La primera mujer que conocí era independiente, Hilda Montoya, mi madre. Presencié su lidia por su autonomía. Fue mi primer contacto con la justicia y la impronta que me marcó hasta hoy. Por eso en 1969 hice algo por liberar a mis compañeras universitarias de la férula despótica de falda y tacones, que desde entonces son solo una opción más del ropero. Así comenzó mi militancia en la Renovación de Letras de la UCV, en que tanta felicidad reinó hasta que la reconquistaron gustos literarios bastante más rutinarios.
Tan normal era que mi mamá fuera independiente, que vine a percatarme de ello días después de su muerte, poco ha.
A medida que crecí descubrí que esa no era la vida de la mayoría de las mujeres.
Las mujeres son de culpa. Una vez preguntaron a un torero si sentía miedo. Haciendo acopio de la raíz poética esencialmente controversial de la fiesta brava, respondió:
—Los toreros somos de miedo.
Las mujeres son de culpa. De ellas pretendo hablar por el flanco de la zumba inteligente de Waika la Respondona, némesis del machismo, siempre tosco y cobarde, tanto que lo sospecho inmune a sus pullas. Si no hiciera tanto daño la primera víctima del machismo sería el propio machista.
Si devienes eso que llaman mujer, se espera que seas, a saber: bella, hacendosa, virgen, madre, hija, fiel, apasionada, «darte al amor con frenético ardor», pudorosa, indiferente al placer, buena cocinera, insinuante, pudorosa, ama de casa, profesional eficiente, no joder, hacer que todo fluya sin tropiezos y sin que se sepa que fue por ti, «sentimental, sensible, sensitiva», obediente, firme, religiosa, no debes decir nada de modo directo, respetuosa de la superioridad del varón, resignada a tu inferioridad. Casi nada. La llamada emancipación femenina te ha dotado de una doble condición: profesional y ama de casa, la llamada doble jornada. Vaya emancipación. Es decir, la mujer es un ser superior que tiene el humillante deber de lucir inferior.
No pretendo ser un Quijote protector de viudas y paladín de princesas cautivas. Pero cada vez que puedo hago lo que sea en favor de la liberación de mis gayas amigas, como promover la exposición de Waika la Respondona de María Centeno, que se inaugura en el Celarg el 23 de febrero. Es grata y gratis.