I
No resulta fácil aproximarse a una noción de lo que se pudiera entender por "Cultura Larense" (centro occidente de Venezuela) considerando su ámbito geográfico y la especificidad de su dinámica humana en el tiempo que, para recurrir a Fernand Braudell (1978, en "Historia y Ciencias Sociales". Ariel. Barcelona. España), diremos que esta sintetiza diversos elementos y factores que cristaliza en algo que sería una especie de amalgama o conglomerado colorido y multiforme; producto del destilar continuo de la relación hombre-medio en la larga y mediana duración de la Nación en general y sus entidades políticas, como unidades territoriales integradas. Dado que el paisaje constituye un producto histórico (Reinaldo Rojas "Historia Social de la Región de Barquisimeto en el Tiempo Histórico Colonial 1530-1819". Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia 229. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas. 1995. Pp. 36-75).
Espacio y tiempo, pues, en la mediana y larga duración son dimensiones de lo propiamente histórico, que define perfiles culturales de la nación y el país, su conciencia de pertenencia e identidad. Cuestiones a los que en el ámbito regional y local Luís González (1968) en su libro "Pueblo en vilo. Microhistoria de san José de Gracia. México. (El Colegio de México, www.bibliotecadigital.lce.edu.mx/sites...), da en llamar "Matria" o "Patria Chica" con sus líneas zigzagueantes.
Germán Carrera Damas (Cumaná, 1930) en reciente entrevista señala al respecto algunas pistas con fines de explicar los procesos sociopolíticos y culturales en atención a la teoría de la historia como ciencia, pues hay líneas de continuidad que del pasado se proyectan al presente y constituyen desafíos importantes, dice:
"… dos leyes rigen a la historia, son el tiempo histórico y la dialéctica de continuidad y ruptura, y en ambas sitúa sus particulares repuestas que además rompen el esquema de lo posiblemente esperado" (Semanario "La Razón". AÑO XXII. N° 1.142. Caracas, 27 de noviembre al 4 de diciembre de 2016. P. 8).
Así mismo, refiriéndose a lo propiamente venezolano acota, que la nación se construye constantemente, sugiriendo con ello que se crea y recrea en su territorio, lengua, religión, economía, psicología colectiva y cultura como construcción humana, por lo que conviene hacer presente y celebrar tal cosa; así dice que:
"Somos un país en construcción de sí mismo, pero un país no es una nación, el país es otra experiencia. La nación venezolana comenzó a formarse decididamente hacia mediados del siglo xix, es decir, es una recién nacida (…). Un país es el territorio, la delimitación, pero una nación significa la formación de una conciencia, el vínculo ingenuo en el sentido libre de una comunidad que responde a una necesidad de procedencia y de permanencia, y esto requiere de un tiempo histórico muy prolongado, llegar a esto es una tarea muy difícil y muy delicada" (ídem).
II
"Cultura Larense" viene a ser entonces los constructos, representaciones, imaginarios y prácticas que expresan y conservan en sí el fenómeno de la vida, biológica y social, en una localidad que en la Colonia perteneció a La Provincia de Caracas, luego a la de Carabobo y hasta parece que conformó el Estado Provisional de Barquisimeto, fusionado con lo que hoy es el estado Yaracuy. Lo cierto es que en la extensión de los actuales 19.800 km cuadrados y sus nueve municipios, lo que antes fueron los Cantones existe un continuo proceso de expresión del espíritu.
Quíbor, El Tocuyo, Carora y Barquisimeto o localidades desagregadas como Yaritagua, San Felipe y Nirgua (actualmente del estado Yaracuy). Así como buena parte de lo que hoy es el municipio Urdaneta y sur del estado Falcón (municipio Unión), Acarigua-Araure (estado Portuguesa, en los Llanos Occidentales) llegaron a formar una región con elementos y factores homogéneos; al punto de conformar un fluido comercio de bienes materiales e inmateriales, a través de vías naturales y caminos establecidos por las comunidades primigenias en el marco de las formaciones económicas y sociales aborígenes, en lo que se han detenido algunos investigadores sociales.
Así, el historiador Reinaldo Rojas (Caracas, 1954) ha acuñado la categoría "Región Barquisimeto" en su libro en su libro ya nombrado: "Historia de la Región de Barquisimeto en el Tiempo Histórico Colonial, 1530-1810", (A. N. H. Caracas. 1995)) y particularmente en lo atinente a la cultura dedica una sección a lo que denomina: "Artesanía y Arte en la Región Barquisimeto. Tiempo Histórico Colonial", siguiendo el modelo de análisis para la historia de la cultura de Juan Acha. Allí destaca que la artesanía ya es "… evidente para el período colonial barquisimetano, incluyendo en este espacio las áreas urbanas de El Tocuyo, Barquisimeto y Carora, ya que la gran mayoría de las actividades artesanales, como actividad secundaria, están ubicadas en los centros poblados…" (p. 334).
Agrega de seguidas que la tradición alfarera prehispánica utilitaria creó una tecnología transmitida de una generación a otra: "Sin embargo, es necesario destacar que el sistema de producción aborigen se rompe con la conquista y colonización, al extremos de que casi desaparece el alto valor estético de la cerámica aborigen frente a la producción que se desarrolla en el tiempo colonial. En este sentido, no es exagerado afirmar que esta artesanía se reduce a su papel más utilitario, hasta que aquella tradición aparece de nuevo, en condiciones históricas totalmente distintas, en el arte de las loceras" (p. 334-335).
Se entiende de lo anterior que, andando el tiempo, sobreviven técnicas y procesos artesanales de diverso tipo con rubros y actividades difuminadas en nuevas dinámicas económicas, políticas y estético-culturales; que revelan una hermosa riqueza en artesanía utilitaria, ceremonial y decorativa, expresada en cerámicas, textiles, arquitectura popular u obras de artes plásticas o música, entre otras actividades como dulcería, comida, bebidas fermentadas o destiladas del agave cocuy. Al respecto el mismo investigador Dr. Reinaldo Rojas señala que:
"Las faenas agrícolas, el mundo rural, el amor y la muerte que vibran en la vida cotidiana del campesino se transforman en letra a San Antonio de Padua. Ayer negros esclavos e indígenas sometidos a encomienda, hoy campesinos curtidos por el sol y el esfuerzo que mantienen viva una tradición que incluye danza, música, poesía, religiosidad popular y producción artesanal de vestidos, instrumentos, tallas y alimentos propios del lugar, sin olvidar el cocuy, de ancestro aborigen. Un verdadero complejo cultural popular" (ibídem, p. 339).
Esta inferencia convendría tenerla presente cuando se desarrollan estudios culturales o se realizan muestras de tal actividad en espacio públicos o escolares, ya que a veces la inmediatez hace olvidar la importancia de la teorización, dando lugar a la incomprensión y hasta la tergiversación de la actividad misma; confundiéndola con aspectos partidistas o proselitistas, con fines ajenos a la academia. Sabido es estos son espacios reales y simbólicos donde el elemento fundamental lo constituye la búsqueda de la verdad y la reafirmación de los valores trascendentales del ser humano (Art. 1, Ley de Universidades de la República de Venezuela, 1970).
III
De este "… verdadero complejo cultural popular" se han ocupado otros investigadores en épocas anteriores a la obra publicada por Rojas (1995), uno de ellos es Rafael Domingo Silva Uzcátegui (1887-1980) quien en 1941 le fue publicada su monumental Enciclopedia Larense, dos tomos; en el primero se describe la historia y la cultura de la región y localidad, destacando principalmente la filiación hispana, aunque muy someramente y en el segundo la economía y la demografía; después aparecieron los trabajos del querido poeta y cronista del municipio Iribarren, recientemente fallecido, don Ramón Querales (Matatere, municipio Urdaneta, 1932-Barquisimeto, 2015).
En efecto, con estudio preliminar de Ramón Querales y Gerardo Álvarez, Mario Castillo, Candelario de Jesús Oropeza, Edilbertop Quintero, Francisco María Rodríguez y Pablo Rojas, como Compiladores, en 1991 publican la obra "Canturías de Curarigua", donde recogen el rico caudal literario oral de tipo popular de los descendientes de negros esclavos e indígenas por esas comarcas caroreñas, actual Municipio Bolivariano Pedro León Torres, cuya Salve a la Santa Cruz discurre así:
"Vengo a cantar esta salve/ En el nombre de Cruz/ Porque es el árbol mayor/ En donde murió Jesús/ Salve, Santísima Cruz/ El domingo lo sacaron/ En la primera procesión/ Sufriendo los mil azotes/ Aquel divino Señor/…" (Canturías de Curarigua. Casa de la Cultura de Curarigua, 1991. p. 16).
Estas canturías ya poco se ejecutan inclusive en nuestros caseríos, aunque hace más bien poco tiempo observamos unas Salves a san Antonio en el Museo de Barquisimeto, ejecutadas bellamente por tradicionalistas de la población de Río Claro, sur de la ciudad de Barquisimeto; pero es una escena más bien rara en estos días, cuando la identidad y pertenencia a lo regional y local más bien se ha disuelto frente a la cultura global o de masas, para recordar así de pasada también el libro ya cásico de Antonio Pascuali "Comunicación y cultura de masas" (Monte Ávila Editores. Caracas. 1970), ya que como señala allí:
"El tipo de cultura que exhiben los grupos sociales está en función de sus medios de comunicación del saber, tanto más casual cuando más subdesarrollada sea la cultura en cuestión" (p. 47), ergo: las expresiones culturales de los grupos subalternos no suele reflejarse en los medios de comunicación como aspectos prestigiosos y dignas de imitar, con lo que aparece la inquietante pregunta lanzada por el filósofo Martín Heidegger en "Ser y Tiempo", recordada además por Pascuali (1970), a saber que si lo que recogen los mass media viene a ser el genuino hablar del pueblo, pues: "Sólo en el genuino hablar es posible un genuino callar… Pero callar no quiere decir mudo" (ídem).
IV
Finalmente queremos destacar otro aspecto que es característico de la cultura larense, la casa campesina de bahareque y torta u otros elementos constructivos propios, como parte de un sincretismo tecnológico, en efecto según el historiador Reinaldo Rojas (1995):
"Otros campos de actividad artesanal de importancia podemos encontrar en la construcción de viviendas, donde se unen las tradiciones constructivas indígenas con las nuevas técnicas españolas y árabes, traídas por estos últimos, así como por los propios africanos negros. La labor constructiva estuvo a cargo de indígenas y negros bajo la orientación de los patrones arquitectónicos españoles" (p. 337).
Más adelante agrega que: "Como señala Gasparini, nuestra arquitectura colonial fue sobre todo funcional y práctica, frente a la exuberancia del barroco mexicano. En este contexto de sencillez la labor creadora quedó en manos de nuestros artesanos, quienes reinterpretaron, las formas europeas de construcción, si cambiar la esencia de las concepciones espaciales, entonces dominantes. Por ello, para Gasparini, se trata más de una arquitectura anónima, la nuestra, que de una arquitectura de especialistas" (p. 337-338).
Estos hallazgos del investigador Rojas referidos a los aspectos más salientes de la cultura larense y venezolanos en general, convendría difundirlos. Representan una reivindicación de los aportes que los sectores sociales subalternos realizan a la historia de la cultura con sus prácticas, representaciones e imaginarios sobre la que conviene reflexionar, ya que agrega:
"Se requiere una visión más amplia del espacio barquisimetano, vislumbrando con ello una categoría de análisis geohistórico: la región Barquisimeto. Pero antes de la conquista también ha habido historia, historia ignorada. En nuestro caso, historia de un pasado al que sólo se han acercado los arqueólogos. La etnohistoria y la arqueología, junto con el análisis socio-espacial y demográfico del Variquisimeto caquetío es más que oscuridad, es prácticamente inexistente. Hacia atrás se avanza con sentido global y desde la economía y la demografía regional, entre 1986 y 1990 se avanza en la horizontalidad de una sociedad, por la vía de las estructuras socio-espaciales, cuyo eje conceptual es la categoría región Barquisimeto en el siglo XVIII, por la vía de la estructura económica, hombre y tierras, fuerza de trabajo, recursos naturales, minería, agricultura, artesanía y comercio, por la vía de la estructura de la sociedad, enlazando con el poder político hasta instaurar, así lo planteamos, en el sentido de una cultura regional, a tono con la dinámica social, económica y política también regional" (p. 346-347).
Ahora cuando la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, sede Instituto Pedagógico de Barquisimeto (UPELIPB) ha iniciado un programa de Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, conviene tener presente estos criterios teórico-metodológicos señalados por el historiador Dr. Reinaldo Rojas, con fines de perfilar sus respectivas tesis.