Nueve años y, como dice la canción, parece que fue ayer. Nueve años del golpe de Estado urdido por el imperialismo gringo contra la Revolución Bolivariana, contra la voluntad popular y Hugo Chávez, su máximo intérprete.
Nueve años de enfrentamientos en las calles; de la defensa desde Puente Llaguno; del criminal accionar de la ahora moribunda Policía Metropolitana contra el pueblo y del caer de máscaras que cubrían el rostro de traidoras y traidores. Nueve años.
Nueve años también del resurgimiento de la dignidad de millones de soñadoras y soñadores, de alpargatúos y patas en el suelo que desafiaron, a costa de la vida misma, la soberanía tricolor. Nueve años -de nuestra parte- de aquel gesto de malcriadez rebelde para sentenciar en YVKE Mundial, nuestro sitio de trabajo entonces, “me voy. No renuncio porque a mí me contrató la democracia y no voy a renunciar ante esta dictadura, pero me voy”. Lo hicimos convencidos de que era lo correcto. Clandestinamente -porque no había otra- en Parque Central nos reunimos el 12 con otros y otras patriotas. Luego en la noche, en El Amparo, de Catia, bajamos por las calles de ese barrio bandera en mano, exprimiendo los pulmones para exigir la libertad del jefe de Estado y el regreso de la institucionalidad. Lo hicimos arriesgando el pellejo ante la arremetida de la PM que obedecía las órdenes de Alfredo Peña, dejando a nuestra familia y dispuestos a no regresar de ser necesario.
Nueve años igualmente del 13. De la concentración en el entonces Hotel Caracas Hilton, con periodistas nacionales para difundir hacia el exterior lo que realmente ocurría en la Patria de Bolívar. De las llamadas a amigos y familiares para impedir que se les muriera la fe. Nueve años del asalto del Poder Popular en la retoma de la esperanza. Del rescate de YVKE Mundial de las garras golpistas y de la emoción de gritar “volvió, volvió, volvió”.
Si nos preguntaran “¿lo harías de nuevo?”, responderíamos:
“Rodilla en tierra. Hasta la victoria siempre”
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