Comerciantes asumen tasa BCV pero suben, y con velocidad, precios. Todos los días sale un pendejo a la calle…

Siempre, desde antes de nacer, pues eso me lo contaron y luego yo lo presencié, el comerciante venezolano ha sido un ladino, un "rolo e` vivo", como solía decir aquel animador de televisión llamado Luis Guillermo González, quien al parecer fue eso. Desde los más grandes, aquellos que siempre han pedido millones de dólares para importar algo, pues sólo eso se les ocurre, nada de crear empresas a partir de los recursos nacionales y menos de generar tecnología en abundancia, y de lo recibido el 90 % lo dejaban y todavía dejan encajado en bancos extranjeros, "paraísos fiscales" o no, hasta los más pequeños, estos que como aquellos, también joden al pueblo, sólo que en vivo, en directo, aunque en menor cuantía. Por eso, a los grandes, hasta los mismos adecos, llamaron clase "parasitaria", por eso de vivir a expensas de los demás

Por supuesto, para evitar malos entendidos, cuando hablo de "comerciantes", incluyo a quienes también producen las mercancías en su totalidad, a medio terminar o terminadas. Es decir, incluyo a importadores de todo rango y vendedores de cualquier nivel.

Por años, durante la IV República, en toda la cadena de comercialización, al inicio de cada año, se producía un aumento de precio sin justificación alguna, era como una cosa obligada, un acto litúrgico o como un "regalo" de año nuevo que los empresarios se auto otorgaban.

Inicio este comentario porque he leído una información, según la cual, de 3 mil comercios fiscalizados por el SUNDDE, se detectó que sólo tres (3) no venían cumpliendo en la aplicación de la tasa del BCV con respecto al dólar. Porque, aunque sea una estupidez, pérdida de tiempo y un cómo aparecer descubriendo el agua tibia, ya la "moneda criminal", "la del imperio mesmo", es como si fuera de la casa o mejor, nosotros caímos en su trampa o celda, pese gritemos eufóricos que somos soberanos y "abajo el imperialismo yanqui". Es decir, estamos viviendo en su casa. La gente del gobierno que para nada la quiere, pues es su enemiga estratégica y hasta táctica, la invitó y le brindó todas las comodidades para que se sintiera como en casa y al final se convirtiese en la dueña.

Pero esos "rolo e` vivos", sólo son capaces de joder a los más pendejos, como siempre han hecho o hacen los pequeños comerciantes con la gente humilde y los "grandes empresarios", con la gente del gobierno, quienes en muchos casos "caen en sus redes" por diferentes motivos. Pese se diga que algo les queda, lo que ni parece cierto porque en esos avatares mucho se pierde.

Cuando hablo de este tema, siempre se me viene a la memoria, un tipo cuyo apellido ya se me olvidó, pero el caso no porque el personaje se llama Eligio como yo, quien valiéndose de su amistad con un familiar de Chávez, logró le diesen un crédito cuantioso en dólares para importar bagatelas y todo ese dinero lo dejó en un banco extranjero y tras de esos reales se fue a vivir a EEUU como mártir y refugiado de las atrocidades del "comunismo".

El venezolano es creativo, hábil y hasta pendejo, las dos cosas en el mismo universo, al momento de estafar y dejarse estafar. Y el Estado, dado que es de la misma estirpe, en buena parte venezolana, es igual, hábil y al mismo tiempo idiota.

Es viejo el cuento de los dos pesos. El de comprar y el de vender. Los comerciantes de antes, para comprar la producción a los campesinos usaban un peso que marcaban siempre muy por debajo de la carga que en ellos se depositaba. Si el campesino que vendía colocaba cien kilos de yuca, el peso marcaría cuando más 75. Para eso el comerciante cuidaba se usase su peso. Pues el campesino en los burros no cargaba peso, confiando en la tecnología y la buena fe de su clientela.

Pero el mismo comerciante al vender, al detal como era el caso, usaba un peso que funcionaba o marcaba al revés; si le montaban en la cesta medio kilo, él registraría uno completo.

Pero el asunto no llegaba hasta allí. Todavía el comerciante o bodeguero, apelaba a otra trampa, como poner la mano debajo de la cesta o bandeja del peso donde se colocaba la mercancía que pesaba para comprar y empujaba hacia arriba hacia abajo cuando vendía.

En una de mis novelas, cuento como un viejo comerciante, "jode" a una senadora que no le gustó las huevas de lisa que él vendía por verle mucha sal y como avejentadas por secas, deshidratadas, ofertándole al día siguiente las "mismas", pero recientemente lavadas, hidratadas, sin rastros aparentes de sal, muy limpias, pero ahora más pesadas y caras por lo "nuevo o frescas" que estaban. Esta vez, un pequeño comerciante del mercado jodió a una grande, alta funcionaria del Estado. Tengo nombres y apellidos pero los guardo.

En las viejas haciendas, de esto hay mucho en la novelística y cuentística suramericana y particularmente gaucha y peruana, habían bodegas, propiedad del hacendado, donde hasta les fiaban a los trabajadores, pero a precios por demás elevados, tanto que, al final de la jornada semanal o temporaria, estos todavía quedaban debiendo al dueño y, hasta endeudados, como para trabajar por semanas sin cobrar, para pagar lo acumulado y lo mismo encuentra uno en la novelística venezolana y en el mundo de la minería.

Todas esas cosas vinieron a mi mente cuando leí la nota alrededor de la fiscalización realizada por el SUNDDE, la que el lector puede acceder por este enlace, https://www.aporrea.org/economia/n376204.html.

Puedo dar fe, pues en eso pongo mucha atención, que a los negocios donde acudo a comprar, pocas veces hallo alguno que no cobre a la tasa oficial. Compro, en lo que llamaría negocios formales, pues nunca cargo efectivo, no sé de eso de pago móvil y no tengo huellas para pagar por biopago. Los pocos espacios donde acudo a comprar, donde no se respeta lo de la tasa oficial, sino a la que a sus dueños se les ocurra, hallen o mejor buscan con preferencia en el teléfono que, generalmente es una muy alta, otra nueva viveza criolla y puedo pagar con mi tarjeta de débito, son los mercados públicos, a los cuales acudo generalmente en busca de pescado. Pero, a estos espacios, no llega el SUNDDE. Alguna razón tendrán para eso. Quizás sea por aquello viejo de "buscando sin ganas de encontrar", como el vago y ocioso que quiere seguir siempre en lo mismo y se justifica en que "no encuentra trabajo", pese tanto trabaja para "encontrarlo". Como quien busca ballenas en el desierto.

El SUNDDE, salió a cuidar que los comerciantes cobren guiándose por la tasa del BCV, porque este organismo y el gobierno todo, ya dio por un hecho que la moneda de curso legal, la que mide los precios no es el bolívar, sino el dólar. Nuestra moneda no es sino una especie de símbolo, una ficha como esas de las casas de juego, que sirve para engañar a los trabajadores.

A lo que el SUNDEE no prestó atención, quizás por órdenes de arriba o descuido, fue a los precios en bolívares. Por ejemplo, días atrás, en un pequeño negocio donde suelo comprar leche cruda y hasta cordero, una carne que mucho me apetece, estaba en 16 Bs. el kilo, unos tres dólares aproximadamente. Después de eso que los argentinos llaman la "corrida", o la devaluación del bolívar, el cordero apareció en 28 Bs., aunque se mantenía allí "respeto" por la tasa del BCV, no por los precios en nuestra moneda ni en la del dólar mismo; si acaso pudiera haber llegado, según la subida del dólar unos 22 ó 23 bolívares. Pues la subida de precio en ese negocio de aquella mercancía alcanzó realmente una tasa superior a Bs.9. Es decir, en realidad, aplicaron una tarifa o tasa hasta superior a la "página del dólar criminal". Pero estaba exhibido un cartel con la tasa oficial, la del BCV y por ella te cobraban. Entonces la subida fue doble, por los efectos de la alteración de la tasa de cambio y los precios en bolívares. Y eso, está generalizado, lo que al parecer el SUNDDE no detecta.

Pongo este caso como ejemplo, pero sucedió y está sucediendo en todas partes, sin que el gobierno y en particular el SUNDDE aterricen y se percaten de esas mañas o trampas que se siguen haciendo a los venezolanos, dado no pareciera suficiente lo que nos hacen con el salario a través del instructivo ONAPRE, con el cual castigan y arruinan más a los trabajadores todos, porque en el sector privado, a la hora de fijar salarios, toman como referencia el salario mínimo y el que pagan en la administración pública en todos los niveles. Tanto que un muchacho que trabaja en un abasto privado gana mucho, pero mucho más que su viejo profesor de la universidad. Con lo que hasta al muchacho, le quitan fuerzas para reclamar mejor salario y seguir estudiando.

Por cierto, quiero terminar esto, recordando que Jorge Roig, integrante de la directiva de Fedecámaras, pocas horas después del 1ª de mayo de este año, dado que el presidente Maduro, no anunció aumento salarial como esperaban, ansiaban y hasta apostaban los trabajadores todos, dijo que eso fue el resultado de un acuerdo hasta no se hagan unas reformas ansiadas por el lado empresarial a la Ley del Trabajo. Es decir, tendremos que esperar tales reformas que, por la trascendencia que sin duda ellas tendrían, habrá que esperar que los ánimos retornen al nivel más bajo y apropiado y eso, al parecer, no será "por ahora", sobre todo cuando los trabajadores petroleros, como los docentes, comienzan a protestar. Entonces recuerdo esto, porque no es sólo lo que dice Jesús Farías, el predicador del monetarismo, que no se aumentan los salarios, sino por las condiciones puestas por Fedecámaras, ahora vuelto un aliado de "gran valor estratégico".

"Todos los días sale un pendejo a la calle y quien lo encuentre es de él", dice el refranero popular venezolano.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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