Entre los muchos problemas que aquejan a la sociedad venezolana hay uno que por su impacto incide estructuralmente en la vida social: el incumplimiento de las leyes. Éste, por negligencia, interés o cualquier otra razón imaginable, trae consigo implicaciones profundas en el desenvolvimiento de la vida cotidiana.
La cultura de la impunidad, donde violaciones de la Ley son dejadas pasar al más puro estilo del Laissez Faire liberal ya sea por una conducta permisiva, complaciente o sobornada, conlleva hoy importantes consecuencias sociales. Desde cruzar una calle fuera del rayado peatonal, violar un semáforo en rojo o botar la basura fuera de los lugares dispuestos para ello, hasta multimillonarios desfalcos y actos de corrupción en los sectores privados y públicos, tienen raíces comunes: una conciencia inconsistente y una distorsión en los valores, armas letales contra el fortalecimiento de una sociedad basada en los principios de la libertad, la paz, la solidaridad, el bien común y la convivencia humanista y solidaria como la ordena la Constitución nacional.
La densidad del tema obliga a abordarlo desde al menos dos niveles, uno de largo plazo o estructural y otro de corto plazo o coyuntural. Respecto al primero, si partimos de que el anclaje de estos valores se encuentra en la conciencia y ésta se conforma desde la palabra, necesariamente construir una nueva conciencia pasa por construir una nueva comunicación, educación y cultura que en conjunto legitimen nuevas formas de ser y de hacer. Sólo así, desde prácticas sociales solidarias, constructivas y especialmente ejemplares, será posible un giro radical hacia una sociedad cada vez mejor para todas y todos.
En cuanto al corto plazo, se debe superar la idea de impunidad, lo cual se traduce en hacer cumplir las leyes sin distingos o ensañamientos de ningún tipo, en todos los niveles en los que ésta se infrinja. Y si existiera alguna preferencia en la aplicación de la Ley, esta debe ser para exigir una cada vez mayor transparencia y comportamiento ejemplar a quienes ejercen responsabilidades públicas y cuyo buen o mal trabajo, afecta integralmente a la sociedad.
Ya se llame 3R al cuadrado o sólo una R de Revolución, erradicar la impunidad es imprescindible para poder consolidar un mejor país para todas y todos.
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