¿Nunca les ha pasado que ha pedido en una arepera o restaurante un “vasito de agua por favor”, y te responde el mesonero: “hay agua mineral, malta, refresco, jugos, agua saborizada, o una cervecita, etc.”? Hay mesoneros aún más graciosos que, viéndote con cierto desprecio te responden: “será, un vasito con agua”
Siempre me he preguntado ¿será que a los expendios de comidas, cualquiera sea su nivel desde una arepera hasta los lujosos restaurantes del este, no les exigen filtros de agua de calidad?
Por el camino que vamos el agua será en poco tiempo un artículo de lujo, no sólo por los problemas ambientales causados por la devastación capitalista, sino por la privatización del preciado líquido.
En Venezuela el servicio de agua es controlado por el Estado, es de la Nación, y gracias a la Revolución Bolivariana no pasó a manos privadas nacionales o multinacionales; pero un extraño sortilegio maneja el mercado del agua y grandes empresas multinacionales de refrescos, de alguna forma promueven que nuestra agua es mala y debemos comprar “agua mineral” de tal o cual marca.
Con lo que cuesta un litro de agua de estas compañías, se llenan 2 tanques de gasolina para trasportar centenares de pasajeros en un día.
El agua es una necesidad de la vida, un bien público, un derecho natural e inalienable. Ha llegado el momento en que el gobierno Revolucionario intervenga.
Por cierto, Colombia tiene su agua privatizada, empresas de los EEUU y Europa se están llevando el “lomito”. Son millones de euros y dólares sus ganancias, mientras más de 9 millones de colombianos sufren de escasez del vital líquido.
Algunos especialistas colombianos afirman que anualmente mueren entre 15 y 20 mil niños por falta de agua potable, siendo Colombia uno de los países con mayor riqueza hídrica en el mundo. El agua es vida, en Colombia mercancía.
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