Hay hombres que, cuando mueren no saben que su sombra cubrirá, años y años, todavía, la tierra en la que soñaron y dejaron su vida.
Como si estuvieran en pie.
Porque su obra creció con ellos, pero no se desvaneció sin ellos.
El tiempo, el espacio, la vivencia, el éxito, los fracasos, imponen cambios en los hombres.
Una nueva experiencia robustece o borra una actitud.
En otras palabras, la mera suerte de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno, o de gozar del favor de las circunstancias.
Bolívar como él mismo se definió fue el hombre de las dificultades.
Huérfano a los tres años de padre, el hacendado Juan Vicente Bolívar, coronel de las milicias de Caracas.
Y luego, cuando contaba nueve años, también de madre.
Vivió unos meses con su abuelo, luego con su tío y tutor, Carlos Palacios, con su hermana casada, Antonia. Bolívar.
No había tenido una infancia normal, ni un hogar fijo que pudiera llamar propio desde que murió su madre.
Antes de cumplir dieciseis años, emprende viaje a España, donde perfeccionó sus conocimientos, bajo la dirección de sus tíos Estebán Palacios y Pedro Palacios y el Marqués de Ustáriz, su mentor intelectual.
Enfoquemos el personaje en sus momentos críticos, como en sus triunfos o en sus angustias.
Porque Bolívar cruzó por la vida sin tener nada fácil, a pesar de ser de una familia de abolengo.
Amaba las grandes empresas, los sueños irrealizables y el predominio de los ideales sobres la dura realidad.
El romanticismo fue una de sus características más resaltantes; no fue sólo cosa de pura y simple casualidad: se ajustaba en muchos aspectos a su carácter.
Amaba todo aquello que lo llevara a riesgos y aventuras.
"Su carácter práctico y dinámico, encaminado hacia sus objetivos".
Resaltemos en su personalidad, sus cualidades morales, entre otras, la nobleza de espíritu, la justicia, la lealtad, el compañerismo...
Entre los pensamientos de Bolívar se pueden nombrar algunos:
"Más daño hace un intrigante en un día que cien hombres de bien en un mes".
"La ingratitud me tiene aniquilado el espíritu habiendome privado de todos los resortes de acción"
"A la luz de la verdad y del tiempo nada se esconde, el mérito brilla y la maldad se descubre"
Lo más constante en "Bolívar" era el fulgor de su mirada.
De ello dan noticias, innumerables personas que tuvieron ocasión de conocerlo.
"Sus ojos retintos centelleaban continuamente trasluciendo toda la gama de sentimientos y emociones de que era capaz aquel hombre de corazón al descubierto."
Cuando arriba a la cólera, el amor o la alegría, nada mejor que sus ojos para expresarlo.
En aquellos ojos negros, brillantes e inquietos, flamean sus pasiones.
Se muestran cambios de humor desde la afectividad, la irritabilidad para caer en la melancolía, y saltar a la euforia, la concentración estudiosa o la abstracción ausente.
No hay pintor que sea capaz de plasmarle su expresión.
No hay dos retratos, suyos, en su abundante iconografía, donde uno se parezca a otro.
Hay cuadros, incluso realizados por consagrados pintores, donde es irreconocible su fisonomía.
Su gesticulación y mímica, al igual que la expresión de sus ojos es cambiante.
La mayor parte de las veces se reía, sin embargo, también tenía su temperamento, poseía un gran sentido del humor y dejaba caer, en medio, de cálidad familiaridad, chistes y anécdotas para delicia de los presentes.
"Todos sus cuentos son chistosos, porque refiere con gracia, y nunca les falta la sal que depierta el interés y la curiosidad".
En los actos públicos y oficiales se revestía de una gravedad solemne que no cuadraba a su inquieto temperamento.
Se destacaba por ser un impecable caballero, que se expresa con toda corrección en francés, igual que en inglés, y con conocimientos literarios, políticos y filosóficos.
Sus maneras eran distiguidas y revelaban la buena educación que había recibido.
Bolívar no resiste el apoltronamiento ni para firmar.
Según estudios grafológicos, la mayor parte de los documentos que llevan su rública fueron firmados de pie.
En las recepciones baila todo el tiempo.
Aquella desaforada intranquilidad que lo conmueve encuentra su mayor muestra y escape en aquella inquietud libertaria que lo lleva hasta el altiplano boliviano.
En sus tiempos de Angostura, va y viene de Bogotá a la ciudad que hoy lleva su nombre, con una frecuencia y celeridad que aun en nuestro tiempos resulta agobiante.
Era de una inteligencia despierta, un magnetismo personal nada corriente y una rara combinación de arrojo y de firmeza, que en los grandes momentos pondrá las más audaces decisiones al servicio de los más tenaces própositos y de los más meditados proyectos.
En cuanto a sus hechos militares puede decirse que le han merecido, con razón ser considerado como el hombre más asombroso que haya producido la América del Sur.
Lo que le caracteriza por sobre todo y forma, por así decirlo, su sello especial, es una constancia a toda prueba, que se endurecía contra las dificultades, sin dejarse jamás abatir por ellas, por grandes que fueran los peligros a que se hubiese arrojado su espíritu ardiente y valiente, era de una tenacidad asombrosa, logrando sus fines.
Morillo dijo de él: "Su arrojo y su talento son sus títulos para mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra".
Fue una de las figuras más destacadas de la emancipación americana frente a España, independizó a Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú y Panamá.