Es un hecho, al parecer a Pedro Rivero, William Pérez y Rubén Arnal, le aplicaron la pena de muerte en los calabozos del CICPC. Estos tres jóvenes detenidos fueron asesinados a golpes violándoles todos sus derechos humanos por parte de quienes debían protegerle la vida después de haberlos detenido. No queremos creer que vuelven los lamentables hechos policiales cuarta republicanos, cuestión esta que el gobierno del comandante debe investigar hasta las últimas consecuencias. Lo que hasta ahora se presentaba como un hecho inmaculado en política de derechos humanos, han sido violentado por agentes de policía del CICPC, los cuales deben ser castigados y sometidos al conocimiento público para bien de este proceso revolucionario que no debe ocultar jamás cualquier hecho de esta naturaleza.
SEGUNDO
Conmovedor luce el testimonio publicado por Aporrea,org, donde otro preso narra “que una víctima le confío antes de morir que le metieron electricidad y le cayeron a batazos. Uno de los reclusos que estaba la noche del pasado miércoles en la División de Capturas del Cicpc escuchó cómo torturaban a Willian Pérez (27), escuchó sus últimas palabras bendiciendo a su madre y luego lo vio morir acurrucado en una celda, donde durmieron recostados unos de otros pisando sus excrementos”
TERCERO
Toda la información apareció publicada en el diario “Ultimas Noticias”, donde un testigo preso, bajo el acuerdo de resguardarle su identidad habla acerca de todo lo sucedido. Cuenta este testigo “como ingresaron a William Pérez a las celdas casi a la medianoche y al ratico le cayeron a golpes, porque tropezó con uno de esos jefes de los penales llamados “pranes”. Además, en castigo lo metieron al cuartico de la basura, de donde saltó para reclamarles a los funcionarios el hacinamiento”
TERCERO
Creíamos que tratar a un ciudadano venezolano como una basura eran practicas de los cuerpos policiales en la IV república. Una sucesión de crímenes policiales puede poner entre dicho la política de respeto de los derechos humanos de un gobierno que hasta el momento los había respetado y presentaba en este aspecto una política sin ninguna mácula.
CUARTO
Leemos: “Qué te hicieron?”, le preguntó un preso.
“Me metieron la cabeza en una poceta, me metieron corriente y me cayeron a
batazos”, respondió. “¿Te cayeron a batazo limpio?”, repreguntó el compañero de
celda. “El bate lo envolvieron con un trapo”, contestó el malherido al tiempo
que se pasó la mano por su boca para limpiarse la sangre.
En medio del llanto, me comentó: ‘yo sé que esos perros me mataron, sé que hoy
no voy a salir vivo de aquí; Dios bendiga a mi madre”, contó el testigo. Al
ratico cesó el llanto. Uno de los pranes preguntó que cómo seguía el golpeado.
Otro preso le da un golpecito y dice:
“no vale, ya este chamo está muerto”. “Coooo…, este es el segundo chamo que
muere esta noche”, acotó el pran refiriéndose a otro reo que habían torturado
con electricidad.
QUINTO
Afortunadamente recibimos una inmediata repuesta sobre el caso, del ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami , la cual ha sido muy contundente, asegurando que las muertes de prisioneros del Cicpc, serán investigadas hasta las ultimas consecuencias. Por otra parte la fiscal Ortega Díaz ha dictado privativa de libertad en contra de cuatro funcionarios del CICPC del Rosal implicados en este horrible crimen. Nada se debe ocultar y debe exigirse el mayor de los castigos para los agentes que violaron esos derechos humanos y asesinaron a los tres ciudadanos venezolanos en las celdas del CICPC en el rosal y los otros dos jóvenes que fueron ejecutados al parecer por agentes del mismo cuerpo, según denuncia que hicieron los familiares. Creíamos que estas prácticas habían desaparecido de los cuerpos policiales. Si bien no podemos echarle la culpa a toda una institución policial por lo que hagan unos cuantos sujetos, podemos tener el derecho de preguntarnos ¿Cuántos asesinos potenciales estarán formando parte de esos cuerpos policiales? Se hace necesaria una depuración profunda en esas instituciones encargadas de velar, cuidar y proteger la vida de los ciudadanos para que no se ponga en peligro la vida de ningún ser humano que tenga la mala fortuna, con razón o sin ella, de ser detenido.
NUNCA JAMÁS.