La literatura ficcional como creación tiene un alto componente subjetivo, el punto de vista del autor que encuentra así una vía de expresión de todo su mundo que bulle en el interior. Sin embargo, suele reflejar también la atmosfera intelectual humanística y científica de una época, así lo antiguo como lo moderno, contemporáneo y actual. Por eso se dice que la novela puede considerarse el retrato de una sociedad, aunque no sea necesariamente de corte realista sino romántica o anticipación científica, que de alguna manera realizan una prospectiva futura sobre el comportamiento de los individuos, las instituciones y de la sociedad en general. Obras universales de creadores como Honoré Balzac, Roberth Louis Stevenson, Julio Verne y muchos otros describen de manera precisa y tal vez sin que esa fuera la intención de ellos necesariamente la sociedad de su tiempo, denunciando en el plano axiológico lo injusto de ciertos procedimientos, actitudes y valores bajo los cuales se desarrollaban las relaciones sociales.
As u vez, en el campo de la epistemología o de la teoría del conocimiento científico, la novela entendida como un producto social mediada por la subjetividad de cada escritor que adhiere uno u otra perspectiva teórica, presenta sugerencias respectos a soluciones posibles de los nudos críticos descritos o recreados en el marco de una determinada sociedad en el tiempo en que se ubica; pues, todo ello agrega valor de veracidad, verosimilitud o un artificio que haga creíble el relato en cuanto tal. Es de esa manera cómo ciertos escritores siempre modelan ciertos tipos de sociedad o someten a dura crítica el entorno social donde se plantan para realizar sus observaciones y para ello se valen, aunque sea de manera tangencial de las teorías sociales que flotan en el ambiente cultural o de otras que se atreven a proponer como parte de sus conjeturas. Las realidades del entorno social pueden ser valoradas por el escritor de acuerdo a sus propias vivencias personales o familiares, de la comunidad regional y local sino también nacional, como sería el caso de Jamaica Kincaid, sujeto de estudio en este informe.
Ella describe en sus cuentos cortos, principalmente, situaciones complejas en el marco del conjunto social en la que toma posición para denunciar la injusticia y la naturaleza ignominiosa de las relaciones neocoloniales en el Caribe anglófono y que se manifiestan también hasta en las relaciones de subordinación de los hijos con respecto a las figuras parentales de padre o madre que son también avasallantes y petrifican e impiden el crecimiento personal de los nuevos brotes de la vida; por eso, cuando se milita en una corriente de pensamiento de cualquier tipo de las se han desarrollado en la modernidad o en la contemporaneidad: conservador-victoriano, neoclasicismo, romanticismo, positivista-cientificista, modernista, marxista o de la teoría crítica, postmodernidad o transmodernidad en cuyo cuerpo se encuentra inmersa la teoría de la hibrides cultural u otras "escuelas" del pensar fuera de los paradigmas tradicionales cartesianos, todo ello, pues, es reflejado en las creaciones literarias bajo el fragor de las metáforas y símiles, es decir, no necesariamente de manera conceptual sino por imágenes poderosas que sugieren procesos cognoscitivos complejos.
Así por ejemplo, es notorio que don Rómulo Gallegos postula en sus creaciones el trasunto teórico del positivismo, de la lectura de éstas resalta los principios de orden y progreso en el marco de la modernidad incipiente en sociedades como la venezolana y latinoamericana que a principios y mediados del siglo XX era marcadamente precapitalista; por su parte, Pablo Neruda o José María Arguedas, parecen traslucir en sus obras literarias la llamada lógica negativa frente al orden dominante del capitalismo dependiente que padece la región de América Latina y el Caribe, a la cual se le impone una teoría social y unos valores extranjeros y subordinan o niegan los aspectos de la diversidad cultural de los puntos geográficos que funcionan como lugares de extracción de materia prima y recepción de bienes manufacturados y teorías sociales que justifican ese orden dominante tenido como el "normal y justo" hasta que no se levante otra perspectiva de construir la historia referente de la creación de un pueblo-nación que tiene también sus propios cultores, que refrescan su propio yo-cultural y de manera introspectiva elaboran sus creaciones que no obstante ser unas propuestas estéticas sensibles contienen también un saber-sintiente propia de una ortopraxis novedosa sustentada en la razón sensible, ello porque tanto la novela como la poesía se dirigen no a la razón en el sentido moderno-cartesiano del término sino que se dirigen a la sensibilidad para mover y conmover a los lectores que a bien tengan acercarse a estas propuestas que construyen y reconstruyen la realidad sociocultural de ciertas regiones como es el Caribe marcado por la diversidad.
La hibrides cultural como teoría social que aplica en sociedades multiétnicas y multiculturales discurre también sobre las diversas propuestas estéticas desde el espacio de lo vivido, que es parte de un mundo interior o de sus representaciones que va la intimidad personal a la exterioridad o su entorno, pues, que construye personajes y situaciones transmitiendo de esa manera ideas, sentimientos y/o maneras de "ver" la realidad sociohistórica; tiene, obviamente, una lógica negativa, para decirlo en términos de Marcuse (1979) en sus obra El Hombre Unidimensional, porque denuncia la condición del ser humano en la modernidad con un sistema-mundo de la antropología pragmática y el utilitarismo donde todo se reduce a la maximización de la ganancia, el aprovechamiento en términos populares de la relación con el otro y todo aquello que es ajeno o si no eso no tiene sentido. El hombre unidimensional valora sólo un aspecto de la vida: el material-financiero, aquello que produce acumulación de cualquier adminículo sujeto al valor de cambio, olvidando los otros componentes de la totalidad concreta de la vida, entre los que destaca los atributos socioafectivos, las dimensiones trascendentes de la existencias con un lenguaje y que tienen un sentido en sí mismo, sin reducir la existencia al solo aspecto monetario o material, ello aun reconociendo que la condición antropológica implica que toda persona por el mero hecho de serlo requiere disponer de los bienes necesarios, pero no subordina toda su existencia a lo material.
La perspectiva teórica postcolnialista, así mismo, entendida como denuncia de la condición de subordinación individual y social colectiva que se siente frente a la metrópolis imperial. Cuyo poder político, militar, económico y cultural, avasalla a las regiones de suyo sometidas o dependientes, puestas a su servicio y sin retribuir como es debido; igualmente, la teoría postcolonialista supone participar de procesos políticos y hasta militares, como es el caso de Fran Fanón, un jamaiquino universal creador del ensayo "Los condenados de la tierra" y soldado en las guerras de liberación nacional de Argelia, África en la década de 1960, permite decir que es una derivación de la filosofía de práctica y no es solo contemplación sino involucrarse en el barro de la lucha en el día a día, todo ello con vistas a la liberación tanto de los "demonios interiores" como de los poderes fácticos que ponen el mundo (colonial o neocolonial) a su servicio de manera abrupta y grosera.
En línea con lo anterior, Zéraffa (1971) en su obra "Novela y sociedad" acota que toda obra literaria, novela o cuenta, expresa una conciencia social, "… una determinada concepción de la naturaleza humana que una clase construyó" (p. 54) o al contrario es también una visión emergente por fuerza de una nueva conciencia social de los sectores preteridos, porque en la realidad social se suceden fuerzas contrarias que luchan por imponerse una por sobre la otra, de allí que más adelante señale que:
"Pero el héroe novelístico es víctima de un haz de luz de conflictos o de contradicciones, estos se presentan ante el novelista, en compensación, como una especie de cuadro. La realidad, en efecto, aparece dispuesta frente a él como un conjunto de fuerzas conflictuadas (fuerza negra y fuerza blanca en Faulkner), sobre cuya base puede imaginar una síntesis, que concretará en su obra mediante el recurso de coordinar esas fuerzas en nombre y con el auxilio de un principio ideológico fundamental. Este cuadro es la visión del mundo –ya "eternizada"- del escritor" (ídem).
Así, se tiene que las creaciones literarias describen no solo el universo del autor sino también la "vida social actual" o del tiempo en que fue escrito o también se "… anticipa a sistemas de pensamiento y no marchar a la zaga de ellos" (ob citi., p. 11), sin embargo, hay que tener presente que toda creación literaria siempre constituye una propuesta estética y con licencias no permitidas a las ciencias y teorías científicas, aunque "… minen el orden social establecido" o que resquebrajen los planos axiológicos, antropológicos y epistemológicos, más aún cuando son de la corriente del realismo crítico pero no reducido a ello (ob cit., p. 73), pues, la historia de la vida en América Latina y el Caribe, como dice Campos (2004) puede ser recogida empíricamente por las ciencias sociales sino también por el cuento o la novela que abre la esfera de la convivencia del arte narrativo y las descripciones escuetas del comportamiento de las variables en estudio en el campo de las ciencias sociales, cuyas teorías deben adaptarse a la realidad y no al revés: forzar encajar la realidad a la teoría, dando lugar una especie interface yuxtapuesta.