones del Presidente Chávez. Al punto, que se le reconoció como el Presidente del Agua. Logró quebrar, ese "apartheid hídrico" como le llamaron algunos, en el cual solo las poblaciones ubicadas en los sectores más pudientes tenían acceso a ese vital líquido, mientras que, a las barriadas y sectores populares se les destinaba a la escasez y carencia -casi que absoluta- del agua. Hugo Chávez, pudo democratizar el acceso al Agua, con inversión en infraestructura, organización popular (mesas técnicas de agua) y con técnicos y profesionales de la ingeniería, comprometidos con la revolución del agua. Chávez, siempre privilegió el acceso al agua como bien común de toda la población venezolana, al punto que lo estableció como premisa en el quinto objetivo histórico del Segundo Plan Socialista de la Nación para el período 2013-2019 o Plan de la Patria, en el que hace referencia a la preservación de la especie humana y la vida en el planeta, meta que sin la garantía y preservación del recurso Agua, no sería posible.
Esa política, impulsada y promovida por el Presidente Chávez, ha sido continuada por el Presidente Maduro. Así, en 2014, Maduro anunciaba al país: "El servicio del agua es un derecho humano que debe garantizar el Estado, son 11.985 millones de bolívares que se invierten para una ofensiva de obras estructurales vinculadas a las mesas técnicas de agua". Mientras, en el marco del anuncio de aquella mil millonaria inversión, anunciaba la inauguración de la planta potabilizadora de agua de Santa Teresa del Tuy, Municipio Independencia del Estado Miranda y el nuevo acueducto de Taguantar en el Municipio Díaz, Estado Nueva Esparta. En 2018, anunció la creación de la Industria Nacional del Agua, ente que se encargará de la construcción y mantenimiento de las plantas desalinizadoras ubicadas en la inmensa zona costera con que cuenta Venezuela, mediante capital nacional y tecnología china. Estimando, el Presidente Maduro, la construcción e instalación de 116 plantas desalinizadoras, con lo cual estima que para 2025, se logre el objetivo de garantizar el suministro de agua a la totalidad de la población. No obstante, las intenciones del Hno. Presidente Maduro, de garantizar el acceso al agua potable en igualdad de condiciones para toda la población, otra es la realidad que está viviendo el pueblo venezolano. Lo real, es que existen poblaciones en la propia capital de la República en las que el agua llega cada quince días, como sucede por ejemplo en Antímano o Carapita. En poblaciones más cercanas al palacio presidencial, como por ejemplo: el 23 de enero, el suministro de agua se reduce apenas a uno o dos días por semana.
El Plan de Abastecimiento, establecido con la emergencia de El Niño, en 2015, jamás fue reformulado. De hecho, Hidrocapital, lo que ha hecho es añadirles más días de racionamiento, propiciando descontento entre la población. El Agua, es ahora utilizada como un "arma no convencional", para propiciar descontentos y acusaciones al Gobierno, por la ineficiencia generada por los actuales gerentes de las empresas hidrológicas. De los efectos benefactores del agua, ahora se utilizan sus efectos destructivos que muchas veces pasan por desapercibidos por la población. Tal cual ocurriera con el puente Clearwater Pass, en la Florida, EEUU, en julio de 1987, con una sección de 853 metros y cayó en 10 pulgadas. Buzos enviados para revisar sus pilotes, hallaron que más de tres metros de la piedra habían sido desgastadas por el movimiento del agua, causando el corte de la piedra de hormigón. El poder erosivo del agua, puede hacer en pocos días o meses, lo que en estos cuatro años ha venido buscando el imperialismo de EEUU, sin lograr concretar su propósito de impulsar una rebelión popular que dé al traste con el Gobierno Revolucionario del Hno. Presidente Nicolás Maduro.
Sería insensato, de parte del Gobierno, menospreciar las corrosiones que vienen causando las empresas hidrológicas sobre la conciencia popular y su apoyo al Hno. Presidente Maduro. No estamos en condiciones de esperar largas restructuraciones burocráticas, mientras al pueblo se le somete a la penuria de vivir sin agua, como camellos. Urge, una solución inmediata al problema del agua. Una reestructuración exprés, que -en lo inmediato- logre ampliar los días de acceso al vital líquido. Levantar el Plan de Abastecimiento de 2015, es fundamental para restarle sustento jurídico a los conspiradores enquistados en las industrias hidrológicas. La Contraloría Social, mediante las Mesas Técnica de Agua, debe ser el instrumento fundamental para que el Poder Popular ejerza el control ciudadano sobre dichas empresas, y que minimice las apetencias de la burocracia del agua de ponerle manos al agua de todas y todos. Una primera intentona burocrática, en ese sentido, lograron concretar en Aguas de Mérida, y fue derrotada por el Hno. Presidente Maduro, al revertir el plan de privatización que el gobernador adeco de la entidad, había puesto en marcha. El mensaje presidencial de no privatización de las aguas del pueblo, es contundente y debe ser leído como tal por la burocracia contrarrevolucionaria enquistada en las empresas hidrológicas, propiedad de todas y todos los venezolanos. La restructuración y saneamiento de las empresas hidrológicas debe ser tarea para ya, luego será tarde y el puente de la Revolución será corroído, y pudiera caer por los efectos mortíferos del corte de sus bases de sustentación: la esperanza popular y el buen gobierno…