Música e instrumentos musicales del ritual de Turas

Re-visión etnográfica de la danza de las Turas de los aymanes (XVI)

La música y el silencio se combinan fuertemente

porque la música se hace con el silencio y el silencio se llena de música.

Marce Marceau.

Sin la Música la vida sería un error.

Friedrich Nietzsche.

Desde el surgimiento de la humanidad la música ha sido la manifestación social y simbólica que ha tenido presencia activa en el tiempo, desde las formas más espontáneas y simples, hasta las más complejas, que han demostrado la íntima relación entre las diferentes culturas, que han hecho subsistir la especie humana, en convivencia con el sentido místico, social y cultural que cumple desde los primeros momentos de la evolución, una finalidad mágico-religiosa, relacionada con los diversos rituales colectivos, que para los primeros moradores del Planeta Tierra, son la expresión de signos, que relacionaban una separación significativa, entre la vida y la muerte, que tomaban en cuenta, en su insipiente accionar de su inicio cultural, como era el movimiento y el sonido, desarrollándose así, el arte, que los historiadores han llamado Arte "Prehistórico", cifrados en la danza y el canto, donde se acopla el sonido con el movimiento, produciéndose así , la manifestación musical, siendo la danza y el canto, el crisol donde se funden los símbolos de la vida, mientras que la quietud y el silencio, que desde las primeras generaciones humanas lo interpretan como símbolo de muerte, según la manera primitiva de pensar y entender la esencia de la vida, cuando los primeros seres humanos, perciben la necesidad natural, para la sobrevivencia, tanto en lo espiritual como en lo social-colectivo de esas primigenias comunidades, en el inicio de su estamento cultural, donde comienza a contemplarse la música como el vínculo para la realización de los rituales sagrados.

Estas sociedades primitivas pudieron extraer la música, desde los sonidos de la naturaleza, incluyendo sus propios movimientos, su voz y el accionar corpóreo, entendiendo que la música es el arte que está más cerca de los seres humanos, ya que todos tenemos la facultad para realizarla, todo ser humano sin necesidad de ser músico puede tararear cualquier melodía, y es que hasta las personas sordo-mudas han podido ejecutar algún instrumento musical y hasta han bailado.

El ser humano se inicia en la música, aprendiendo de la naturaleza y experimenta la creación de sonidos con objetos rudimentarios: huesos, cañas, troncos, conchas, cráneos de animales, cuernos, etc., haciendo surgir la música, en los primeros momentos, como rituales de caza, de guerra y fiestas donde, alrededor del fuego danzaban, basándose principalmente en ritmos y movimientos que imitan de los animales y la diversidad de sonidos naturales que se producen en el entorno, que utilizan para exteriorizar sus sentimientos, emociones y plegarias a través del sonido emanado de su propia voz y con el fin de distinguirlo del habla común, para comunicarse con otros seres, incluso extrasensoriales, utilizando rituales con el acompañamiento de la música el canto y la danza.

De esta manera se va desarrollando el interés musical entre los humanos que se manifiesta en la construcción de los primeros instrumentos musicales y antes que llegaran los invasores europeos, a nuestro Continente, las sociedades originarias arraigaron esa gran atracción por la música, los cantos y las danzas, desarrollando al mismo tiempo importantes técnicas especializadas en la construcción de instrumentos musicales y el manejo acústico del espacio natural.

Entonces podemos apreciar, de manera generalizada, que el surgimiento de la humanidad se forja espiritualmente en franca armonía con el místico encanto de la música; con el canto de los pájaros, la diversidad de los sonidos naturales que dona el bullicio del bosque, el ulular del viento, el sonido de las corrientes del agua nacida de los manantiales sagrados, el ruido de la lluvia, los movimientos del cuerpo, todo en comunión con el interminable canto de la vida; son razones para entender la esencia mística de la música que observamos en la Danza de Las Turas de los Ayamanes, donde podemos apreciar una significativa presencia aborigen en el ritual, desde la representación de una música que podemos llamar litúrgica, que se relaciona con el sentido espiritual que le dieron las generaciones aborígenes, desde los primeros momentos de la evolución, que estuvo íntimamente ligada a la danza, como medio de comunicación mágico-religiosa, como forma de dialogo con fuerzas intangibles en el mundo cósmico, para facilitar el logro de sus propósitos, tanto espirituales como sociales, en el sentido colectivo, desde el inicio de la organización comunitaria primitiva.

Ahora veamos, cómo la música del ritual de la danza de Las Turas de los Ayamanes y sus instrumentos musicales, vernáculos, hacen presencia actual, como un signo de resistencia cultural, que podemos observar que prevalece como preservación cultural, en el tiempo, manteniendo una compleja creación mística, que se relaciona con lo tangible y lo intangible, que denota resistencia étnica, existencia de los principios fundamentales de la cultura aborigen, recreación, interpretación y uso de un conjunto de reglas que implican el recuerdo histórico, de esas primigenias tradiciones, que con el tiempo se han enmarcado en un estado crítico de transculturación y olvido inducido, por los sistemas culturales de opresión.

Para indagar sobre el tema de la música aborigen en el territorio venezolano, antes de continuar con el tema del ritual de Las Turas, he tomado de Lisandro Alvarado las siguientes anotaciones que tienen que ver con los signos significativos de la originalidad ancestral de nuestros primeros habitantes, cuando anota:

Aunque no se puede esperar un desarrollo notable, en materia de arte musical, de los indígenas de Tierra firme, hay con todo una relación estrecha no despreciable entre los instrumentos de que disponían y sus conocimientos coreográficos. Tan estrechamente emparentados andan la música y el baile, que no es de admirar su acción simultánea en el seno de las sociedades más civilizadas. (…) (Pág. 139).

En cuanto al instrumental utilizado en los actos musicales, en la celebración de los rituales mágico-religiosos, el citado autor anota que "Los principales instrumentos musicales de los indios de Venezuela eran de la clase de los de viento y percusión". Y citando al cura Francisco López de Gómara, quien fue uno de los cronistas de la conquista española, escribe:

Los instrumentos que tañen en la guerra y bailes son flautas de huesos de venado, flautones de palo como la pantorrilla, carrillos de caña, atabales de madera muy pintados y de calabazas grandes, bocinas de caracol, sonajas de conchas, y ostiones grandes.

El más conocido de los instrumentos de viento es la trompeta, designada con el nombre de botuto, la cual podía ser sagrada, es decir, destinada al servicio litúrgico, o bien vulgar y destinadas a fiestas profanas. (Pág.140).

Y al referirse al ritual de las turas de los Ayamanes dice este mismo autor:

Recordemos aquí la circunstancia de que en el estercuye o baile de tura de los Ayamán, se usaba quizá una trompeta de género de las que venimos indicando, porque tura significa guásdua (Bambusa sp.) en la lengua de los indios. Compárese en ese caso el ture o trompeta de guerra de los Carvado del Brasil. Fabricada de bambú. (Pág. 144).

En el ritual de Turas o esterku, como expresa Lisandro Alvarado, los instrumentos musicales utilizados en dicho ritual son por su clasificación en primer orden, dos tipos de instrumentos Aerófonos que producen los sonidos musicales al soplarlo a través de la embocadura, regulados por medio de orificios, llamadas turas, hechas del tallo de una planta denominada tura, que también es llamada "caña brava" (Bambusa vulgaris Schrad) y el cacho de venado que consiste en un cráneo de venado cuyos orificios son sellados con cera de abeja y produce el sonido al soplarlo por el orificio occipital, y en segundo orden es utilizado un instrumento Idiófono, que es la maraca, que en el ritual cumple doble función, la de servir como instrumento de acompañamiento musical y como instrumento de dirección del ritual en la manos del capataz de las turas, fabricados con el fruto del árbol de tapara o totumo "Crescentia L", que es secado y posteriormente rellenado con las semillas de capacho "Canna indica", que por sí mismo es resonante a sacudirlo, rítmicamente, que se ejecuta a la manera como la tocaban los aborígenes, es decir, una por persona. En cuanto al tema de los instrumentos musicales utilizados por los Ayamanes en el ritual de las turas, Dupouy dice:

Los instrumentos musicales utilizados en la danza que nos ocupa, son las flautas de carrizo, que llaman tura y designan a la danza; los cachos, aerófonos elaborados con cráneos de venado, y las maracas. Hay una norma clasificatoria para los instrumentos, como podemos ver: Tura Chica Macho, de tres agujeros, tura Chica Hembra de dos agujeros;Tura Grande Macho de cuatro agujeros, Tura Grande Hembra de tres agujeros; Cacho Chico elaborado con cráneo de venado Matacán (Mazama rufus) para acompañamiento de las Turas Chicas, con maracas; y Cacho Grande elaborado con cráneo de venado de caramera (Odocoileus sp.) para acompañamiento de Turas Grandes con Maracas. (Fuente:"Función cohesiva de la danza de las turas").

Y en cuanto al sentido armónico de la música de las Tura, Dupouy cita a Lira Espejo y dice:

"Con este conjunto de instrumentos realizan una verdadera instrumentación y revelan poseer un sentido armónico bastante marcado. No es esporádico que a los "cachos" los denominen "consonantes" tanto de la tura chica como de la tura grande. La palabra consonante que tiene la significación de armónico. La música no revela influencia alguna; quizá es la más pura expresión musical indígena que se conserva en Venezuela" (Obra citada).

Sobre el tema de la música y los instrumentos utilizados en el Ritual de Las Turas, según Miguel Pacheco (obra inédita) citado por Querales:

"La música eran turas, que es un carrizo de ese nombre que se produce en las montañas frías, dos chiquitas como de 20 centímetros y dos grandes de 30 y 40 con tres agujeros y se tocaban soplando por uno de los extremos"; cachos de venado de varios tamaños "cubiertos de cera y se tocaban soplando por el orificio"; dos maracas para el capataz y para otro vecino que él nombraba como su segundo, haciendo ambos de directores.

La música del ritual de las Turas se caracteriza por la repetición variada de impulsos o motivos, rítmicos y melódicos, como formas o variaciones musicales, que se realizan en la ejecución de los sones de turas, de una manera muy llana y natural, apreciándose una textura vertical o sincrónica de los sonidos, durante la ejecución continua de la sección del accionar dancístico, conocido entre los tureros como "sones", marcados por su inicio y finalización, que tienen una duración aproximada de 10 a 20 minutos, y algunas veces se llega a prolongar, por más tiempo. De igual manera, también podemos observar que entre los instrumentos del Ritual de Las Turas no existe una afinación específica, ya que debido a su fabricación artesanal y la calidad de materiales que son netamente naturales, no admiten la posibilidad de calibrar técnicamente una afinación fiel. Alfredo Jahn, citado por Acosta Saignes, al referirse a las turas como instrumento del ritual las describe así:

Son una especie de pito o flauta, hechos de carrizo, o del tallo de una planta llamada también tura…tocaban al mismo tiempo estos pitos en dos tamaños: unos tenían veintiocho centímetros de largo y diez de diámetro. Los otros eran del mismo largo, pero más delgados. Solo tenían ocho centímetros y medio de diámetro. Los más gruesos los llamaban tura y los más delgados turo… (Pág. 84).

Y en referencia a este interesante tema de la música de las Turas, Natali Herrera Pacheco, (2009) en un trabajo titulado: "Análisis Teórico-Reflexivo del Baile de las Turas", sostiene que:

Entre los elementos presentes en la representación del Baile de las Turas tenemos: la música, ejecutada con instrumentos completamente indígenas como la flauta tura, las flautas de cacho de venado y matacán, y la maraca que repiten motivos musicales que conllevan a un estado de trance extático. (Pág. 8)

El Baile de las Turas encierra dentro de sí ciertos elementos como la música, el baile, la pintura corporal y el manejo de una escena donde se realiza una representación; cada uno de estos elementos guarda una gran significación dentro del ritual, construyendo parte de la cosmogonía que han elaborado los Ayamanes y los herederos de su legado a lo largo de su historia. (Pág. 71).

(…) los aspectos distintivos de la música de las Turas son el uso de motivos muy sencillos que se repiten, con la consecuente austeridad de los toques, percibida de inmediato al escucharlos. Entre sus singularidades, la que más atención demanda es la utilización de instrumentos aerófonos propios como la flauta tura y las flautas de cachos de venado y matacán. Como elemento percusivo se emplea la maraca (ideófono de sacudimiento) la cual se ejecuta (…) una por persona. La flauta tura, las flautas de cacho de venado y matacán y la maraca son los instrumentos que se ejecutan en El Baile de las Turas, y como podemos notar no interviene lo vocal, es decir, no hay cantos dentro de la música de las Turas. (Pág. 73).

Al referirse esta autora a la forma musical que se establece en la ejecución del instrumental de turas expresa que: Al hablar de la estructura de la forma musical propia de los sones presentes en El Baile de las Turas (…) predominan en su génesis dos (…) elementos: la repetición, y variante.

La repetición y la variante que podemos percibir en la ejecución de la música del Baile de las Turas, están presentes en gran parte de la producción musical de la historia. En ellas se encuentra una mezcla de simplicidad y energía que le proporciona un apoyo sonoro al escucha, que le permite identificarse con un pasado inmediato, o así mismo, lo lleva a perderse en el devenir del tiempo a causa de la repetición y variante de los motivos. (Pág. 77).

El antropólogo José Millet citando a los tureros de San Pedro de Mapararí: José de Los Santos Castillo y Ángel Colina, quienes aportan las siguientes informaciones sobre los instrumentos musicales del ritual de Turas:

(…) nos dicen que los instrumentos que se usan en el rito de Las Turas son: Turas macho, de tres agujeros y Turas hembra, de dos y que son flautas hechas de carrizo. Los Cachos, que son el frontal o frente del venado, o matacán, se dividen en: Cacho grande, que agujereado apropiadamente, da un sonido grave. El Cacho mediano, hace el dúo al grande y el Cacho pequeño, "que representa el son que se está tocando". Las maracas, con pequeños agujeros en la tapara, rellenas con capachos y pedacitos de zinc.

Referente a los sones de tura que se realizan en el ritual, existen diversas informaciones por parte de los investigadores. Aquí reseño algunas según los tureros mencionados, entrevistados por Millet, los que certifican que:

(…) Las Turas constan de siete (7) sones: La Paloma, que significa respeto y agradecimiento a los espíritus de la naturaleza y a los ancestros. El Gonzalito: En este son, el ave llama a los animales de caza a las aguas vivas, para que se manifiesten como espíritus. El Sapito: Son que representa a la lluvia y a los ojos de agua viva. El Cucurucú: Son que representa a los difuntos. La Guacharaca: Representa este son a la montaña y a los cazadores. El Son de El Venado: Este son es para agradecer la comida del día de la fiesta donde se den sones de Turas y por último el Son de La Hormiga: que es para pasarla bien, convivir, que no haya pelea ni disgustos en las noches que se dancen sones de Turas.

Según Aretz, (1961), citada por Herrera Pacheco, dice que la música del Baile de las Turas está organizada en distintos toques o sones, entre los que se encuentran:

Las Cortesías, El Golpiao, La Paloma, El Murciélago, El Embariquizador, El Mucaro, El Descanso; El Ensaye, El Murciélago, El Gonzalito o Gonzalo, El Sapito, El Golpiao, el Chorro de Agua, Turpial, Las Hormigas, y La Bariquita o Bariquí (Reyes y otros, citado por Aretz,:31); Humocaro Alto y Humocaro Bajo (Acosta Saignes, citado por Aretz, 1961:30) y el Guanache, mencionado en el Reglamento de 1890

Un ejemplo de ello es el son de Las Hormigas, que debe ser ejecutado durante la finalización del ritual, al regreso de la consignación de las ofrendas al árbol de la basura. Otro ejemplo de la utilización de un son o toque durante un momento específico del ritual es el son llamado El Murciélago, que tiene la función de despertar a los participantes que en la madrugada hayan sido vencidos por el sueño, tal como lo mencionan varios documentos. (Pág.51)

En cuanto a la actuación de los músicos danzantes en el desarrollo del ritual Acosta Saignes, quien presenció un acto Tura en la población de Aguada Grande en 1949, relata:

De pronto, los músicos comenzaron a moverse. Iban también en dirección sinistroversa y realizaban figuras distintas imitando una persecución. Era indudablemente una escena de caza: dos sonaban cuernos de venados, adelante. Les seguían dos con maracas y por entre ellos cruzaban, como el viento, actor de tanta importancia en las cacerías, los sonadores de turas. Ya no hubo tregua. El circulo seguía su giro sinistroverso; los venados continuaron perseguidos por los cazadores; el viento silbaba, melancólico y encadenado por las flautas. (Pág. 85).

En cuanto a la simbología de la maraca, en el ritual de las turas, para los tureros tiene un sentido muy significativo por su redondez, la representación del Planeta Tierra y también como símbolo de la lluvia, a la vez que ha sido utilizado como un instrumento usado por los chamanes, gasgas Ayamanes, en la realización de exorcismos y curaciones, por lo que en el ritual de las turas, la maraca como instrumento musical aborigen, cumple fundamental relevancia mística-espiritual.

Respecto a las características de las Flautas denominadas Turas (macho y hembra), al revisar las indagaciones de los investigadores, nos encontramos con divergentes informaciones: Dupouy dice: Tura Chica Macho, de tres agujeros, tura Chica Hembra de dos agujeros; Tura Grande Macho de cuatro agujeros, Tura Grande Hembra de tres agujeros; Miguel Pacheco, citado por Querales dice: , dos chiquitas como de 20 centímetros y dos grandes de 30 y 40 con tres agujeros; Alfredo Jahn, citado por Acosta Saines, dice: unos tenían veintiocho centímetros de largo y diez de diámetro. Los otros eran del mismo largo, pero más delgados. Solo tenían ocho centímetros y medio de diámetro, Mientras que los tureros de Mapararí José de Los Santos Castillo y Ángel Colina, citados por Millet, dicen: Turas macho, de tres agujeros y Turas hembra, de dos y que son flautas hechas de carrizo. Estas diversas apreciaciones sobre las características de los instrumentos musicales de la Danza de Las Turas de los Ayamanes, se deben a que cada comunidad turera, tiene su propia forma de hacer sus instrumentos. No existe una técnica preestablecida que indique una manera única para la fabricación de tales instrumentos, que son elaborados de acuerdo a los materiales que se consigan en cada zona específica.

Pero, en las celebraciones del ritual de las Turas, que he presenciado en el Cerro de Moroturo, he podido observar un conjunto de instrumentos rudimentarios, netamente de tradición aborigen, aerófonos como son las flautas denominadas turas, fabricadas por los tureros, de las que ya he reseñado, con el tallo de una planta denominada Caña Brava, también llamada Tura, "(Bambusa vulgaris Schrad) que es más delgada que la guadua y más gruesa que el carrizo. Estos instrumentos, consisten en dos tipos: la Tura Macho contentiva de cuatro agujeros que produce cinco notas musicales y la tura hembra que contiene tres agujeros, y produce cuatro notas, y las que les siguen son las flautas de cacho de venado mayor, el cacho de venado menor y el cacho de matacán, estos producen una sola nota musical, acompañados por la maraca, ejecutada por los mismos músicos que ejecutan las turas y los cachos. También he observado que en la ceremonia del embariquizamiento, se utiliza la ejecución de una flauta pequeña hecha de carrizo, que produce un sonido característico de dos notas musicales que le dan un diferencial sonido a la música utilizada en esta ceremonia del ritual, que era el instrumento que llevaba la estructura melódica principal del son, y sólo lo he observado en esta ceremonia, no en los demás sones, ordinarios, y lo pude observar cuando era ejecutado por un turero, de las Turas de Santa Cruz de Turen, del Estado Portuguesa, en ocasión de celebrarse el "III Encuentro de la Fraternidad Turera del Territorio Ayamán", realizado en el Cerro de Moroturo, en el año 2002, y el sonido musical de esta pequeña flauta de carrizo, tiene asociación con la afirmación del historiador Urdanetense Miguel Pacheco, citado por Querales cuando dice: Se empezaba entonces "con el son de embariquizar que consistía en una música monótona ejecutada tan devotamente que sólo se oía más o menos así: turí-turí-turí-riunnn". Respecto a esta versión la investigadora Herrera Pacheco afirma que "existe información de otra flauta llamada turo o flautas chiquitas que son utilizadas exclusivamente durante la ceremonia del embariquizamiento, (… )para la celebración de la tura chica -o pequeña- y otros dicen que no es ejecutada para bailar".

En cuanto a la estructura musical, realizada por los músicos de turas, podemos observar que la Tura Macho es la que lleva las estructura melódica principal del son, mientras que la tura hembra, ejecuta motivos de carácter rítmico que combinan y acompañan a las turas machos a través de pocas notas, con adornos y apoyaturas, que van acompañadas de los cachos de venados, que con sus sonidos de una sola nota musical, van acompasando, al ritmo de la melodía, producida por las turas machos y hembras, mientras que con el tañido de las maracas se marca, de manera acentuada, el compás rítmico de la danza, estableciendo en ese instrumento, una relevancia sonora, que resalta debido a que representa el mayor número, entre los instrumentos en ejecución, ya que cada músico ejecuta una maraca, aparte de que la maraca en manos del capataz que dirige el ritual, hace las veces de batuta y bastón de mando durante la ejecución del ritual.

Además de este instrumentario musical, también podemos observar que el ritmo, es marcado por las pisadas que producen los danzantes sobre el patio, cuando danzan tres pasos hacia delante y tres hacia atrás. Todo esto, tanto los sonidos como los movimientos acompasados, producen una única versión del ritmo, que fundamentalmente se ejecuta, siguiendo el ritmo del sonido de los cachos de venados y las maracas, produciéndose una textura de notabilidad sonora que es característica en la música de las Turas.

Profundizando sobre la relación musical de los instrumentos podemos percibir que entre los sonidos de la melodía llana y repetitiva se produce un discanto, (así llamado por los tureros), que es un modo polifónico medieval, en la que un músico entona una melodía llana y repetitiva, en este caso en el ritual de las turas, lo realiza el ejecutante de la Tura Macho, por ser este el instrumento con mayor capacidad de producción de notas musicales, mientras el otro músico ejecutante de la tura hembra, entona una voz suplementaria, mientras que el sonido rítmico lo producen las maracas y los cachos de venado. Sobre esta parte musical de la Turas, el periodista Juan José peralta en reportaje que publica el diario El Informador, 28/09/2002, reseña lo siguiente:

Ya se ha dicho que en el baile de Las Turas cada sonido y movimiento tiene un significado el cual se logra a través de la instrumentación; las turas, los cachos y las maracas.

Los sonidos deben interpretarse como la interpretación de sonido natural, producido por la emanación de vida. La música de Las Turas está constituida por varios sones o toques: turpial. Gonzalito o Gonzalo, el murciélago, la paloma, el descansao, las hormigas, el golpeao, el chorro de agua, la carrera del venado, el ensaye y el embarizador.

Tanto la música de las Turas como los instrumentos musicales, por poseer una fisonomía de marcadas características de originalidad aborigen, mantienen una relación de identidad entre los miembros de la comunidad turera, despertando a través de la ejecución ritual la identificación ancestral y la preservación del recuerdo y la memoria histórica, que ha sido transmitida a través de generaciones. Lo que quiere decir, que el hecho musical-ritual de Las Turas actúa como la unidad concluyente, que asienta, constituye y comunica motivaciones de identidad cultural; que describen los principios remotos de las comunidades de los tureros ayamanes, que indica el símbolo aborigen que los identifica y, que hoy conservan sus descendientes, que residen en el territorio que comprende el Norte del Estado Lara y el Sur del estado Falcón.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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