El periodista Juancho Marcano buscó el aparato transitor, lo enchufó en un toma corriente del garaje y sintonizó la emisora comunitaria la Espuma Marina, y, junto a su perro Pipo, se dispuso a oír la misa con motivo de la bajada del Santo patrón del pueblo, el Sagrado Corazón de Jesús, que debido la pandemia del corona virus y la cuarentena, este año no iba celebrarse con los devotos presentes dentro del templo, sino que cada familia desde su casa fuera una iglesia y a través de dicha emisora y otras redes sociales, se le rindiera honores al comienzo de sus festividades que también tendrán este año otras condiciones, debido a la peste que con su látigo azota la población mundial.
En esa espera de la transmisión radial de la referida ceremonia, Juancho y Pipo, muy cerca de su residencia, que estaba cerca del Portachuelo, una de las montañas que rodea al Valle de la Tacarigua de Margarita, escucharon el coro de voces desafinado y grave de las guacharacas, como si protestaran o reclamaran o se quejaban; pero lo cierto eran que estaban como desesperadas.
- Pipo, me parece ese canto de las guacharacas como si estuvieran angustiadas y como si estuviesen pidiendo algo, dijo Juancho Marcano.
- Es verdad, Juancho, y por lo que pude ver y averiguar cuando ayer fui al conuco, es que las guacharacas están pasando hambre, pues el puñal de la sequía que se le clava a los árboles en pleno corazón, no permite que haya ni flores ni frutos y por tanto al ser dichas aves consumidoras de frutas, tienen que estar desesperadas y hasta se acercan a los patios de las casas para ver si ahí pueden conseguir alguna planta con frutas, pues es más factible que así sea, porque muchos con el agua ya usada, riegan algún árbol o arbusto y éste de repente puede que eche frutos, lo contrario sucede en los conucos que no hay una sola gota de agua, ni en tanque ni de lluvia.
El periodista Juancho Marcano, se quedó callado y hasta pensando en la desgracia de las guacharacas y en ese instante comenzó la transmisión de la misa, le pidió por las mencionadas aves al Corazón de Jesús y se sumió en sus recuerdos de otros años y escuchó la misa tranquilamente, pero con la fe de que el año que viene pueda asistir a la bajada del Santo Patrono y pueda compartir con sus amigos.