Dentro de varias acepciones del matraqueo, halladas en el Diccionario de la Real Academia Española (Drae) tenemos las siguientes:
a.- Matraca: Importunación, insistencia molesta en un tema o pretensión.
b.- Matraquear: Dar Matraca.
c.- Matraqueo: Acción y efecto de matraquear.
Estos son términos que diariamente salen a la aurora pública de marras. Para ningún mortal es un secreto que estas células malignas están afectando a la sociedad desde larga data; la historia tradicional nos remite a los hechos. Parece que fuera el ADN del "¿¡Cuánto hay pa’ eso!? ¡Tírame algo ahí!" que los he escuchado desde que tengo uso de razón. Esto no es producto de la pandemia del Covid-19. Es un tema controversial y debatible que siempre ha estado sobre la palestra, indiferentemente, de quién pueda formular sus argumentos. Anomia que se halla presente en todas las esferas sociales; nadie escapa a ella: desde algunos encumbrados funcionarios, empleados de empresas privadas, hasta el singular y silvestre vendedor de Hot Dogs (Perros calientes). Considero que no es un tema de figura, sino de fondo. Es mi óptica de ver las cosas.
Este introito lo traigo a colación en vista del programa "Vladimir a la Una" de esta semana en curso, donde el periodista se dirigía –según sus palabras- a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y a la Policía Nacional Bolivariana, incluso, al propio presidente de la República, ciudadano Nicolás Maduro en su carácter de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Así lo remitió.
He de hacer notar, que la artillería de su tema se dirigía al maléfico empleo de la Matraca por parte de algunos funcionarios y funcionarias –según él- de las instituciones supra mencionadas. Aunque, de vez en cuando, señalaba las frases: "No me consta" pero por otro lado aducía: "Conozco casos cercanos, familiares" Y en ese maniqueísmo, no era menoscabo para dejar de tener interés el asunto en cuestión.
Más allá de su función periodística, tan importante en la sociedad por la amplitud del derecho a la expresión en esta dictadura y en este régimen avasallante; y dentro del ejercicio de su área de competencia, es un tema de reflexión para toda la ciudadanía, a pesar, de que en reiteradas oportunidades el propio presidente Maduro ha hecho énfasis en relación a estos desafueros, que extienden sus tentáculos encubiertos en la población. Dicho sea de paso, existen personas privadas de libertad por incurrir en estos actos de cohechos. El típico cuento de "Tío Tigre y Tío Conejo"; aunque las proposiciones del conocido editor no eran de estilo reflexivo, sino más bien de informar, de denunciar; no restaba importancia en continuar escuchándolo. Si bien es cierto que no comulgué en ciertos puntos con el moderador, no es menos cierto que a la premisa había que acercarle las antenas.
En esto orden de ideas, no me creo el dueño de la verdad, ni que mis modestas opiniones sean mega aceptadas en esta diversidad del pensamiento, cada cual le aplicará su hermenéutica. "Cada cual cuenta su experiencia cómo le haya ido en la fiesta" deambula un aforismo por ahí. Aunque parezca cursilería, Venezuela no es sólo de Villegas, ni mía, es de todas las venezolanas y todos los venezolanos. Es un mismo techo añil, es un mismo sol que nos irradia y nos da vida cada día. Todos nos vemos perjudicados o beneficiados, según nuestras conductas y comportamientos. "No es una crisis del pueblo, es una crisis de pueblo" – decía el difunto Mario Briceño Iragorry-.
En lo que a mí respecta, y, para no fastidiarlos más; el Matraqueo es un añejo vicio que ha ido enquistándose en la sociedad venezolana, donde muchas veces, el Matraquero activo pasa a ser matraquero pasivo. Cuántas veces he escuchado por estas calles estas perlitas, palabras más, palabras menos:- "Bueno chico, tú sabes que tengo un negocio por allí, pero me falta tal requisito. Bueno, yo tengo un pana que trabaja en…yo le lanzo algo; y él me hace la segunda…tú sabes cómo es". Alrededor de todo esto se crea un círculo vicioso que es difícil de solventar así nada más; así andes con una lámpara encendida, como Diógenes, al mediodía, buscando a un elemento de honestidad. Honestidad que en ocasiones, se confunde con el "Pendejo". El matraqueado y el matraquero se corrompen recíprocamente; ambos se sumergen y nadan junto en la corriente de la ilegalidad y la inmoralidad. Unos y otros fusionan sus necesidades, so pretexto del "pobrecito yo". Unos y otros se dan lástimas mutuamente; y así va navegando la curiara, sin rumbo, hasta que son atrapados en la orilla. "Después de ojo sacado, no vale Santa Lucía", decía mi difunta madre.
¡Gracias por su atención! Nos vemos en la próxima producción; y saque usted su conclusión.